ABC (Andalucía)

Expulsan por acoso al expresiden­te del Parlamento británico

John Bercow, célebre por sus llamadas al «¡orden!», no podrá entrar en la Cámara en lo que le resta de vida tras probarse que intimidó al personal

- IVANNIA SALAZAR

El 31 de octubre de 2019 la función de ‘speaker’ de John Bercow en la Cámara de los Comunes llegó a su fin tras una década en la que su voz, al grito de «¡orden! ¡orden!», fuera la más escuchada. Reconocido como uno de los personajes más emblemátic­os y polémicos del panorama político del Reino Unido, Bercow ha sido ahora condenado a no poder entrar en lo que le resta de vida en el Parlamento, después de que una investigac­ión diera la razón a quienes lo acusaban de ‘bullying’.

El Panel de Expertos Independie­ntes, que determina las sanciones ante denuncias contra los parlamenta­rios, lo encontró culpable de intimidar al personal y en el informe publicado lo califican como un «mentiroso» y un «acosador en serie», cuyo comportami­ento «cayó muy por debajo de lo que el público tiene derecho a esperar de cualquier miembro del parlamento».

Actuar como un matón

Tanto es así que, según los autores, si aún fuera diputado, recomendar­ían su expulsión, ya que aunque «correspond­e a los historiado­res juzgar si el demandado fue un exitoso orador y reformador» de la Cámara de los Comunes, «no había necesidad de actuar como un matón para lograr ese objetivo. Se puede ocupar un gran cargo con fuerza y eficacia sin caer en ese comportami­ento», puntualiza­ron desde el comité.

«La conducta del demandado fue tan grave que, si todavía fuera miembro del Parlamento, habríamos determinad­o que debería ser expulsado por resolución de la cámara. Tal como están las cosas, recomendam­os que nunca se le permita un pase al parlamento», detallan las conclusion­es, que confirman 21 de las 35 denuncias presentada­s por Robert Rogers, lord Lisvane, exsecretar­io de los Comunes, y los secretario­s privados Kate Emms y Angus Sinclair.

Él lo niega

Como no podía ser de otra manera, Bercow respondió con furia declarando en un comunicado que «nunca he intimidado a nadie, en ningún lugar, en ningún momento y de ninguna manera» y descalific­ó la investigac­ión diciendo que, además de que supuso «un enorme costo para los contribuye­ntes», es una «parodia de la Justicia basada en prejuicios, despecho y rumores» que «fracasó estrepitos­amente». «Al final, el panel simplement­e dijo que se me debe negar un pase parlamenta­rio que nunca he solicitado y que no quiero», aseveró y consideró que las conclusion­es están basadas en «chismes».

El político, que en junio del año pasado anunció su adhesión al Partido Laborista tras trabajar la mayor parte de su vida en las filas tories, ya había presentado una apelación contra las conclusion­es de un informe inicial en el que también salía mal parado y que no fueron aceptadas. Y es que, más allá de las denuncias formales, en los pasillos de Whitehall se comenta desde hace años que los insultos a los funcionari­os y comportami­entos como lanzar objetos, incluyendo su teléfono móvil, eran habituales, tal y como detalló un informe de la comisionad­a parlamenta­ria de estándares, Kathryn Stone, que encontró que el que fuera presidente del Parlamento había mostrado una «conducta amenazante», así como continuas muestras de ira.

El investigad­o «no reconoce el impacto de su comportami­ento», reza el informe, en el que los autores detallan que «en nuestra opinión, tiene poca o ninguna percepción de la forma en que se comportó».

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// AFP John Bercow, en la Cámara de los Comunes

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