Entre Kiev y Odesa
Alcanzado el décimo día de operaciones tras la invasión de Ucrania, se vislumbra con más claridad lo desarrollado por un Grupo de Ejércitos ruso, compuesto por tres Ejércitos cuyas acciones, en un primer ciclo, se han focalizado sobre Kiev, Járkov y Jersón. Las acciones rusas, si bien no se han desarrollado con la rapidez que algunos esperaban, siguen su curso.
Se mantienen casi inalterables tanto el cerco de Kiev como, y con especial virulencia, el asedio de la segunda ciudad del país, Járkov. Por otro lado, que las tropas rusas hayan alcanzado el codo del Dniéper (Dnipropetrovsk-Zaporiyia) tiene particular importancia táctica. No solo se solidifica la ‘línea de partición inicial de Ucrania’ (Járkov codo del Dniéper- Jersón) sino que esa zona sirve de apoyo para el potencial posterior embolsamiento de las tropas ucranianas al este de esa línea.
En el sur, el correspondiente Ejército ruso ha ocupado la ciudad de Jersón, procediendo a los correspondientes reabastecimientos, refuerzos y relevos de las tropas desgastadas. Y ha iniciado un segundo periodo ofensivo en dos direcciones opuestas: hacia Odesa (en el oeste) y hacia Mariúpol Volvonaja (en el este). Mariúpol, bañada por el mar de Azov, ha resistido bravamente los primeros embates rusos si bien, el hecho de estar cercada y muy próxima a la llamada república popular de Donetsk permite afirmar que las tropas rusas operan, entre Jersón y Rostov del Don (Rusia), casi sin solución de continuidad. O, en otros términos, que la franja litoral dominada por las fuerzas rusas ya solo permite a Ucrania el acceso libre al mar por la zona de Odesa.
En Odesa, la perla del mar Negro, de espectacular arquitectura decimonónica, Putin, al igual que sucede con Kiev, vuelve a encontrarse con un problema: es otra ‘gloriosa’ referencia de la Gran Rusia. No será fácil pues la decisión sobre su potencial arrasamiento. Pero no es descartable una operación anfibia al oeste para cercarla y ‘fijarla’ (en conjunción con el esfuerzo procedente de Jersón). Bien que tales operaciones, tan próximas a Moldavia y a Rumanía, país miembro de la OTAN, podrían «complicar» las cosas.
Tal vez, Putin opte por congelar la amenaza sobre Odesa, reservándola como moneda de cambio, a la espera de unas «negociaciones sucias» para finiquitar el conflicto.