ABC (Andalucía)

Las razones de la peor racha de local del Real Madrid

- EMILIO V. ESCUDEROMA­DRID

Hablar del mejor Real Madrid de la era Laso son palabras mayores, pero era ese el calificati­vo al que se acercaban los blancos en la primera parte de la temporada. Hasta mediados de enero, los blancos tenían un balance de 16 victorias y solo una derrota en la Liga Endesa. Inicio casi perfecto que recordaba al de la campaña 2013/14 (un 17-0 entonces) y que se ha visto truncado desde la visita del Barcelona al WiZink. Derrota que supuso el principio del fin para los de Laso, que acumulan desde entonces cuatro derrotas en la ACB, todas ante su público, además de caer en la final de Copa y de dejarse por el camino el liderato de la Euroliga. Una crisis en toda regla cuyas causas son diversas y hay que buscarlas mucho antes de esa primera derrota ante los azulgranas.

Un calendario infernal

La cantinela por la acumulació­n de partidos es ya habitual en el mundo de la canasta, sobrepasad­os los equipos por un calendario al que no dejan de sumarse encuentros tras la ampliación de la Euroliga. Esto hace que los conjuntos apenas tengan tiempo para el descanso, algo que todos conocen desde el principio de la temporada y que no es excusa. Con ello conviven desde hace tiempo. El problema para el Madrid es que ese calendario cargado de por sí se volvió infernal por culpa de la pandemia. Los aplazamien­tos por el coronaviru­s derivados de la sexta ola diseñaron para los blancos un inicio de año muy complicado, con viajes muy largos y sin apenas días de descanso. Por ejemplo, antes de la Copa del Rey, el equipo tuvo que medirse en apenas una semana al Valencia Basket, al Fenerbahçe, al Barcelona y al Unicaja. Un maratón durísimo del que ya salieron muy magullados.

Poco antes de esa semana, los blan

cos habían recibido al Barcelona en medio de la euforia. Acumulaban entonces los de Laso 23 victorias y una sola derrota desde finales de octubre, con una trayectori­a casi inmaculada que solo se había roto con la visita al Palau en la Euroliga el 10 de diciembre. Pues bien, los de Jasikevici­us volvieron a salir felices del WiZink, decantando de su lado un nuevo clásico y metiendo una piedra más en la mochila con la que los blancos acuden a disputar ahora cada clásico. Con esa derrota ante los azulgranas, la segunda del curso, se dio inicio a una racha liguera que acumula ya cuatro decepcione­s seguidas en casa para el Madrid. Lo nunca visto a lo largo de la larga historia ya de la sección de baloncesto del club blanco. En medio de esta debacle de la ACB, llegó también la tristeza por la final de Copa, perdida también frente al Barcelona. Adiós al primer gran título de la temporada.

El calvario de las lesiones

Poco antes de la Copa, los blancos perdían para toda la temporada a Carlos Alocén por una rotura de ligamentos de la rodilla. Adiós a la temporada que se unía a una larga lista de dolencias que ha salpicado a casi todos los jugadores del vestuario. Pueden contarse con los dedos de una mano los que se han mantenido sanos durante toda la temporada. A este infortunio del base español se sumó ya en la Copa la baja de Causeur –le esperan varias semanas de ausencia–, dejando huérfana una posición muy importante para el técnico. Tocaba reinventar­se, con el agujero en el puesto de base, y eso no lo ha digerido por ahora bien el equipo. Como el propio técnico espetaba a sus jugadores en un tiempo muerto ante el Zalgiris –colista de la Euroliga ante el que cayeron con estrépito después de la Copa–, siguen en depresión y en busca de soluciones.

Volviendo a encontrars­e

Desde la final de Copa, los blancos han jugado dos partidos y los dos se han saldado con derrota. «Es una situación jodida, porque no me gusta perder», reconocía el técnico tras caer el domingo ante el Baskonia. La sexta derrota en nueve partidos. La cuarta seguida en casa. Toda vez que su figura en el banquillo parece intocable –cuenta con el apoyo de la directiva–, toca mirar a la cancha para encontrar las causas de la mutación del equipo. La llegada de nuevas piezas, como la incorporac­ión de los lesionados Thompkins y Randolph o el fichaje de Deck, varió el ecosistema al que se había acostumbra­do el equipo en el inicio de temporada. El empeño de Laso por meter en dinámica a estos jugadores –que deben ser importante­s en el futuro a corto plazo del equipo– ha lastrado el rendimient­o en algunos momentos. Un peaje que debería dar sus frutos a partir de ahora. Tanto Randolph como Deck van poco a poco mejorando sus números y a eso se agarra la canasta blanca, que vuelve a tener por delante un calendario complicado. Hoy juegan en Belgrado ante el Estrella Roja (19.00 horas DAZN) y el jueves visita el WiZink el Armani Milán de Sergio Rodríguez. Dos duelos complicado­s que pueden servir para dejar atrás la crisis o para agudizarla aún más.

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// EFE Gabriel Deck

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