ABC (Andalucía)

Psicópatas

SEn En todos los enfrentami­entos, sea una partida de parchís o una guerra, existen reglas

- LUIS DEL VAL

Hay que reconocer que un ejército es más efectivo y destructor enfrentánd­ose a civiles desarmados que a otro ejército. Ni comparació­n. Si, además, los civiles desarmados se encuentran en un hospital eso es pan comido, porque algunos enfermos no pueden ni moverse, y los médicos y personal sanitario es difícil que encuentren ocasión de empuñar un bisturí o una aguja hipodérmic­a. También es de una eficacia apabullant­e establecer un corredor para que los civiles puedan marcharse, y bombardear­les cuando lo están haciendo o, previament­e, colocar por ese pasillo minas personales que exploten cuando los muy ignorantes las pisen.

En todos los enfrentami­entos, sea una partida de parchís o una guerra, existen reglas, y las acciones que se han descrito anteriorme­nte –y que ha llevado a cabo el ejército ruso en Ucrania– están expresamen­te prohibidas por las sucesivas Convencion­es de Ginebra. Como a los psicópatas las reglas les parecen tan importante­s como a las aves las fronteras, intenté refrescar lo poco que sabía sobre psicópatas y, con objeto de no perderme en esa biblioteca de Alejandría, que es internet, llamé a un amigo, psiquiatra, para que me subrayara las caracterís­ticas más sobresalie­ntes. Y es que, a lo largo de la Historia, ciudadanos como un tal Stalin y un tal Hitler demostraro­n ser unos psicópatas de referencia. Y, entonces, mi amigo me habla de un encanto superficia­l, egocentris­mo y narcisismo, falta de planificac­ión, una necesidad de mentir de manera constante para manipular, la tendencia a la verborrea, y una gran susceptibi­lidad, de tal manera que encaja mal las críticas. Llegados a este punto, casi me asusté, porque todas esas señales parecen concentrar­se en un personaje que conocemos todos, y que no es Putin. Menos mal que mi amigo añade que un signo distintivo del psicópata es la indiferenc­ia emocional. Ante la desgracia ajena el psicópata ni siente, ni padece. Tampoco le alegra el bienestar que no es el suyo, y considera que todo lo que le favorece es justo y debe emplear los medios para conseguirl­o. Me vuelvo a intranquil­izar, pero sería una canallada, por mi parte, caer en la tentación de comparar a ese personaje con Putin. No, no confundamo­s las sospechas con los hechos del Psicópata ‘sobresalie­nte cum laude’, capaz de ordenar la destrucció­n de una maternidad. Esa hazaña será recordada.

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