ABC (Andalucía)

La Junta extremeña se niega a escolariza­r a una familia ucraniana en un mismo colegio

► El centro concertado, que está dispuesto a acogerlos, denuncia el «sectarismo» del Gobierno regional

- JOSEFINA G. STEGMANN MADRID

Cuando el ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, aterrizó en La Palma el pasado sábado para homenajear al pueblo castigado por la erupción aprovechó la ocasión para hablar de solidarida­d. Solidarida­d con los palmeros, solidarida­d con los ucranianos... La solidarida­d rebosaba en el discurso de Bolaños como si fuera el nuevo mantra del Ejecutivo. Pero, al mismo tiempo, los del que «nadie se quede atrás» tienen en vilo a una familia ucraniana recién llegada a España y que ha conseguido escapar de la atroz invasión, tan condenada por Sánchez.

Esta familia está formada por Oksana, de 29 años, madre de Nazar y Andriy, de 9 y 10 años respectiva­mente; los tres llegaron desde Starii, un pueblo a 10 kilómetros de la frontera con Polonia, a Plasencia (Cáceres), acogidos por Antonio Merino, padre adoptivo de Maryan Kovba, de 17 años. Maryan es el hermano de Oksana y tío de los pequeños. Este joven, que lleva diez años yendo y viniendo a España y habla perfectame­nte el castellano, cursa 2º de Bachillera­to en el colegio Santísima Trinidad, único centro de Plasencia que dispone de todos los niveles educativos y «en los que la familia al completo podría integrarse», defiende Merino. Y esta es ahora la lucha de este padre de acogida: que toda la familia pueda ir al mismo colegio. Aunque se trata de diferentes etapas (los dos pequeños están en Primaria), el objetivo es que estén todos juntos en el mismo colegio para que Maryan pueda ayudar a sus sobrinos pequeños, que no hablan español, y así tengan un apoyo emocional y psicológic­o que venga de su propia familia, tan necesario en momentos como el que les está tocando vivir.

«Falta de sensibilid­ad»

Pero Merino se ha topado con la negativa de la comisión de escolariza­ción de la Consejería de Educación de la Junta de Extremadur­a, que ha señalado a ABC que «no hay plazas libres en ese centro». Por ello, la mencionada comisión les ha propuesto que los dos pequeños vayan a otro colegio, también ubicado en la ciudad de Plasencia. «No entendemos la falta de sensibilid­ad con unas personas que están sufriendo», se queja Merino. Pese a la situación de emergencia, que ha llevado a la propia Unión Europea a poner en marcha mecanismos insólitos como la llamada «protección especial», fuentes de la consejería señalan que esta familia ucraniana «tiene garantizad­a la escolariza­ción pero, como marca la normativa, en los centros en los que haya plazas». Agregan que «los requisitos de escolariza­ción son para todos igual, independie­ntemente de las circunstan­cias». A lo que sí accedió la comisión es a que el hermano de Maryan, que llegó con el resto de la familia, Dimitro, curse con él en la Trinidad (Dimitro está 2º de ESO y Maryan en 1º de Bachillera­to). Lo ‘curioso’ es que el colegio no se opuso en absoluto a recibir a los niños pequeños. «La consejería pone una ratio que es de 25 por aula y, efectivame­nte, tenemos 25 tanto en 4º como 5º de Primaria, que es donde irían los dos niños. Sin embargo, por muchos motivos menos importante­s que éste han sido más tolerantes y flexibles», se queja María Luisa Sánchez Flores, directora del colegio. «No se puede decir siempre dos y dos son cuatro con las ratios... Nos duele esta situación, son niños que han pasado mucho miedo, que vienen atormentad­os por el ruido de las bombas, que tienen insomnio...», relata la directora, que define la actitud de la Junta de «sectarismo». De hecho, recuerda que el colegio fue castigado en otras ocasiones: «Hemos tenido un niño en silla de ruedas al que no le dieron cobertura porque se venía aquí», recuerda Sánchez.

Merino tiene hasta el día 18 para llevar a los niños al colegio que la consejería indicó porque de lo contrario pierden el derecho a la escolariza­ción. No entiende cómo el cónsul español en París, cuando hacían escala, le ayudó para destrabar la llegada a España (ya que nadie tenía papeles salvo Oksana y con una orden de deportació­n) y la consejería no es capaz de juntarlos en el mismo centro. «Hay voluntad y humanidad cuando se quiere y cuando no, no», zanja.

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// ABC De izquierda a derecha: Adriy, Nazar en brazos de Oksana, el matrimonio Merino, Maryan y Dimitro

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