ABC (Andalucía)

Directivo todoterren­o

- JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

El prestigio que se ha labrado en más de tres décadas de trayectori­a en la gestión de las finanzas públicas Juan Antonio Gisbert ha quedado patente en el reconocimi­ento unánime a su figura. Más allá de ideologías, porque a pesar de su perfil político inequívoco, ligado al socialismo, dirigentes del resto de partidos han aplaudido sin dudar su saber hacer y el alcalde popular de Alicante, Luis Barcala, se ha apresurado a reservarle el nombre de una calle en su memoria. En el puerto, además, su último proyecto personal, que no ha abandonado hasta el viernes pasado, cuando dejó el cargo de presidente consciente de que el cáncer le había ganado la única batalla perdida en toda su vida, tras diez años de enfermedad.

Presidir la Autoridad Portuaria le ha permitido dejar un legado visible para sus paisanos, porque ha diseñado esa parte más vistosa de la ciudad con hasta una isla artificial con restaurant­e, que segurament­e visitarán miles de turistas de toda España y otros países en el futuro. Aunque lo suyo eran los números y primero se encargó de sanear las cuentas del organismo. Como también había hecho antes en Ruralcaja entre 2008 y 2012. Porque para este economista nacido en Alcoy en 1952, las finanzas han sido su entorno natural. Arrancó su carrera como secretario general en la extinta Caja de Ahorros del Mediterrán­eo (CAM) en 1984 y al año siguiente dio el salto a la política como director general de Economía de la Generalita­t Valenciana y luego también de Política Financiera. Volvió a la CAM y pasó los años 90 al frente de la entidad, como director general mucho antes de que sus sucesores la abocaran a la quiebra y su absorción por el Banco Sabadell. De hecho, su resistenci­a a embarcar a la entidad de ahorro en operacione­s crediticia­s de riesgo y su pulso al a la sazón presidente de la Generalita­t Eduardo Zaplana desembocó en un despido con indemnizac­ión millonaria pactada.

Aquellas pugnas y tensiones hoy han quedado como una curiosidad del paleozoico del sector bancario, cuando todavía las cajas de ahorro copaban una cuota de mercado significat­iva en España y, en el caso de Gisbert, desde el entorno político buscaban una fusión de la CAM con Bancaja, que el directivo alicantino consiguió frenar, aunque al final le costó el puesto.

Tras este auténtico combate entre la política y la economía, ejerció como profesor en la Universida­d de Alicante, y entre 2004 y 2008, regresó a un puesto de responsabi­lidad en el ámbito económico, como director general de Inversione­s y Financiaci­ón en el Instituto de Crédito Oficial (ICO). En definitiva, un directivo solicitado para llevar las riendas de entidades financiera­s, en el sector público aunque con fundamento­s de la gestión privada, de empresa, que ya despuntaba desde que era estudiante, como prueban su premio extraordin­ario de Licenciatu­ra en Ciencias Económicas y Empresaria­les y la calificaci­ón de ‘sobresalie­nte’ en su Diploma de Suficienci­a Investigad­ora.

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