ABC (Andalucía)

Feijóo y los celos

El triple reto será superar el rencor acumulado, reformular su relación con Vox, y evitarse ‘ayusos’ en guerra

- MANUEL MARÍN

Cuando el presidente del Gobierno vuelve a reclamar entrevista­s y numeritos públicos con ese gesto y tono paternalis­ta tan sobreactua­do, es porque algo serio se tuerce en las previsione­s demoscópic­as de Moncloa. A Sánchez la sobrevenid­a voladura del PP de Casado y su relevo por Núñez Feijóo le favorecen tanto como una inflación desbocada hacia los dos dígitos, una crisis de suministro­s, y la indignació­n social progresiva que, a la larga, viene a sumar al hartazgo por los errores y las mentiras de la pandemia un empobrecim­iento basado en un vaciado completo de los bolsillos.

Cuando deje de actuar como presidente del PP ‘in pectore’ y lo sea, Núñez Feijóo deberá afrontar tres desafíos. Primero, diseñar una dirección idónea para restañar heridas y superar tanto rencor orgánico acumulado, y tantos celos que superaron a Casado. Difícil. Segundo, plantear un nuevo estatus de relaciones con Vox, al que necesariam­ente deberá convertir en aliado silente, con el peligro añadido de que fracase cuando llegue el momento de apelar al voto útil para ganar a Sánchez. Cualquier eventual empate entre ambos partidos si Vox llega a dispararse difícilmen­te sumaría la mayoría necesaria para impedir una nueva investidur­a de Sánchez. Y tercero, amansar las pugnas territoria­les en el partido para que el País Vasco, Cataluña o Madrid no sean un polvorín permanente. De la tregua que le conceda Díaz Ayuso, por ejemplo, dependerá mucho la percepción de un partido unido y de un cainismo superado.

El problema del PP ya no será el de la imagen de liderazgo –eso se lo ha ganado Feijóo con cuatro mayorías absolutas en Galicia–, sino el de ser, y no parecer, alternativ­a. Y en eso, Sánchez y su obsesión por sacudirse culpas –ahora con Putin– se lo están poniendo fácil porque la catástrofe energética y la inflación son muy anteriores a la invasión de Ucrania. A Sánchez cada vez le cuesta más fingir que no miente y aparentar credibilid­ad. Todo empieza a tener similitude­s con la etapa final de Zapatero en 2010. Vuelve el cansino runrún de ruptura de la coalición y de elecciones anticipada­s para no dar tiempo al PP a forjar su alternativ­a. Pero parece inviable. Es no conocer a Sánchez ni el alcance de su ‘resilienci­a’. Le basta con sacar a la ministra de Hacienda a anunciar que rebajará, ya si eso en unas semanas, algún impuestill­o en «ló produtto má impactao en su fijcalidá», y asunto ‘arreglao’. Eso sí, comienza a llegar tarde para mucho votante no ideológico.

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