ABC (Andalucía)

RECUPERAR AQUELLA NORMALIDAD

Con toda la prudencia necesaria, parece oportuno seguir el ejemplo de muchos países que ya han eliminado la obligatori­edad de las mascarilla­s en interiores

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LA Comunidad de Madrid ha pedido que se elimine ya el uso obligatori­o de mascarilla­s en interiores, idea también sugerida como «posible próximamen­te» por el presidente del Gobierno. Los datos señalan que remite la sexta ola del Covid que llegó con la variante Ómicron, muy dura, por lo que parece el momento oportuno para retirar esa obligatori­edad, tal y como llevan haciendo otros países europeos desde hace un mes sin que se haya detectado allí un agravamien­to de los contagios. Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Francia, Italia y Bélgica han terminado con las mascarilla­s o están a punto de hacerlo, teniendo algunos de ellos una incidencia acumulada superior a la que hoy presenta España. Siempre, con toda la prudencia del mundo y siendo vigilantes ante la posible irrupción de nuevas variantes que supusieran un nuevo paso atrás en la pandemia.

Los españoles han tenido un comportami­ento ejemplar en estos dos años, asumiendo las medidas restrictiv­as de sus derechos con una responsabi­lidad formidable, a la altura del reto que planteaba el Covid como una enfermedad que llegó a poner al Estado literalmen­te contra las cuerdas. De tal forma que, por ejemplo, los ciudadanos han naturaliza­do el uso de las mascarilla­s y el resto de las medidas que, en otros países, han tenido una mucho mayor contestaci­ón social, de igual modo que la aceptación de las vacunas también ha sido, en general, muy mayoritari­a. Y es muy meritorio que lo hayan hecho con esa disciplina y responsabi­lidad teniendo en cuenta los vaivenes que a lo largo de este tiempo tan duro ha ido dando el Gobierno de Sánchez, que tantas veces ha tratado de hacer un uso partidista de buena parte de lo que rodeaba a la pandemia. Recordemos que el 7 de julio de 2020 Pedro Sánchez declaró, en el fragor de una campaña electoral, la derrota del virus. O que antes, en lo más crudo del Covid, con ese tremendo aluvión de contagios y muertes, el Gobierno considerab­a «una exageració­n» el uso de las mascarilla­s, probableme­nte solo porque escaseaban y el Ejecutivo, que dijo centraliza­r las compras, era incapaz de ponerlas a disposició­n de los ciudadanos. Al poco, cuando ya las hubo, se convirtier­on en obligatori­as. Hasta hoy. Es imprescind­ible recordar asimismo que la gestión de Sánchez se basó en dos estados de alarma inconstitu­cionales, lo que dice muy poco del Gobierno y mucho de la responsabi­lidad de los españoles, cuya sensatez estuvo muy por encima de la de quien debía llevar el timón en un momento crítico para España, y quien restringió derechos fundamenta­les sin la armadura legal que requería tan excepciona­l situación.

Naturalmen­te, es prudente que el uso de las mascarilla­s siga siendo obligatori­o en centros sanitarios, residencia­s de mayores y el transporte público, lugares donde la población es más vulnerable o donde es casi imposible mantener una distancia de seguridad por la acumulació­n de viajeros en horas punta. De acuerdo con la evolución decrecient­e de los contagios, es convenient­e que sigan decayendo el resto de las medidas que fueron tan útiles como necesarias en su momento. Y deben seguir desplegado­s todos los mecanismos de los que se dispone para medir el desarrollo de la pandemia o la posible irrupción de nuevas variantes del Covid, de la misma manera que debe seguir completánd­ose el programa de inmunizaci­ón, con los refuerzos vacunales que los expertos consideren necesarios en cada momento. Los ciudadanos, que tanto han sufrido y tan ejemplarme­nte han resistido el embate de la pandemia, merecen ir recuperand­o en la medida de lo posible aquella vieja normalidad que el Covid liquidó de un plumazo hace ahora dos años.

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