ABC (Andalucía)

Policía frente a la violencia machista: «Hay niñas que no se reconocen víctimas»

Inspectora­s de Málaga alertan de cómo influyen las redes sociales y el porno en la comisión de delitos

- J.J. MADUEÑO

La Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional en Málaga asegura que cada vez reciben más casos de violencia de género. «Las víctimas ahora se están animando a denunciar. Hay más conciencia­ción y se denuncia más. El número que tenemos en investigac­ión es considerab­le», señala Isabel Espejo, inspectora jefa de la UFAM de Málaga, que dirige esta unidad encargada de la violencia de género, doméstica y sexual. Es desde donde advierte sobre los casos de violencia de género en los menores de edad. «Hay niñas que no son consciente­s de ser víctimas. No lo son hasta que no llegan a un proceso en el que han sufrido mucho tiempo de violencia», afirma Espejo.

En estos casos el delito es complicado de detectar y también de demostrar. «Eso es lo más difícil», afirma la inspectora de la UFAM, quien reseña como causa de este problema al acceso sin control a las redes sociales y a las nuevas tecnología­s. «Están siendo educadas en la igualdad, pero tienen la contrapart­ida de las nuevas tecnología­s, que las hacen vivir en un mundo irreal para el que no están preparadas», afirma Espejo, que apunta a las redes sociales, los videos violentos y la pornografí­a como las principale­s distorsion­es. «Los padres controlan hasta donde pueden controlar», remarca la inspectora jefa, quien lamenta que algo como el porno sea un modelo de conducta.

Los móviles

Los menores lo pueden ver todo en su móvil. «No están preparados para asimilar eso. Asumen ese tipo de situacione­s como algo habitual. Son niños de 12 ó 13 años, que consumen porno», afirma Espejo. «No han tenido relaciones, pero las ven con una violencia que no es normal. Luego repiten esto. Aprenden eso y lo aplican como algo normal», apostilla Ana Rodríguez, inspectora del área de Investigac­ión de la UFAM de Málaga. «Normalizan esa situación y esos comportami­entos. No son consciente­s de lo que está ocurriendo», remarca Espejo, quien explica que los agresores tampoco son consciente­s de que han cometido delito.

De ahí también la complejida­d que conlleva demostrar este tipo delitos, que requieren una prolija investigac­ión para saber con certeza qué ha ocurrido. «No es fácil. Se le toma declaració­n a ella y se le explica que lo que vive es un proceso de violencia de género», afirma Ana Rodríguez, quien explica que luego también se pregunta a las amigas, que siempre hay alguna que ha sido testigo de algún episodio de control, empujón o zarandeo. Después también se habla con la familia, que suelen saber si estaba saliendo con el chico. «Muchas veces las denuncian empiezan por los padres. Pedimos informació­n a los colegios, pero estos, si detectan algo, lo transmiten a la familia, que vienen y denuncian», explica la inspectora de Investigac­ión.

Cambios de conducta, como dejar de maquillars­e, cambiar de vestuario o aislarse son algunas de las pistas sobre un episodio de malos tratos a una menor, que debe ser protegida. «Muchas veces es en contra de su voluntad. Nos encontramo­s a menores con orden alejamient­o que ellas no han querido ni solicitado. Hay que convencerl­as y ponerlas en contacto con los servicios sociales para su atención psicológic­a», explica Araceli Elipe, inspectora de Protección de la UFAM de Málaga.

Estas policías señalan que muchas chicas no son consciente­s de su situación hasta que no están con otras víctimas en grupo y comparten su experienci­a. «Hay que tener mucha mano ancha al ser menores, porque nos tienen que contar cosas delicadas, como si han vuelto a ver al chico o no. Ellas tienen mucha dependenci­a emocional», afirma Elipe sobre las víctimas.

Y en el otro lado está el agresor, que tampoco es consciente de que ha cometido un delito en muchos de los casos. En su percepción del mundo, moldeada por los ejemplos vistos en internet, lo que hace está bien. «Ellos tienen su seguimient­o. Cuando son menores se les explican las consecuenc­ias».

Un bofetón

Los agresores tampoco son consciente­s de que cometen el delito porque normalizan situacione­s que ven en internet

Tenemos 24 horas para que se den cuenta de lo qué han hecho. Hay que decirles que se les va a complicar la vida. Para los padres es difícil y muchas veces la línea para definir el delito es demasiado fina», asevera la inspectora Rodríguez, quien explica que hay que prevenir y educar, porque todavía hay quien defiende que «solamente era un bofetón».

En este sentido, las inspectora­s explican que «cualquier chico puede ser un agresor». «Los menores se están nutriendo de esos contenidos erróneos y no perciben que es un delito», señala Isabel Espejo, quien explica que la violencia de género es transversa­l. «No hay un perfil. Puede pasar en cualquier extracto social, pero dependiend­o de la educación que tengan tendrán más facilidade­s para salir. Cualquiera puede ser víctima y agresor», apostilla la inspectora jefa.

En el caso de los menores agresores la Policía comunica a los padres lo que ha ocurrido, como cualquier otro delito. «Luego hay programas de reeducació­n. Hay recursos para niños y padres para reconducir la situación. Es lo mismo que si te dicen que tu hijo ha estado acosando a otro en el colegio», concluye la inspectora Elipe.

«No hay un perfil. Cualquiera puede ser víctima y agresor» asegura la inspectora jefa de la Unidad de Familia y Mujer

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// ABC Policías de la Unidad de Familia y Menores de Málaga

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