Toque de queda en la trinchera informativa
La situación de inseguridad ha hecho que algunos canales de televisión, que emiten las 24 horas del día, tengan sus estudios en búnkeres o los hayan trasladado fuera de Kiev
Las calles de Kiev, congeladas durante 35 horas. No es el frío, esta vez, es el silencio del riguroso toque de queda. Bendito silencio roto solo por explosiones puntuales que desgarran el cielo azul y recuerdan a los dos millones de kievitas que se han quedado que la guerra llama a las puertas de la capital. Solo los milicianos, los voluntarios del Ejército y los militares están en las calles, el resto, metido en casa con un oído en los rugidos que llegan del frente y el otro en las noticias sobre las declaraciones positivas de Ucrania y Rusia respecto a la evolución de las conversaciones. El periodismo nacional ha sufrido un terremoto a causa de la guerra y se ha formado un frente informativo entre los siete canales principales del país para emitir durante las 24 horas.
Sin poder salir a la calle, bunkerizados, los ciudadanos de la capital viven una jornada que les recuerda a los días de confinamiento durante la pandemia. Ese recuerdo se rompe cuando estalla la artillería. ¿Alto el fuego temporal u operación a gran escala de Rusia? Es la pregunta que flota en las calles de una ciudad fantasmagórica donde la posición realista apunta a la segunda opción tras la experiencia de las últimas tres semanas.
«Estoy pegada a las redes sociales, es la mejor forma de estar informada al minuto de lo que sucede», afirma Anabel Sotelo, editora de libros de literatura Hispanoamericana en ucraniano. El ataque de primera hora de la mañana se ha producido muy cerca de su refugio, junto a la parada de metro de KPI y han pasado horas intentado comprobar si todos los amigos que viven allí se encuentran sanos y salvos y si sus apartamentos han sufrido daños.
Además de las redes, los ucranianos cuentan con un canal que emite noticias las 24 horas del día. La guerra ha provocado un cambio en el sistema de televisiones y todos los canales han unido esfuerzos y equipos para emitir unidos y por turnos. Viktoria Tyshchuk, alias ‘Vika’, es periodista y trabaja para el canal 1+1, del magnate Ihor Kolomoyskyi. La mañana del 24 de febrero acudió a trabajar como un día más, pero estalló la guerra. «Una de las primeras decisiones del Ministerio de Información fue pedir a las cadenas que creáramos un frente informativo para tener a los ciudadanos informados las 24 horas», recuerda Vika, que desde entonces forma parte de la ‘maratona’, como le llaman en Ucrania, el servicio de noticias en el que se han unido las siete grandes cadenas del país.
La situación de seguridad ha hecho que algunos canales tengan sus estudios en búnkeres o los hayan trasladado fuera de Kiev, pero con el sistema de información acordado se reparten franjas de seis horas y la emisión en directo está garantizada en todo momento. «Para todos nosotros, y para la audiencia, es una sorpresa ver juntos a eternos competidores como 1+1 o ICTV (del oligarca Victor Pinchuk), pero la guerra nos ha unido y además emitimos sin ningún tipo de publicidad, es información pura y dura al servicio de los ciudadanos», apunta Vika, quien sí ha tenido posibilidad de salir en pleno toque de queda porque forma parte del «frente informativo» que se emite por cable y en formato digital, la trinchera de los reporteros ucranianos.
Adiós al ruso
Toda la información en esta ‘maratona’ es en ucraniano, el ruso, segunda lengua del país y lengua materna de un tercio de la población, ha desaparecido de estas cadenas. «La guerra de 2014 fue un punto de inflexión, desde entonces el ruso ha ido desapareciendo de la escena pública para dejar paso al ucraniano, ocurre también en el cine, donde ya no se encuentran películas dobladas al ruso», apunta Anabel, desde el búnker en el que pasa el toque de queda. Le acompaña en estas horas tan largas Yevheniy Stasinevych, reputado crítico literario de Kiev, quien va un paso más allá y pide también «la prohibición de los libros en ruso porque sus empresas editoras pagan impuestos a un Gobierno que luego destina el dinero en enviar tanques para matar a nuestro pueblo. Hay que cortar toda vía de suministro de dinero a Moscú, aunque suponga tener que prohibir la venta de las obras de Dostoyevski».
Ni en el cine, ni en las librerías, ni en las noticias. El pulso entre Kiev y Moscú se ha llevado por delante al ruso y el propio Zelenski decidió prohibir los tres mayores canales en ruso del país justo unos días antes de la guerra por considerarlos «armas al servicio del Kremlin». Analistas políticos como Igar Tyshkevich justificaron esta decisión y defendieron que «en una zona en conflicto no puede haber medios financiados por el enemigo. Es como si en Israel Hamás tuviera su propio grupo mediático, no es posible», declararon a Al Yazira.
A diferencia de los ucranianos, los medios extranjeros presentes en Kiev para cubrir la guerra no tienen permiso para salir de los hoteles. Unos colegas de una gran agencia prueban fortuna, pero apenas avanzan unos minutos en su coche y les paran en un puesto de control. Todos sus permisos están en regla, pero para moverte en Kiev en toque de queda cada día hay una contraseña diferente… y esa la desconocen, así que tienen que darse media vuelta.
Al caer la noche, el silencio se hace aún mayor y las explosiones del frente norte suenan más graves. Apenas hay luces en la que hasta hace tres semanas era conocida como ‘la ciudad de la luz’. La gente respeta el toque de queda de manera marcial. Se queda en casa, alejada de las ventanas por si hay bombardeo, y pegada al móvil, ordenador o televisión siguiendo la ‘maratona’. En ese canal de 24 horas ven los horrores de una guerra que ha destrozado Járkov o Mariúpol y rezan para que no se extienda a Kiev.