«Lamento sinceramente los acontecimientos pasados de mi vida privada»
► Reivindica su legado: la convivencia democrática y las libertades en España
Con una disculpa y una reivindicación de su legado para España. Así concluye la carta que Juan Carlos I envió a su hijo Felipe VI el pasado 5 de marzo: «Soy consciente de la trascendencia para la opinión pública de los acontecimientos pasados de mi vida privada y que lamento sinceramente, como también siento un legítimo orgullo por mi contribución a la convivencia democrática y a las libertades en España, fruto del esfuerzo y sacrificio colectivo de todos los españoles».
Es cierto que los errores que cometió en el pasado han ensombrecido su figura y todo lo que logró durante 39 años de reinado. De ahí que ahora, tras el archivo por parte de la Fiscalía de las tres diligencias de investigación contra él, el padre del Rey Felipe VI reivindique lo que hizo por España.
Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de junio de 1975. Impulsó el proceso de Transición que, en tan sólo 18 meses, desembocó en la aprobación en las Cortes y mediante referéndum por el pueblo español de la Ley para la Reforma Política. Este texto suponía el desmontaje de facto del régimen franquista y anunciaba la convocatoria de elecciones generales para el 15 de junio de 1977, los primeros comicios desde la Segunda República.
Aquel miércoles, el pueblo español acudió masivamente a votar y la participación superó el 78 por ciento. En la legislatura constituyente, el Parlamento democrático aprobó la Constitución Española, que recoge el régimen de derechos y libertades para la convivencia y que establece la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado español. Desde entonces, 43 años después de su aprobación, España vive la etapa de mayor prosperidad de su historia.
El 6 de diciembre de 1978, los españoles fueron convocados por segunda vez en referéndum, y el apoyo fue aún más contundente: la Carta Magna fue ratificada por el 91,81 por ciento de los ciudadanos. Tres años y dos referéndum después, el modelo impulsado por el Rey Juan Carlos había finalizado formalmente y España y los españoles vivían de nuevo en democracia y libertad.
Papel decisivo en el 23-F
Durante aquellos años, la comunidad internacional observó el liderazgo de Juan Carlos I para llevar a España por un procedimiento pacífico que sirvió como modelo de cambio para otros países. Unos años, los de la Transición, que a punto estuvieron de desmoronarse tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, donde Don Juan Carlos jugó un papel decisivo para frenar el golpe militar. Un acontecimiento que en los libros de Historia se considera como la consolidación de la democracia.
Estas bases sólidas y duraderas permitieron que España saliera de un paréntesis que había durado 44 años. Tras cuatro décadas de dictadura, el país debía abrirse al mundo para conseguir una aspiración necesaria: su incorporación a las Comunidades Europeas.
El proyecto de dotar al país de identidad internacional se consiguió cuando pasó a formar parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1982; y culminó en 1985 con la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la integración efectiva en la Comunidad Económica el 1 de enero de 1986. A estos dos hitos se sumó otro importante: Juan Carlos I fue el primer monarca español que pisó el continente americano.
Al final de su reinado, sin embargo, los logros del padre de Felipe VI quedaron en un lejano segundo plano. A la Familia Real siempre se le exigirá ejemplaridad y Juan Carlos I cometió los mismos errores que algunos políticos o personalidades del mundo empresarial o cultural: tenía cuentas en el extranjero y compartía viajes con personas cuestionadas como la empresaria Corinna Larsen.
Restauró la Monarquía tras la dictadura y abrió a España al mundo con la entrada en la OTAN y la UE