ABC (Andalucía)

«Desde Odesa, soy Wang Jixian y sigo vivo», saluda un ‘videoblogu­ero’ chino

Respalda a Ucrania y ha recibido insultos y amenazas de muchos de sus compatriot­as, que le llaman «traidor»

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN PEKÍN

Envalenton­ados por un nacionalis­mo cada vez más agresivo y enfrentado a Occidente, la mayoría de los chinos en las redes sociales y medios oficiales apoyan a Rusia en la guerra contra Ucrania. Pero hay algunas voces que, sorteando la censura, dejan oír su oposición a la invasión ordenada por Putin y critican a su propio Gobierno por no condenar el horror que están sembrando las tropas del Kremlin. Una de ellas es la de Wang Jixian, quien segurament­e sea el más autorizado para hablar por hallarse en pleno ojo del huracán: en la amenazada ciudad de Odesa.

A sus 37 años, este programado­r informátic­o se mudó el año pasado por trabajo a Odesa. Buscando una nueva vida en esta histórica ciudad, lo último que podía imaginarse era verse en medio de una guerra. Pero, en vez de huir, como han hecho la mayoría de extranjero­s que vivían en Ucrania, decidió quedarse para narrar el conflicto a través de unos vídeos que iba colgando en su cuenta de la red social WeChat. Para solidariza­rse con sus vecinos y amigos ucranianos, empezó a grabar su vida bajo la amenaza de las bombas rusas y las sirenas antiaéreas, la normalidad hecha añicos y el miedo a que cada día fuera el último. Con dichos vídeos, Wang pretendía mostrar a sus compatriot­as el sufrimient­o de gente normal y corriente como ellos que, de repente, corría el riesgo de perderlo todo, incluso la vida, por la invasión del Ejército ruso.

«No he querido abandonar a mis compañeros de trabajo ucranianos. Quiero ser una persona decente. Aquí es donde vivo y esta es mi casa. Por eso me quedo», declaraba sus intencione­s en uno de sus primeros vídeos. La reacción que se encontró no pudo ser más descorazon­adora. En lugar de recibir una avalancha de mensajes de ánimo y solidarida­d, de empatía ante unos momentos tan trágicos, le cayó una cascada de insultos y hasta amenazas de muerte. Para la mayoría de internauta­s chinos, moldeados por la propaganda del régimen desde la cuna, Wang es solo un «traidor», un «vendido» a sueldo de EE.UU. y la OTAN cuyo único objetivo es desacredit­ar a una nación hermana como Rusia y a Vladímir Putin, venerado por los nacionalis­tas y comunistas más recalcitra­ntes.

Pero no se quedó ahí la cosa. Al igual que ha ocurrido con otras voces discordant­es, como las de los profesores universita­rios que intentaron mover en internet una carta contra la guerra, su cuenta de WeChat fue bloqueada por «difundir falsos rumores o contenidos ilegales». Rebelándos­e contra esta censura, Wang sigue colgando sus vídeos en YouTube y ahora lucha en dos frentes: uno contra los troles y ‘bots’ que le acosan en internet y otro, más peligroso, contra los ataques rusos. Con desparpajo, a los primeros los despacha rápidament­e invitándol­os a que vayan a Ucrania si de verdad quieren matarlo. Los segundos, más difíciles de esquivar, son la amenaza que pende cada mañana cuando saluda a sus seguidores: «Desde Odesa, soy Wang Jixian y sigo vivo».

En el gallinero de las redes sociales, su lapidación pública y censura reflejan el alineamien­to de China con Rusia en la guerra pese a sus intentos por aparentar neutralida­d.

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// ABC El ‘videoblogu­ero’ Wang Jixian
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