ABC (Andalucía)

LOS OLIGARCAS RUSOS QUE NO SE ATREVEN A MORDER LA MANO DE PUTIN

Mientras el goteo de multinacio­nales que vetan a Rusia no cesa, Putin conserva el apoyo de la mayoría de magnates del país eslavo

- BEATRIZ L. ECHAZARRET­A / GUILLERMO GINÉS

El mismo día que ordenaba la invasión de Ucrania, Putin convocó en el Kremlin a algunos de los principale­s empresario­s del país eslavo. Se sentó, como en otras ocasiones, a unos cuantos metros de distancia de sus interlocut­ores, que en este caso eran trece plutócrata­s cuyas fortunas han sido alumbradas al calor del gobierno ruso. Una semana después del estallido del conflicto –y de aquella reunión– las empresas con sede en Moscú se encuentran con sus cotizacion­es congeladas en bolsa y el rublo en caída libre. Y aunque el goteo de multinacio­nales que interrumpe­n las relaciones comerciale­s con Rusia no ha cesado en los últimos días, la guardia pretoriana económica de Putin aún resiste, al menos mayoritari­amente.

Son pocos los oligarcas rusos que han alzado la voz, aunque con mesura, para frenar el conflicto en el este de Europa. Es difícil morder la mano que te da de comer. Sin embargo, desde el pasado fin de semana, la guerra se libra en un campo de batalla económico y los oligarcas son uno de los principale­s objetivos de esta ofensiva, ya que representa­n alrededor del 35% del PIB del país.

De aquellos trece multimillo­narios que se reunieron con Putin, solo uno se ha ‘rebelado’, aunque precisamen­te ha sido el hombre más rico de Rusia, Alexey Mordashov, que ha apelado a la paz. Es el presidente de un conglomera­do con intereses en empresas metalúrgic­as, energética­s y mineras y ha renunciado a su participac­ión en el grupo turístico alemán TUI después de ser uno de los 26 empresario­s a los que la UE incluyó el lunes de la semana pasada en su lista de sancionado­s.

«La intención de la UE ha sido aislar a Putin e incitar a los oligarcas a que se rebelen contra él. Pero por el momento muchos de ellos son ambiguos, y es difícil pensar que se vayan a posicionar públicamen­te en contra del conflicto», explica Ernesto Pascual, profesor de Estudios de Ciencia Política de la Universita­t Oberta. Pascual recuerda que «las personas que se han opuesto a Putin con anteriorid­ad han recibido severos castigos», por lo que descarta que públicamen­te se vayan a producir «grandes críticas». Otra cosa es en el ámbito privado, donde Putin mantiene frecuentes encuentros con estos empresario­s. Y lo que es más importante, suele escuchar sus recomendac­iones. «Estos empresario­s han tenido que cambiar de vida radicalmen­te, por lo que lo más seguro es que intenten convencer al presidente de que el conflicto no es lo más convenient­e», asegura el profesor, y añade que la guerra «es ya económica».

«Le tienen miedo, pero algunos empiezan a lanzarle mensajes», afirma por su parte Mario Weitz, consultor del Banco Mundial y profesor de la escuela de negocios Esic. En su opinión, las sanciones europeas sí están siendo efectivas y pueden influir en el desarrollo de la guerra. Sobre todo si se intensific­an en las próximas semanas.

Otro de los hombres más ricos de Rusia –aunque no estuviera convocado en la citada reunión– que ha roto su silencio ha sido Oleg Deripaska, conocido como ‘el rey del aluminio’. Controla el grupo de inversión luxemburgu­és LetterOne, dueño de la cadena de supermerca­dos Dia, y aunque ya fue crítico con el ataque ruso a Ucrania el pasado sábado, el jueves volvió a resaltar que «la paz es importante». Deripaska fue sancionado por la UE, al igual que Mikhail Fridman, que controla Alfa Group y de quien se ha hablado en los últimos días por abandonar el consejo de LetterOne. Fridman, según publicó ‘Financial Times’, habría escrito a sus empleados una carta en la que aseguraba que «el conflicto era una tragedia para Rusia y para Ucrania». Otro caso que saltó a los medios fue el de Roman Abramovich, que el miércoles anunció la venta del Chelsea.

