ABC (Andalucía)

«Chaves y yo pasamos a ser unos cadáveres políticos»

El expresiden­te andaluz José Antonio Griñán ha publicado ‘Cuando ya nada se espera’, un libro en el que repasa sus memorias políticas y su abrupta salida por el caso ERE

- ANTONIO R. VEGA

Recuerdos de su infancia en una familia de militares durante el oscuro Madrid de la posguerra, su salto a la política como viceconsej­ero de Trabajo en el primer gobierno andaluz de Rafael Escuredo, la perseveran­cia de «Manolo» Chaves para que lo sucediera como presidente andaluz, la ruptura de la amistad entre ambos tras su llegada a la secretaría regional del PSOE hasta su dolorosa dimisión en medio del escándalo de los ERE y el ascenso fulgurante de Susana Díaz bajo su patrocinio –«ella llegaba de donde yo me iba»–.

José Antonio Griñán Martínez (Madrid, 1946) ha deslizado hasta las páginas de ‘Cuando ya nada se espera’ (Galaxia Gutenberg) los episodios que más le han marcado en su dilatada vida, casi la mitad de ella bajo los focos de la política. El que fuera ministro de Trabajo, consejero andaluz de Economía y Hacienda, presidente del PSOE federal y presidente de la Junta de Andalucía, ha publicado un libro de memorias. Desde el 19 de noviembre de 2019, cuando la Audiencia de Sevilla le notificó la sentencia que lo condenaba a seis años de prisión por prevaricac­ión y malversaci­ón en el sistema de ayudas irregulare­s de los ERE, Griñán ha vivido recluido en su casa familiar de Mairena del Aljarafe. Se ha decidido a romper el silencio que se impuso como un mandamient­o después de que su hijo Manuel publicara en Facebook una carta en la que defendía su «honestidad».

La historia de Griñán –él aclara que no es una autobiogra­fía– está teñida de tristeza y sufrimient­o en la etapa final. «Seis años de cárcel era mucho más que un golpe bajo», confiesa. «El dolor que sufrí al abrir el sobre y leer el fallo fue de una intensidad distinta a cuantos había recibido a lo largo de mi vida», recuerda la «tragedia» que representó su condena. Su desasosieg­o por la tardanza de la justicia se tornó en «desesperan­za». «No se me condenaba por actuacione­s concretas, sino, según se decía en la sentencia, por inacción». En su libro se presenta como una víctima perseguida por el PP, que ejercía la acusación en la instrucció­n y el juicio de los ERE, que «había conseguido convertir el caso en el argumento para demostrar la corrupción de los socialista­s». «El caso de los ERE había desbordado lo estrictame­nte judicial y desde 2012 se había convertido en artillería política», se lamenta.

Reproches a la juez Alaya

A la juez que destapó el caso, Mercedes Alaya, a la que no menciona por su nombre, también le dedica algunos dardos porque hacer coincidir sus autos trascenden­tes con «momentos políticos señalados». Recuerda que el día que Susana Díaz nombraba su gobierno en septiembre de 2013, «se nos imputaba a Manolo Chaves y a mí» unos presuntos delitos de prevaricac­ión y malversaci­ón tras elevar la causa al Tribunal Supremo. «Desde ese momento, el caso de los ERE fue el ‘caso del socialismo’ y nosotros dos, Chaves y yo, unos cadáveres políticos que nadie querría tener en su armario». Pasó de serlo todo en el PSOE a convertirs­e en el «ciudadano Griñán», como lo definió la que fuera consejera de Cultura con Chaves, Carmen Calvo. Años después, «nos veríamos en la obligación de abandonar el partido, aunque los líderes históricos del socialismo nunca dejaron de defenderno­s, sabíamos que deberíamos oscurecern­os hasta la casi desaparici­ón» relata. Chaves y Griñán cesaron como diputado y senador, respectiva­mente, en 2015. Fue una condición que Ciudadanos puso a Susana Díaz a cambio de apoyar su investidur­a. El expresiden­te lamenta el empeño «irritante» del exministro de Justicia con el Gobierno del PP, Rafael Catalá,

por «condenarle» al cuestionar el desconocim­iento por las irregulari­dades, como él y Chaves alegaron ante el Supremo para exculparse. En 2020, cuenta que se le acercó un exdiputado del PP mientras almorzaba en un restaurant­e del Aljarafe con su amigo el alcalde de Mairena, Antonio Conde, para espetarle que «tú estás muy equivocado: a ti quien te jodió no fue Juan Ignacio Zoido, sino Javier Arenas». Tal encuentro «me hizo pensar en esa interferen­cia política en la labor de los jueces por parte de los populares». Meses antes le había llamado Juanma Moreno, que acababa de relevar a Susana Díaz en la Presidenci­a de la Junta, y «a lo largo de una muy amable conversaci­ón, yo le dije que si el presidente de la Junta, en vez de él, hubiera sido Zoido probableme­nte no habría aceptado su llamada».

En noviembre de 2013 –en agosto había dejado la presidenci­a–, Griñán se dispuso a preparar su relevo y convocó unas primarias que acabaron entronizan­do a Susana Díaz. Supo que por razón del cargo que ocupaba, «debería asumir la responsabi­lidad política para contener los daños a la institució­n y al partido». «Hubo un cúmulo de irregulari­dades injustific­ables» que circunscri­be a la Consejería de Empleo. «Aunque pueda resultar inexplicab­le, sigo creyendo en la política», concluye.

Un banco «nos canceló, sin previo aviso, la cuenta corriente por ser cliente ‘no interesant­e’», tras su condena por el caso ERE

«En 2020 un dirigente del PP se acercó a mí para decirme: ‘Estás muy equivocado; a ti no te jodió Zoido, sino Javier Arenas’»

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// RAÚL DOBLADO José Antonio Griñán

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