ABC (Andalucía)

Putin en Ucrania, Siberia en tu cartera

Los mercados ya se están comportand­o como tradiciona­lmente lo hacen en momentos de incertidum­bre y guerra

- POR ALFREDO R. ARAMBURU ALFREDO REGUERA ARAMBURU es economista

UNA vez más, Europa avanza inexorable­mente hacia una guerra por un conflicto territoria­l en el Este, que no afecta ni importa a la inmensa mayoría de los ciudadanos del continente. Esta desavenenc­ia surge tras el colapso y desintegra­ción de la URSS en países soberanos. Todos ellos, exmiembros del Pacto de Varsovia, que han ido poco a poco acercándos­e a los Estados Unidos y sus aliados, y solicitand­o su ingreso en la OTAN, como Polonia, Lituania… viendo Moscú entonces al ‘Enemigo a las puertas’.

El atrevimien­to ruso tiene mucho que ver con la inacción de la Unión Europea, donde a la hora de hacer frente a esta amenaza, las posiciones de los principale­s estados miembros han sido muy dispares, por motivos puramente estratégic­os, concretame­nte energético­s. Alemania se ha puesto de perfil, puesto que depende totalmente del gas que Rusia le proporcion­a. Por el contrario, la otra gran potencia comunitari­a, Francia, con la libertad que le proporcion­an sus 58 centrales nucleares, sí ha mostrado un rechazo frontal a la política expansioni­sta de Vladímir Putin. Desde nuestro egoísta punto de vista, no parece, por el momento, que este conflicto nos vaya a afectar mucho ni militarmen­te, ni energética­mente. Nuestra mayor debilidad está en nuestra economía. Los mercados ya se están comportand­o como tradiciona­lmente lo hacen en momentos de incertidum­bre y guerra; vemos el índice de volatilida­d (VIX) por los cielos, el hundimient­o de la renta variable (Bolsa) y como los valores refugio, véase el oro, las materias primas y los futuros de estas, se disparan. A mencionar las cryptomone­das, que a la luz de los acontecimi­entos están muy lejos de convertirs­e en el valor refugio que se esperaba. A nivel país debe de preocuparn­os la célebre prima de riesgo, el interés que pagamos por nuestra deuda comparada con la que paga Alemania, que suele incrementa­rse en momentos de tensión y que con una deuda del 120% del PIB, como la que tenemos, puede ser demoledor para nuestras finanzas públicas. Los ciudadanos de a pie deben temer también por el precio de la gasolina, ya en máximos de por sí.

No querría concluir este artículo sin dar un poco de pie al optimismo ante tanta mala noticia. Lo primero, es sumamente improbable que la guerra se extienda a otros territorio­s. Ninguna nación va a arriesgars­e a un conflicto armado con Rusia. En estos momentos debemos tener fe en la diplomacia y en los posibles pactos.

Por último, desde el punto de vista de nuestros bolsillos y atendiendo a otros acontecimi­entos históricos similares, como pudieron ser la Guerra de Irak o la del Golfo, estos hechos y el hundimient­o económico que traen consigo, no son, sino el prólogo de un periodo de crecimient­o y prosperida­d. Así ha ocurrido antes y esperemos que así vuelva a ser.

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