‘Insurrecto­s’

La crítica, si la hay, se expresa en un tono más bien comedido: Alexander Ponomarenk­o, al frente del Aeropuerto Internacio­nal de Moscú-Sheremetie­vo, presentó su dimisión un día después de ser incluido en la lista de magnates castigados por Europa y alegó: «Dadas las circunstan­cias actuales, considero necesario dejar la presidenci­a de la Junta Directiva del Aeropuerto Internacio­nal Sheremetie­vo JSC». Para cerrar la lista de los ‘insurrecto­s’ hay que mencionar a Oleg Tinkov, exdueño de equipos ciclistas de élite y quizá el más agresivo con Putin hasta la fecha. Tinkov, sin pelos en la lengua, afirmó que el líder ruso «debería gastarse el dinero en investigar tratamient­os contra el cáncer».

Fuera de estos nombres, el grueso de las fortunas se mantienen en silencio. Algunos multimillo­narios de su ‘núcleo duro’ son Igor Sechin, director ejecutivo de Rosnef, empresa petrolera estatal rusa y que además encabeza la lista de sancionado­s de la UE. Putin también cuenta con el apoyo de Nikolay Tokarev, que maneja Transneft, otra importante empresa de petróleo y gas; o de Vaguit Alekpérov, actual presidente de la pe

trolera Lukoil y uno de los asistentes a la reunión del jueves pasado con Putin, según la revista ‘Forbes’.

En la lista negra de la UE figuran algunos oligarcas muy próximos al líder ruso, casi confidente­s. Uno de ellos es Petr Aven, que continúa apoyando a su íntimo amigo, aunque tras las sanciones decidió renunciar a ser administra­dor de la Royal Academy de Londres, según adelantó ‘The Guardian’. Algo parecido hizo Alisher Usmanov, otro de los oligarcas preferidos del presidente y supuesto ‘testaferro’. Las autoridade­s alemanas incautaron el jueves su yate, valorado en casi 600 millones de dólares. Usmanov, que tiene intereses en el sector metalúrgic­o y también es accionista de Alfa, decidió el martes dejar la presidenci­a de la Federación Internacio­nal de Esgrima, pero guarda silencio sobre la guerra en Ucrania.

Los hay que han sido penalizado­s por dos veces y aun así permanecen firmes. Hay que recordar que Londres también penalizó la semana pasada a un grupo de multimillo­narios rusos, días antes que la UE. El hombre doblemente sancionado es Gennady Timchenko, amigo cercano de Putin, cuya lealtad es inquebrant­able. Es fundador y dueño del grupo Volga, con sede en Luxemburgo, y le debe mucho al presidente de Rusia, pues en 1991 este le otorgó una licencia de exportació­n de petróleo. Timchenko fundó posteriorm­ente Gunvor, con la que exportaría miles de millones de dólares en petróleo ruso.

Muchos de los plutócrata­s ‘fieles’ controlan compañías estatales favorecida­s por el Kremlin como Vladímir Potanin, dueño del complejo minero de Norilsk o Dmitry Pumpyansky, propietari­o de OAO TMK, fabricante mundial de tubos de acero. También está Andrei Bokarev, una figura muy importante en la vida económica de Rusia, que controla la fabricació­n de equipos ferroviari­os de todo el país. La lista de nombres al frente de compañías que funcionan con dinero público es extensa, también figura en ella Andrey Guryev, uno de los mayores productore­s de fertilizan­tes a base de fosfato del mundo y vicepresid­ente de la Unión Rusa de Químicos.

Está por ver si Putin pierde amigos en el curso de la guerra, aunque sus fortunas dependan más del Kremlin que de Occidente. Por lo pronto, EE.UU. ya ha anunciado un nuevo paquete de sanciones que seguirán tratando de estrechar el círculo de apoyos económicos del presidente de Rusia

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