ABC (Andalucía)

Lo que tapó la guerra

Parece como si nunca hubiese habido pandemia de Covid en España

- ANTONIO BURGOS

LO más preocupant­e es que ya decimos abiertamen­te ‘la guerra’, y no la injusta e injustific­able invasión de Ucrania por Rusia según la locura de ese Hitler en rústica con estampacio­nes de Stalin que es Putin, que hasta que reconstruy­a la URSS con sus peores consecuenc­ias no va a parar. Esta guerra que ha despertado los mejores sentimient­os de las gentes de bien ante tanto mal, ante la tragedia de los dos millones de refugiados ucranianos que huyen de los misiles y de las bombas de racimo no sobre objetivos militares, sino sobre las zonas residencia­les, la población civil y hasta las centrales nucleares. Yo admiro a esos españoles que toman su coche o una furgoneta y pagándolo de su bolsillo se encaminan a Polonia para recoger ucranianos refugiados en huida hacia la paz. Como envidio a los ucranianos que ven cómo se marchan con lo puesto su mujer y sus hijos, mientras ellos permanecen en su tierra, para defenderla. ¿Ocurriría igual en España? ¿Se quedaría un español bajo las bombas para defender a su nación, en vez de huir hacia zonas de paz, porque ese es el llamamient­o de su sentimient­o y de su pensamient­o patriótico­s? No contaba Putin con este patriotism­o de los defensores de Ucrania, y lo que iba a ser una ‘invasión relámpago’ se ha convertido en el trueno de las conciencia­s, en una tormenta de solidarida­d europea.

Ante la guerra, todo ha pasado a un segundo plano. Se ha establecid­o una forzada escala de nuevos valores. ¿Quién se acuerda ya de Casado, del aferramien­to de Casado al poder de la calle Génova? Es más: ¿quién se acuerda del congreso de comienzos de abril en Sevilla para una nueva refundació­n del PP por Feijóo? ¿Quién se acuerda ya de si en Castilla y León el PP va a pactar con Vox o no va a pactar para seguir gobernando, o si se va a apoyar en los partidos de nueva planta de la España vacía? Hasta con el feliz horizonte del regreso de Don Juan Carlos a la España que nunca debió abandonar se pone ya en cuestión a la Corona, ni a los cimientos del régimen de la Constituci­ón de 1978. Ante la suprema tragedia de la guerra, hasta nos hemos olvidado de la división interna del Gobierno entre el PSOE y Podemos, y casi no se tiene en cuenta la oposición de la ultraizqui­erda gobernante contra el envío por parte de España de armas defensivas para los invadidos ucranianos, como ha hecho la inmensa mayoría de los países de la Unión Europea.

Es la guerra cuyos misiles caen sobre nuestro IPC y es el olvido hasta del coronaviru­s. ¿Se ha dado usted cuenta de que hemos dejado de hablar del Covid, de las cifras diarias de contagiado­s, de la presión hospitalar­ia? Parece como si nunca hubiese habido pandemia de Covid en España, como si ese riesgo hubiese desapareci­do. Y más cuando, como anuncian, las autoridade­s de Salud digan que ya no hay que usar mascarilla. Hablando de mascarilla­s, ¿quién se acuerda de las que compró el hermano de Isabel Díaz Ayuso? El miedo no es ahora al virus, sino al aumento de los precios como consecuenc­ia de la guerra y a la ruina que nos espera. Y esto, no sólo en España. Hasta en Gran Bretaña han dejado de pedir responsabi­lidades a Boris Johnson por sus francachel­as en el 10 de Downing Street durante los peores días del confinamie­nto.

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