Demasiada España

En ‘Cuándo olvidaré’, del disco ‘El Madrileño’, se escucha al principio el tango ‘Nostalgias’ y luego un corte de Pepe Blanco hablando sobre la canción española. Dice Blanco que un inglés no puede cantar un fandango, una jota o un pasodoble. Que él cantaría como Sinatra. Y se pone a inventarse el inglés como de los Morancos el día que aparecieron en la tele: «Uan ayuguain, acayoguani». Pero asegura que los de fuera no se pueden poner a cantar «ay, ayyyyyy y olé». El corte es de una entrevista de Lauren Postigo en ‘Cantares’. Pero no de su propio programa sino del de Rafael Farina. En el suyo reconoció que cuando él nació, en el cante estaba todo inventado. Imaginen cuando nació Antón Álvarez, también llamado Pucho, también conocido como C. Tangana. Claro que ni canta ni afina. Lo que hace es un fabuloso pastiche tirando de la tradición de la canción española (o del tango, de lo que pille). Con trompetas y trombones.

En el escenario arma una película de cine negro canalla con toques de juerga flamenca y boîte que se está filmando y proyectando en una pantalla gigante (ahí sale Pepe Blanco). Hasta tiene títulos de crédito. Visualmente es espectacular. Y distinto. Pero la gente ya venía de su casa como fan del personaje, de sus canciones, sabiéndoselas, sin adivinar que además le iban a dar ese montaje. ‘Ateo’ suena a ratos a Paulina Rubio. En ‘Demasiadas mujeres’ se escucha ‘Campanera’. Casi todo suena a otra cosa.

¿Que Puchito no sabe cantar? Da igual. Ahí tiene al Niño de Elche o a La Húngara. Y también se trae a Nathy Peluso (para ‘Ateo’). A quien se quiera unir a su juerga. La juerga que hace de los defectos propios, de las carencias, virtud. Quizá hay una España que se divide entre Rosalía y C. Tangana, como hace años entre Joselito y Belmonte. Aunque los toreros no salieron juntos. Ahora Rosalía está en otro mundo, en otro mercado, en otra división con su ‘Motomami’. No tengo muy claro que lo que vimos el sábado en el WiZink sea exportable. Demasiada España ahí dentro.