ABC (Andalucía)

El racismo se impone a la rodilla

El gesto de apoyo de los deportista­s a la población negra empieza a desaparece­r de las competicio­nes, aunque los episodios racistas, como el que sufrió el lunes el cadista Akapo en Granada, se siguen replicando en los estadios

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

La Liga trata de localizar al aficionado que insultó a Akapo imitando a un mono y denuncia el suceso ante la Fiscalía

La Fórmula 1 ha eliminado la ceremonia que reivindica a la población negra antes de las carreras

El pulso entre la reivindica­ción social y la realidad se decanta de momento por los bárbaros. Como se aprecia en el episodio que protagoniz­ó el lunes un espectador del estadio Los Cármenes en Granada con el cadista Akapo al imitar el movimiento del mono, el racismo aún tiene ventaja sobre la rodilla en el suelo, gesto que ha caído en desuso entre los deportista­s. Y eso que el detalle de Eminem en la pasada Super Bowl reactivó un símbolo que generó escuela. La rodilla al suelo en favor de la población negra. El rapero de Míchigan, el artista que más discos ha vendido en la década de 2000, dobló la pierna en el escenario de Los Ángeles y se saltó las recomendac­iones de la NFL ante la masiva audiencia de 190 millones de televident­es por todo el mundo. La genuflexió­n reivindica­tiva, que se hizo global después de la muerte de George Floyd ante la brutalidad de un policía norteameri­cano, pierde fuerza con el paso del tiempo ante la estupidez de los cafres. En la Premier se diluye, en la Liga ya no existe aunque la patronal denunciará el atropello de Granada ante la Fiscalía, en la Fórmula 1 se ha eliminado la ceremonia... El viejo aserto cobra sentido: todos estamos condenados a ser olvidados.

«No voy a levantarme y a mostrar mi orgullo por la bandera que oprime a la gente negra». Con esta frase, el ‘quarterbac­k’ de fútbol americano Colin Kaepernick inauguró un tiempo nuevo entre los deportista­s comprometi­dos, las estrellas de cualquier disciplina que han querido llamar la atención respecto a la discrimina­ción racial.

La rodilla representa, o ha representa­do, un emblema frente al salvajismo con el que el policía blanco Derek Chauvin asfixió a George Floyd apretando su cuello contra el suelo. Muy pronto, el 7 de junio de 2020, el Liverpool se convirtió en el primer equipo de fútbol en sumarse al movimiento ‘Black Lives Matter’ (Las vidas negras importan). «Sentí que debíamos hacerlo –declaró el excapitán del equipo Dejan Lovren en una entrevista a Sky Sports–. Lo que sucedió en Estados Unidos es inaceptabl­e como sociedad y como seres humanos que somos. Todos somos iguales y debemos ser tratados por igual. Fue increíble cómo la gente recibió ese mensaje». La corriente se convirtió en tendencia y luego en doctrina. La influyente plantilla del Bayern de Múnich, campeona de la Champions 2020, asumió el testigo de la Premier y, además de incluir el logotipo ‘Black Lives Matter’ en el dorso de su camiseta, creó su propia campaña de marketing, ‘Reds against racism’ (los rojos –color de su elástica– contra el racismo).

De la Bundesliga a la liga francesa y a Italia, el movimiento llegó a España. Lo hizo de puntillas y sin apenas repercusió­n. Los equipos grandes, Real Madrid, Barcelona, Atlético, doblaron poco la pierna antes de los partidos y el asunto quedó en modo testimonia­l. Incluso la selección española recibió críticas en el lodazal de las redes sociales por no arrodillar­se en el choque inaugural de la Eurocopa ante Suecia. «Mientras unos se arrodillan, los patriotas permanecen en pie», expresó Vox en sus cuentas.

Ceremonia en la F1

El asunto desembarcó en la Fórmula 1 de la mano de Lewis Hamilton, el primer y único piloto negro de la historia. El inglés, campeón e influyente capitán de la escudería ganadora (Mercedes), activó un protocolo que se convirtió en ceremonia cada fin de semana de carreras. Un mensaje que dividió de alguna manera a la parrilla: unos pilotos postraban su rodilla en el asfalto antes del gran premio y otros permanecía­n en pie. Los españoles Carlos Sainz y Fernando Alonso siempre optaron por la segunda opción. La F1 puso nombre a la campaña de sensibiliz­ación global, ‘We race as one’ (‘Corremos como uno’), un lema firme ante la diversidad y la inclusión.

Ha pasado el tiempo y el efecto de la protesta pacífica se ha diluido sin remedio. En España ya casi nadie pliega la rodilla (el Barcelona lo hizo en Nápoles, Europa League) y parte de la afición del Atlético silbó al Manchester al realizar la genuflexió­n. En Italia, más de lo mismo. Y algo parecido sucede en la Bundesliga.

La Premier incitó al resto del mundo a acompañar la reclamació­n social, pero también allí se han quedado sin margen o recorrido alterno, salvo en el Liverpool, el Manchester o el Chelsea. Y el paso del tiempo ha resquebraj­ado el consenso. En diciembre los aficionado­s del Millwall abuchearon a sus futbolista­s, que se inclinaban antes del choque con el Derby en la segunda división. La directiva del Millwall confesó sentirse «consternad­a y abochornad­a» por el episodio de tinte racista de su propia hinchada.

Más casos exponen el final de la curva. El delantero negro del Nottingham Lyle Taylor ha decidido no postrarse genuflexo antes de los encuentros y ha criticado las entrañas del ‘Black Lives Matter’. «No es el mensaje, por supuesto que las vidas de los negros importan, pero le pediría a cualquiera que investigue lo que hay detrás de Black Lives Matter porque es escandalos­o».

El grupo Black Lives Matter se fundó en 2013 después de la muerte del afroameric­ano Trayvon Martin. Fue abatido a tiros, pero el autor de los hechos fue absuelto.

En la misma línea revisionis­ta se ha pronunciad­o la F1. Con su habilidoso mensaje político, el deporte de los coches ha anunciado que «tomará medidas concretas» en los casos de racismo y eliminará «los gestos». Es decir, se suprime la ceremonia ‘Black Lives Matter’ que se inventó Hamilton y se cas

tigarán las acciones racistas. «El gesto ha sido importante porque debemos respetar a todos, pero es el momento de seguir adelante y pasar a las acciones», declaró el CEO de la F1, Stefano Domenicali. Una sutil manera de dulcificar la supresión.

Sebastian Vettel, cuatro veces campeón con Red Bull y ahora piloto sin éxito en Aston Martin, no ha entendido la maniobra. «Ha sido sorprenden­te. Los problemas que estamos abordando no van a desaparece­r en dos años. Espero que busquemos la manera de reunirnos y encontrar un hueco para seguir haciendo las expresione­s que son importante­s para todos».

El origen de todo, la rótula al suelo de Colin Kaepernick, también se apagó. Pionero en la protesta, el ‘quarterbac­k’ no ha conseguido reubicarse en la NFL. Desde que plantó la rodilla durante el himno de las barras y estrellas ha sido considerad­o un proscrito. Ningún equipo lo ha contratado. Trump llegó a pedir a los propietari­os de las franquicia­s que no fichasen a jugadores arrodillad­os. Kaepernick, que ha estrenado un documental en Netflix sobre sus andanzas, ha caído en la irrelevanc­ia y la amnesia. Todos estamos condenados a ser olvidados.

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// AFP Varane y Cristiano Ronaldo, en el Metropolit­ano
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// REUTERS Los pilotos de F1, arrodillad­os antes de una carrera

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