Esquerra Republicana aparca el independentismo para competir con el PSC por el poder municipal
ERC quiere presentar a Gabriel Rufián como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet
De sólo independentista a esencialmente socialdemócrata. Del Palacio de la Generalitat al Ayuntamiento de Barcelona. De la Cataluña interior y soberanista al área metropolitana, conocida como ‘cinturón rojo’ por el signo de su voto y tradicionalmente inexpugnable para los partidos independentistas. De competir con Convergència –y con sus transformaciones, la última, Junts– por ser el primer partido independentista, a salir en busca de los votos del PSC para asentarse en el territorio y convertirse en el partido hegemónico de Cataluña.
Es el siguiente paso que ha planeado Oriol Junqueras para Esquerra. Ganada la Generalitat, con Pere Aragonès ocupándose de la gestión del día a día y de la institucionalidad, y Junts deshilachado por sus inacabables guerras internas y escisiones, los republicanos mantienen la independencia como idea, como gran objetivo de final de trayecto, pero se centran en ‘ampliar la base social del independentismo’ entre los catalanes más reacios a este sentimiento.
La gran apuesta de Junqueras es la designación de Gabriel Rufián como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet, la ciudad más difícil para Esquerra, en la que sólo en las últimas elecciones municipales consiguió obtener representación –tres concejales sobre 27, Junts no obtuvo ninguno–. Rufián aún no ha aceptado, pero es poco probable que se niegue cuando su líder natural se lo pida formalmente. El diputado, uno de los fichajes más insólitos y arriesgados de la historia de ERC –Junqueras lo vio claro cuando muchos de sus cuadros dudaban–, le sirvió al partido, al principio, para volver permeable la frontera electoral con Podemos. Por expresarse en español y con su singular estilo, tiene un tirón considerable entre el público de extracción más humilde. Esquerra no espera ganar la alcaldía de Santa Coloma –la alcaldesa Núria Parlón gobierna con una holgada mayoría absoluta de 17 concejales– pero sí duplicar los tres representantes que hoy tiene. «Cinco o seis serían un muy buen resultado y de siete para arriba un exitazo», explican fuentes republicanas.
La elección de Rufián como candidato para Santa Coloma tiene mucho de simbólica. Es una declaración de intenciones de los republicanos y va en la línea de uno de los principales argumentos de Junqueras, alrededor de la idea de que el independentismo necesita contar con un apoyo mucho más mayoritario en la sociedad catalana para lograr su objetivo. Este argumento, que tantas críticas y acusaciones de ‘traidor’ le ha valido desde Junts y de la CUP, y en general desde el independentismo más irredento, ha inspirado la actuación política de Esquerra desde el fracaso del referendo secesionista de 2017, y más allá del ruido mediático y partidista ha llevado a ERC a la presidencia de la Generalitat –lo que no sucedía desde antes de la Guerra Civil– y a ganar en Cataluña las elecciones generales y europeas, así como las municipales en Barcelona.
Compatible con el Congreso
Ser diputado en las Cortes es compatible con ser concejal, por lo que Rufián no renunciará de momento a su escaño. Sobre si finalmente lo hará, en su partido señalan que dependerá del resultado, y que no es lo mismo que Parlón pierda la mayoría absoluta y necesite a Esquerra para gobernar, a que el resultado de los republicanos sea bueno pero no varíe en mucho la dinámica política de la ciudad.
En Barcelona, Esquerra parece decidida a aceptar la determinación de Ernest Maragall por convertirse en el segundo hermano de la familia que alcanza la alcaldía. Por su avanzada edad (79), el partido tendrá especial cuidado en ponerle a un segundo relevante que pueda asumir sus funciones en cualquier momento o ser en 2027 su sucesor. Lo que en Esquerra es armonía, unidad y una maquinaria electoral engrasada, en Junts es discordia. Las guerras internas no permiten ninguna estrategia clara y todos los liderazgos están en cuestión. Incluso el de Carles Puigdemont, a quienes sus partidarios más acérrimos aconsejan que abandone la presidencia de Junts para centrarse en liderar su Consejo para República, una organización con sede en Bélgica que tiene por único propósito conseguir la independencia de Cataluña.
Puigdemont no quiere entrar en la guerra fratricida de su partido pero recela de las pretensiones del consejero de Economía, Jaume Giró, de ser el próximo candidato de Junts a la presidencia de la Generalitat, por sus complicidades empresariales y porque «tiene su propia agenda y sus propios intereses» que ni el expresidente ni el partido pueden controlar. De todos modos asume que la debilidad de las otras sensibilidades de la formación pueden franquear esta candidatura. Si dependiera de su voluntad, su sucesora sería la concejal del Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi, por la que profesa gran afecto y admiración, pero Artadi ha rechazado esta posibilidad cuantas veces se le ha ofrecido.
La nueva Esquerra socialdemócrata, la vieja Convergència en proceso de descomposición y la CUP de siempre autoexcluida de la articulación política catalana dibujan un mundo independentista más preocupado por sus circunstancias que por la inminencia de un gran desafío colectivo.
Los republicanos mantienen la independencia como gran objetivo, pero se centran en ampliar su base social