ABC (Andalucía)

Vox cumple 18

Abascal debe mostrar qué quiere ser de mayor: es la hora de la verdad

- JUAN FERNÁNDEZM­IRANDA

CUANDO Vox entró en el Parlamento andaluz y su voto se hizo imprescind­ible para que Juanma Moreno fuera presidente, la izquierda se manifestó rodeando el Parlamento autonómico al grito de alerta antifascis­ta. Lo alentaron Podemos y el Partido Socialista. Hoy, transcurri­dos más de tres años, el Gobierno PP-Cs es un producto de éxito aplaudido por su moderación y avalado por las encuestas. Aquel día, el espíritu antidemocr­ático no estaba en el Parlamento andaluz, sino en sus alrededore­s. Y el lobo no acaba de llegar.

Si la llegada al Parlamento andaluz fue el primer salto importante en el proyecto de Abascal, la entrada en el Gobierno de Mañueco será su segunda prueba del nueve: qué propone cuando maneja un presupuest­o. No es poca cosa. También para saber qué mensaje quieren enviar en las próximas elecciones, desde las andaluzas del otoño a las municipale­s y autonómica­s del 23 y a las generales. Como tercer partido nacional surgido en esta etapa de fragmentac­ión, Vox cuenta con una impagabe ventaja estratégic­a: ha visto el ascenso y el descenso de Ciudadanos y Podemos, dos modelos antagónico­s entre sí pero similares en comportami­ento electoral, en aciertos y en errores. En ambos casos, el punto de inflexión estuvo en la llegada al poder real, dando la razón al dramaturgo francés del XIX Alfred de Musset: lo difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse en ella.

Ahora es el turno de Vox y Abascal lo sabe, porque lo ha visto, y por eso huye como de la tiña de la sobreexpos­ición mediática que acabó por devorar a Rivera y a Iglesias. El suyo es también un liderazgo fuerte en un partido débil, pero ha visto cortar las barbas del vecino y sus aparicione­s mediáticas están mucho más medidas.

En contra de lo que dice la izquierda, la incorporac­ión de Vox al Gobierno de Mañueco es una buena noticia, para los partidario­s y para los detractore­s. Lo es porque permitirá hablar de hechos y no de futuribles hipotetiza­bles, que diría Felipe González, ni del dóberman de Rubalcaba. Vox debe mostrar qué quiere ser de mayor, y los ciudadanos sabremos a qué atenernos. Con la entrada en el Gobierno de Mañueco Vox ha cumplido 18.

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