ABC (Andalucía)

Almudena Cid, tras su separación de Christian Gálvez: «Me he sentido tan engañada»

► La sobreexpos­ición del nuevo amor está siendo difícil, incómoda y desgarrado­ra para la exgimnasta

- SAÚL ORTIZ

Hace poco más de veinte semanas, Christian Gálvez pregonaba su amor por ella en las redes sociales.

Almudena Cid compartía con sus seguidores los mensajes de una pasión que, por aquel entonces, no era más que ceniza reposando sobre la cama. Hacía pocos días que la gimnasta y el presentado­r habían celebrado su décimo aniversari­o de boda y todo parecía estar en su sitio. Ninguno de los dos aparentaba tener dudas sobre unos sentimient­os que nacieron al calor de los focos y que, ironías del destino, han quedado deshilacha­dos, cuestionad­os y humillados entre luces y cámaras.

Un poco de oxígeno

Almudena bebía los vientos por él. Sentía que Gálvez era el mejor compañero que podía tener. A fin de cuentas ambos habían demostrado que con amor y paciencia hasta el más farragoso de los problemas podía resolverse. Algo cambió de repente. Cid empezó a notar que Gálvez había alterado sus formas caballeros­as, que no era el mismo. Fue cuando pidió un poco de oxígeno para poder estudiar, a fondo, el guion de la obra de teatro ‘Una historia de amor’ que, tras triunfar en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, estará de gira por toda España. No fue una ruptura ni tampoco se disfrazó de adiós temporal. Ambos entendiero­n que la petición de Almudena era casi un grito de auxilio en tiempos de máxima presión.

A partir de entonces, todo fue muy rápido. Demasiado. El anuncio de la separación fue categórico y los rumores empezaron a acumularse en las esquinas de ese plácido hogar en el que convivían. Almudena sabía que algo estaba pasando, que no era casual tanta celeridad en los movimiento­s. Perpleja, sostenida por su familia y los compañeros de teatro, preguntó hasta quedar sin aliento. Christian había empezado una relación con Patricia Pardo y si las fechas no encajan, menos lo hacen los sentimient­os.

La sobreexpos­ición del nuevo amor está siendo difícil, incómodo y desgarrado­r. La actriz está destrozada y se recompone, como puede, de un golpe demasiado certero. Asiste impávida a ese enamoramie­nto repentino y televisado de su ex y llora de impotencia ante lo que considera un engaño. Dice poco, pues no es necesario expresarse con frases inacabable­s para empatizar con su dolor: «Me he sentido tan engañada… Ahora necesito comportarm­e acorde a mis valores. Quizás algún día se sepa todo», repite con una dulzura quebrada por la traición.

Una farsa

Almudena Cid no está bien. Su entorno más próximo ha cerrado filas en torno a ella y se ocupa de que pase sola el menor tiempo posible. La casa de los amigos en la que vive desde entonces se le cae encima por todos esos recuerdos de lo que ahora, piensa, fue una farsa.

Un matrimonio que parecía el extracto almibarado de un cuento de hadas pero que, con la perspectiv­a del dolor punzante y devastador, no fue más que un canto de sirena. «No sé con quién estuve», expresa la exgimnasta Almudena Cid sin pedir nada a cambio, sin aspaviento­s y sin hacer de su sufrimient­o un espectácul­o. Una rosa no florece en cuatro días.

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