Sánchez desata su maquinaria para colocar afines en las empresas
Lleva desde 2020 sirviéndose de su poder para asaltar ciertos consejos de administración
Los tentáculos de La Moncloa son alargados. Tanto que pueden hasta influir en las decisiones del sector privado. De manera sigilosa y sin levantar ampollas, el Gobierno de Pedro Sánchez va colocando sus ideas en el tejido productivo –especialmente en empresas públicas y semipúblicas, pero también privadas–, y también lo que no son ideas. Lleva desde 2020 trufando los consejos de administración y los equipos directivos en los que puede meter mano de personas afines.
El control se ejerce bien desde fuera pero mejor desde dentro, como recuerdan fuentes empresariales. Desde su aterrizaje en el Gobierno, Pedro Sánchez ha puesto en marcha una estrategia clara para que nada escape de su red. Poco a poco ha ido dando rienda suelta a sus aspiraciones de que sus afines estén al mando –o cerca de ello– de las empresas públicas, semipúblicas y, si puede, privadas.
Un ejemplo de que estar bien rodeado es un activo muy valioso se demuestra en la Sareb. Este se trata del llamado ‘banco malo’ que se creó para absorber los activos tóxicos inmobiliarios de la banca. El accionariado de la compañía quedó en un primer momento el 54,1% en manos de bancos y aseguradoras y el 45,9% en manos del FROB, es decir, el Estado. Ahora este equilibrio ha cambiado. El FROB anunció el jueves que ha adquirido pequeñas participaciones de aseguradoras y bancos que le permiten superar el 50% del capital del ‘banco malo’ y convertirse en su accionista de referencia.
Solo unos días antes del anuncio de este acuerdo se conoció el nombramiento de Pau Pérez de Acha en la dirección de gestión de vivienda social y asequible y relaciones institucionales. Este se incorpora al equipo directivo. Pilotará la labor social de las viviendas de la Sareb, y su pasado atestigua que tiene experiencia en gestión inmobiliaria. Sin embargo, en su pasado también le persigue haber sido político socialista en el PSC, la rama catalana del PSOE, en el Ayuntamiento de Sitges.
Su caso no es una excepción sino prácticamente la regla. Además, en La Moncloa hay predilección por la colocación de personas vinculadas al PSC o afines a él.
El PSC desembarcó en Arabia Saudí de la mano de Renfe después de que el consejo de administración del Consorcio Español de Alta Velocidad Meca Medina (Ceavmm) acordara nombrar a Alejandro Colldefors como nuevo presidente de la entidad. Renfe movió el nombramiento, que tenía un marcado acento político. Formó parte de las listas del PSC para las elecciones europeas tanto de 2014 como de 2019 y ha ocupado el cargo de comisionado de Asuntos Internacionales del primer secretario del partido.
El caso de Enagás, asimismo, también es reciente, de febrero. Arturo Gonzalo Aizpiri fue nombrado consejero delegado (pasado político socialista), y salieron del consejo de administración los exdirigentes populares Isabel Tocino y Antonio Hernández Mancha, así como Gonzalo Solana. El PSOE se hace fuerte en la cúpula.
Otro caso de afines a Sánchez con mucho poder decisorio estuvo en el desembarco de Marc Murtra, vinculado también al PSC, como presidente de Indra, donde el Estado a través de la SEPI es el principal accionista. Entonces, su llegada desató una pequeña rebelión en el consejo de administración y se logró que no tuviera poderes ejecutivos.
Otros ejemplos de ‘ascensos’ desde la llegada de Sánchez han sido el de Beatriz Corredor, antigua ministra de Vivienda con Rodríguez Zapatero, a Red Eléctrica; el de Joaquín López, exdiputado del PSOE, a la empresa pública de acústica y electrónica submarina SAES; y el de la también exsenadora socialista Susana Hernández a Sainsel, empresa en la que Indra tiene un 49%.
Asimismo, sonado fue el intercambio de sillas en el puesto de mando de Paradores. La empresa cambió de presidente después de la crisis de gobierno de mediados del año pasado. Óscar López dejó el cargo y ascendió a jefe de gabinete de Pedro Sánchez. Entonces, se decidió premiar a Pedro Saura, hasta entonces secretario de Estado de Transportes con José Luis Ábalos, con las riendas de Paradores. Y precisamente el sillón en esta empresa pública es uno de los puestos más codiciados, con una cifra de sueldo que se acerca a los 200.000 euros anuales.
Más allá de ello, Sánchez también logró entrar en el consejo de administración de Caixabank. En Bankia, el Estado a través del FROB era el accionista mayoritario pero estaba al margen del órgano directivo; al ser absorbida por Caixabank, el Gobierno aprovechó para asegurarse una silla en el consejo, con su 16,1% del accionariado. En dicho órgano desembarcó Teresa Santero, que fue directora general de Política Económica en el Gobierno de Aragón con el PSOE de Marcelino Iglesias (entre 2003-2007); secretaria general de Asuntos Sociales y Familia en el mismo Gobierno (2007-2008) y secretaria general de Industria en el Ministerio de Industria en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero (de 2008 a 2011).
Pau Pérez de Acha, expolítico del PSC, es el último nombramiento de afines a Sánchez. En este caso, en la Sareb
En el sector privado destaca la llegada de Teresa Santero, ex secretaria general de Industria, al consejo de la nueva Caixabank