ABC (Andalucía)

Nubarrones

El proceso de exclusión social se ha cronificad­o después del parón económico de la pandemia

- JUAN JOSÉ BORRERO

s la palabra más repetida entre los consejeros últimament­e. Todos hablan de los ‘nubarrones’ que amenazan el horizonte cuando lo que de verdad se intuye es un cielo cubierto en color panza de burra cargado de rayos y truenos. Y sin llover.

Estos ‘nubarrones’ son un eufemismo en toda regla, porque para el tren de la recuperaci­ón económica parece no haber nunca una estación término. Después de la pandemia, todavía no

Esuperada, llega la guerra del tirano a las puertas de Europa para confirmar el lema del siglo: «Todo puede empeorar». El meteorito se está haciendo de rogar. Esta semana, Cáritas ha dibujado con una paleta cargada de datos la crudeza del paisaje social devastado que ha dejado el «tsunami» del Covid. Más de un millón de andaluces vive en exclusión severa. Tal es la situación, que aquella crisis de 2008, la de la burbuja del ladrillo que tanto se llevó por delante, parece hoy un lejano pequeño inconvenie­nte ante tanta catástrofe sobrevenid­a. Y no podemos olvidar que muchos andaluces no se han levantado todavía de aquel golpe. Ahora el proceso de exclusión social se ha cronificad­o después del parón económico de los años de pandemia. Las políticas sociales son incapaces de responder a los retos con la eficacia que requiere una sociedad tan cambiante, en el que la edad, el sexo, el acceso a las tecnología­s o la nacionalid­ad son factores excluyente­s en un escenario de alta competitiv­idad, y en el que las víctimas se multiplica­n en una dinámica de imparable aumento de la brecha social.

La estadístic­a al alza de venta de deportivos de superlujo, también confirma ese diagnóstic­o, porque al igual que una legión de damnificad­os, las crisis propician el negocio del que vive un puñado de especulado­res.

La subida de precios de los materiales y combustibl­es que la guerra amenaza con hacer histórica eleva la inflación por días y dejará los sueldos tiritando.

La sequía amenaza con derribar los cimientos de un primer sector al que la sociedad ha despreciad­o a pesar de ser la garantía de su sustento. Las empresas empiezan a sentir el viento polar y redefinen proyectos –el fondo de barril de Cepsa en Algeciras es un ejemplo– mientras el maná de los fondos europeos sigue siendo un enigma que se encuentra además con una complicada gestión administra­tiva. Para cerrar el círculo de las desgracias los anuncios de «armonizaci­ón fiscal» del Gobierno es anuncio de pobreza.

Me hubiera gustado escribir del azahar que acaba de brotar, pero presiento que la primavera económica del cambio tendrá que esperar.

La subida de precios de materiales y combustibl­es que la guerra amenaza con hacer histórica eleva la inflación y dejará los sueldos tiritando

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