Putin en Ucrania, Siberia en tu cartera
Los mercados ya se están comportando como tradicionalmente lo hacen en momentos de incertidumbre y guerra
UNA vez más, Europa avanza inexorablemente hacia una guerra por un conflicto territorial en el Este, que no afecta ni importa a la inmensa mayoría de los ciudadanos del continente. Esta desavenencia surge tras el colapso y desintegración de la URSS en países soberanos. Todos ellos, exmiembros del Pacto de Varsovia, que han ido poco a poco acercándose a los Estados Unidos y sus aliados, y solicitando su ingreso en la OTAN, como Polonia, Lituania… viendo Moscú entonces al ‘Enemigo a las puertas’.
El atrevimiento ruso tiene mucho que ver con la inacción de la Unión Europea, donde a la hora de hacer frente a esta amenaza, las posiciones de los principales estados miembros han sido muy dispares, por motivos puramente estratégicos, concretamente energéticos. Alemania se ha puesto de perfil, puesto que depende totalmente del gas que Rusia le proporciona. Por el contrario, la otra gran potencia comunitaria, Francia, con la libertad que le proporcionan sus 58 centrales nucleares, sí ha mostrado un rechazo frontal a la política expansionista de Vladímir Putin. Desde nuestro egoísta punto de vista, no parece, por el momento, que este conflicto nos vaya a afectar mucho ni militarmente, ni energéticamente. Nuestra mayor debilidad está en nuestra economía. Los mercados ya se están comportando como tradicionalmente lo hacen en momentos de incertidumbre y guerra; vemos el índice de volatilidad (VIX) por los cielos, el hundimiento de la renta variable (Bolsa) y como los valores refugio, véase el oro, las materias primas y los futuros de estas, se disparan. A mencionar las cryptomonedas, que a la luz de los acontecimientos están muy lejos de convertirse en el valor refugio que se esperaba. A nivel país debe de preocuparnos la célebre prima de riesgo, el interés que pagamos por nuestra deuda comparada con la que paga Alemania, que suele incrementarse en momentos de tensión y que con una deuda del 120% del PIB, como la que tenemos, puede ser demoledor para nuestras finanzas públicas. Los ciudadanos de a pie deben temer también por el precio de la gasolina, ya en máximos de por sí.
No querría concluir este artículo sin dar un poco de pie al optimismo ante tanta mala noticia. Lo primero, es sumamente improbable que la guerra se extienda a otros territorios. Ninguna nación va a arriesgarse a un conflicto armado con Rusia. En estos momentos debemos tener fe en la diplomacia y en los posibles pactos.
Por último, desde el punto de vista de nuestros bolsillos y atendiendo a otros acontecimientos históricos similares, como pudieron ser la Guerra de Irak o la del Golfo, estos hechos y el hundimiento económico que traen consigo, no son, sino el prólogo de un periodo de crecimiento y prosperidad. Así ha ocurrido antes y esperemos que así vuelva a ser.