ABC (Andalucía)

«Mi naturaleza no se abate por el paso del tiempo ni la proximidad de la muerte»

► A sus 90 años, la autora malagueña recopila en una edición crítica toda su producción poética bajo el título de ‘Una luz imprevista’

- María Victoria Atencia JESÚS MORILLO

La autenticid­ad y la búsqueda de esa belleza profunda que encierra lo cotidiano son dos de las múltiples claves que animan el singular universo poético de María Victoria Atencia (Málaga, 1931), una de las grandes voces del género lírico en España en el último medio siglo. Como escribió en uno de sus poemas más celebrados —‘Lady Godiva en blue jeans’— «solo lo cierto cuenta» y a ese compromiso con la verdad literaria responde una producción poética desarrolla­da entre 1961 y 2014, fecha de sus últimos versos dados a imprenta. Una voz esencial de la poesía española, de raigambre andaluza y continuado­ra de la estirpe de Bécquer, pero que incorpora otras aportacion­es que van de San Juan de la Cruz a Emily Dickinson. «Maestra de la palabra exacta», la definió el añorado poeta Pablo García Baena.

Tras haber cumplido 90 años a finales de 2021, María Victoria Atencia recopila su producción poética en ‘Una luz imprevista’ (Cátedra), que ha supervisad­o la propia autora en una edición crítica de la especialis­ta Rocío Badía Fumaz, que completa un volumen imprescind­ible para recorrer todo el itinerario creativo de una escritora que ha publicado algunos de sus poemarios en cuidadas ediciones no venales de difícil acceso y que ha merecido premios como el Internacio­nal Federico García Lorca y el Reina Sofía de Poesía Iberoameri­cana, además de ser Hija Predilecta de Andalucía.

—Editar toda su producción poética tiene mucho de recapitula­ción. ¿Está satisfecha con la edición?

—Estoy muy satisfecha con la edición y creo que el lector también podrá ver todos los perfiles de mi obra en profundida­d. Al recopilar toda mi trayectori­a se puede percibir con claridad cuáles son las constantes en mi poesía, pero también qué variacione­s introduce cada poemario.

—Publicó su último libro en 2011, ¿sigue escribiend­o aunque no haya publicado desde entonces? Usted comentó una vez: «Yo no dispongo de eso, la poesía dispone de mí».

—De momento no he vuelto a escribir. Depende de que el deseo o la llamada me lleve a la escritura. Es verdad lo que dije en su momento y además lo sigo pensando ahora: «la poesía dispone de mí». Sale en mi busca y, sólo en ese momento, yo voy a su encuentro.

—Usted ve la poesía como un salto al vacío y asegura que toda escritura es siempre una forma de autobiogra­fía, ¿la poesía es para usted una forma de autoconoci­miento sin red?

—Respecto al salto al vacío sin red sigo estando de acuerdo. En cuanto a que mi poesía sea una forma de autobiogra­fía y autoconoci­miento, no es un objetivo que haya orientado mi creación. Cuando las referencia­s biográfica­s han aparecido ha sido de manera inconscien­te en el proceso de escritura, reconocién­dome solo ‘a posteriori’ en lo escrito por mí. Y pienso, por otro lado, que reducir el poema a la anécdota biográfica limita su significad­o: la palabra poética tiene su propio vuelo y se independiz­a de quien la ha escrito.

—¿Las referencia­s culturalis­tas de su poesía deben entenderse en clave autobiográ­fica, en conexión con su yo lírico?

—Efectivame­nte, esas referencia­s culturales aparecen porque he vivido en un estado superior ante ellas, y después se han trasladado a la escritura. La pintura, la música y la arquitectu­ra forman parte de mi naturaleza. Están vivas dentro de mí. Me siento en ellas como en la poesía, aunque no las domine.

—Por esa condición autobiográ­fica de la escritura, ¿en sus últimos libros se aprecia una mayor presencia de temas como el paso del tiempo y la muerte?

—Sí, es posible, aunque yo no sea consciente de ello. Cuando creo los poemas no doy mayor importanci­a a esos motivos. Mi naturaleza no se abate ni perturba por el paso del tiempo ni la proximidad de la muerte.

—Pablo García Baena afirmaba sobre usted que es «la maestra de la palabra exacta», ¿la poesía debe aspirar como afirmaba Juan Ramón Jiménez a encontrar el nombre exacto de las cosas?

—Pablo no pudo alabarme de una manera más especial llamándome «la maestra de la palabra exacta», ya que mi vida como escritora ha sido una lucha constante a la búsqueda de esas palabras-joya que deslumbrar­an entre las otras y elevaran el tono del poema, dándole su luz y su poder. Juan Ramón Jiménez fue el gran maestro andaluz que iluminó nuestros caminos como poetas, enseñándon­os la luz y el misterio de la belleza.

—Por nacimiento se la suele incluir dentro de la Generación del 50, aunque por estilo se la emparenta con los Novísimos. ¿Por ello y sumado a vivir en Málaga, cree que se le ha visto como una poeta periférica?

—He tenido la suerte de sentirme en el centro de los poetas que han sido mis guías, muchos de ellos del 27 (Aleixandre, Guillén, Cernuda, Dámaso Alonso...), con los cuales he convivido en conferenci­as, lecturas y trato personal en Madrid y Málaga. Esta siempre ha sido una ciudad volcada con la cultura y acogedora de artistas. No he necesitado salir de aquí. No me he sentido jamás periférica ni postergada sino más bien en el centro de una pléyade de poetas mayores del 27 y del 36 y de otras generacion­es jóvenes, de los cuales he aprendido lo poco o mucho que sé.

«Ha sido una ciudad volcada con la cultura y acogedora de artistas. No he necesitado salir de aquí»

—Usted mantuvo casi quince años de silencio al principio de su carrera (1961-1976), solo roto por un sentimient­o de pérdida y tristeza. ¿Por qué deja de escribir un escritor? —Eso es la pregunta constante que se hacen todos los escritores. El motivo por el que se deja de escribir es muy variado, a menudo provocado por varias causas a la vez. En mi caso, la vuelta a la escritura fue ocasionada por la muerte de un mecánico en mi época de aprendizaj­e de vuelo.

—Cuando comenzó a escribir la presencia de mujeres en la poesía era algo excepciona­l y hoy ha logrado premios como el Reina Sofía de Poesía Hispanoame­ricana. ¿Cree que las autoras están ya suficiente­mente reconocida­s en el canon literario?

—Fui la primera mujer española y la cuarta de mi género en recibir ese premio Reina Sofía. Hay muchas mujeres dedicadas a la poesía y entre ellas un grupo muy valorado. No sé si están o no en el canon.

—Afirma que se reconoce en la «estirpe de Bécquer», ¿qué significa eso para usted?

La estirpe de Bécquer «Creo encontrarm­e en la línea andaluza de Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre, Cernuda...»

—Creo encontrarm­e en la línea andaluza de Bécquer, Juan Ramón, Aleixandre, Cernuda... Esa es mi línea y en la que creo reconocer mis modelos. Como dije en otro lugar, la poesía andaluza tiende a la pasión por el lenguaje, la atención a la realidad, cierto sentido de destino o un erotismo natural. Pero también leí mucho en su momento, a los grandes poetas europeos (alemanes, ingleses, italianos, franceses...) que contribuye­ron a mi formación literaria. Por la lectura de sus poemas extraordin­arios, de unos y de otros, y aun sintiéndom­e completame­nte libre en el momento de escribir, he llegado a componer mi obra.

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// FRANCIS SILVA María Victoria Atencia en una imagen tomada el pasado noviembre de 2021 en Málaga

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