El acusado de amenazar en Whatsapp con matar a Sánchez se escuda en la bebida y los fármacos
La Fiscalía abre el juicio en la Audiencia Nacional pidiendo más de 18 años de cárcel
Ayer arrancó en la Audiencia Nacional el juicio contra Manuel Murillo, el tarraconense de 65 años que en septiembre de 2018 fue detenido después de que una representante de Vox informara a los Mossos d’Esquadra de que le había mandado mensajes de Whatsapp en los que amenazaba con atentar contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El acusado trabajaba como vigilante de seguridad y tenía licencia de armas como aficionado al tiro deportivo. Los Mossos encontraron en su casa varias armas de todo tipo, munición y un petardo casero de gran potencia.
Este hombre empezó a mandar mensajes a un chat con más personas bajo el título ‘Terrasa por España’ en verano de 2018, tras el anuncio del Gobierno de exhumar a Franco del Valle de los Caídos. Murillo envió frases como «si lo sacan me cargo al Sánchez, lo juro» o «tenemos que estar armados para dar un golpe de Estado», además de ofrecerse como «francotirador» para matar al presidente. Llegó a compararse con películas, el asesinato de Kennedy o la Operación Walkiria, como se denominó el intento fallido de matar a Hitler.
Algunos de esos ‘whatsapps’ se los mandó a Patricia Muñoz, coordinadora de Vox en el Vallés, con la que coincidía en ese chat genérico. Ésta consultó con un abogado, un guardia civil y un policía autonómico, que le aconsejaron que avisara a los Mossos d’Esquadra. Y así lo hizo esta representante de Vox, aunque en su comparecencia de ayer como testigo aclaró que ella no presentó ninguna denuncia, sino que se limitó a informar a la Policía catalana, entre otras cosas porque temía que fuera una trampa política.
El acusado declaró que esos mensajes «son disparates muy grandes» que envió porque «estaría bebido». Esa fue su principal línea de defensa. «Todo era porque estaba bebido», insistió Murillo antes de explicar que se tomaba «dos o tres cervezas» para desayunar, una botella de vino para comer «como si fuera un tercio de cerveza» y varios orujos. También alega que consumía ansiolíticos, que tenía problemas para dormir y que trabajaba doce horas diarias. «No soy un asesino ni francotirador», añadió durante la vista oral, en la que repitió que mandaba esos ‘whatsapps’ cuando «estaba inspirado porque bebía, como los poetas ingleses que se emborrachaban para hacer obras».
Dos años en prisión
Murillo pasó dos años en prisión preventiva, en la que permaneció hasta septiembre de 2020. La Fiscalía pide para él una pena de dieciocho años y medio de cárcel por sendos delitos de homicidio en grado de proposición y de depósito de armas y munición de guerra. Su defensa solicita la absolución o que, si finalmente es condenando, se aprecie la eximente o atenuante de embriaguez y consumo de ansiolíticos. El juicio continuará el próximo día 29 con más peritos y testigos.