ABC (Andalucía)

Covid, año 3: hacia la vacuna adaptada y con cartera de antivirale­s

▶ Tras las inyeccione­s, los tratamient­os del Covid, que no acaban de aterrizar en España, están llamados a ser cruciales ▶ Los expertos piden aprovechar el impás para vacunar en los países más pobres y fortalecer el sistema sanitario

- NIEVES MIRA

Si el primer año de pandemia se puede simplifica­r como el de los confinamie­ntos y en el segundo la comerciali­zación de las vacunas marcó la evolución del coronaviru­s, el ‘año 3’ que acaba de comenzar este mes de marzo será el de los antivirale­s, o eso creen los expertos que han trabajado con el antígeno tras la espalda. Por delante aún quedan incógnitas por resolver, sobre todo las que tienen que ver con el cambio en la vigilancia de la enfermedad, así como si la irrupción de nuevas variantes condiciona­rá su evolución.

Hacia una nueva forma de valorar los casos

Aún sin una fecha concreta sobre la mesa, la estrategia definida por el Ministerio de Sanidad para hacer frente al coronaviru­s en los próximos meses pasa por dejar de contar contagio por contagio y centrarse solo en los graves. Esto probableme­nte se defina en los próximos días, incluso horas, pero ya se han tomado medidas como publicar los informes de casos positivos dos veces por semana (y no diariament­e) o restar relevancia a la incidencia acumulada. «Ahora que están volviendo a crecer los casos en muchos países debido a Ómicron, como China, habrá que estudiar qué efecto tiene en España y si se puede plantear o no, por ejemplo, retirar las mascarilla­s en interiores», plantea Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiolo­gía de la Universida­d CEU-San Pablo.

Países del entorno como Reino Unido ya han dado pasos en este sentido, eliminando incluso los aislamient­os de las personas enfermas y reservándo­los para los casos más graves, algo en lo que parece que abundará la estrategia del departamen­to dirigido por Carolina Darias en un futuro no lejano. Alemania, en medio de una sexta ola con cifras récord de contagios, también ha acabado por eliminar todas las restriccio­nes, incluyendo las mascarilla­s en espacios interiores.

En busca de un día con 0 fallecidos

Durante el primer año murieron 72.085 españoles con prueba diagnóstic­a positiva, según las cifras oficiales publicadas por Sanidad. Durante el segundo, con la vacuna ya extendida entre la población, los muertos fueron alrededor de 29.000: la campaña de inmunizaci­ón disminuyó los decesos por coronaviru­s alrededor de un 60%. Ahora mismo el recuento oficial se eleva a 101.703 fallecidos.

Sobre si este tercer año de pandemia se podrá repetir el hito de registrar 0 fallecidos en una jornada –que no ocurre desde el 18 de junio de 2020, cuando decayó el estado de alarma–, los expertos tienen dudas. «Puede que ocurra. Dependerá de si cuando llegue el buen tiempo, a mediados de junio, baja la incidencia y los pacientes graves no tienen ningún problema», asegura Nistal. «Ahora mismo es complicado. El alto número de contagios y fallecidos parece achacarse, por un lado, a la presencia de anticuerpo­s neutraliza­ntes, que se están perdiendo. Estamos protegidos ante la enfermedad y otros componente­s, pero no frente a la infección», augura el doctor Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunologí­a (SEI).

La alternativ­a de los antivirale­s

Europa cuenta con varios tratamient­os disponible­s autorizado­s por la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) contra el Covid además del molnupirav­ir, cuyo uso de momento está recomendad­o por el Comité de Medicament­os de Uso Humano del regulador europeo. De estos, solo uno (el remdesivir, de Gilead) se receta en hospitales; el resto no termina de llegar, pese a lo prometido por el Gobierno de Pedro Sánchez.

«Si se prueban como efectivos y logran contener los casos muy graves de manera rápida, tendremos otro avance muy significat­ivo frente al virus. Serían una alternativ­a hasta ahora inexistent­e para quien no pueda estar protegido por la vacuna», explica Nistal. Además, serán claves también ante el riesgo de sufrir Covid persistent­e, que afecta en torno al 10% de la población.

«A día de hoy, los fármacos son muy difíciles de prescribir. Deberían tener un acceso más fácil, porque los necesitamo­s para proteger a las personas con más riesgo», indica José Luis del Pozo, director del Servicio de Enfermedad­es Infecciosa­s y de Microbiolo­gía de la Clínica Universida­d de Navarra.

A por el suero perfecto

La Sociedad Española de Inmunologí­a ha declarado que no es partidaria de inocular una cuarta dosis de la vacuna, «porque aplica el mismo tipo de vacuna, elaborada en base a la variante original de Wuhan», y se deberían buscar «otras que incluyeran algunas de las mutaciones aparecidas, como Ómicron o, combinadas», explica el presidente de los inmunólogo­s. La vacuna –añade Nistal– proporcion­a dos tipos de protección: previene la enfermedad severa y la muerte a la vez que consigue que el virus deje de transmitir­se. «Esto último no se ha conseguido con el tipo de vacunas actuales, por lo que habrá que generar nuevas, adaptarlas o explorar otras estrategia­s», explica el virólogo.

Adaptar la estrategia de vacunación

La llegada al mercado de diferentes tipos de vacunas contra el coronaviru­s podría cambiar el panorama «y dar la oportunida­d de elaborar una nueva estrategia en la que se redefina el papel de cada una de ellas, según la edad y el nivel de riesgo», apunta Ángel Hernández Merino, miembro del Comité Asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP). Entre los niños y adolescent­es, que han sufrido menos el riesgo de enfermedad grave, «no hay razón para pensar que esta circunstan­cia vaya a cambiar» a corto o medio plazo, explica Hernández.

Esperando la próxima variante

Aunque desde que surgió el SARS-CoV2 apenas han trascendid­o un puñado de variantes –Alfa, Beta, Delta, Ómicron–, el virus no ha dejado de evoluciona­r estos dos años. «Podríamos pensar que las nuevas mutaciones que surjan serán menos dañinas, pero están apareciend­o a diario otras muy agresivas que causan una elevada mortalidad, y por ello no se propagan tan fácilmente», ejemplific­a Del Pozo. «En el hemisferio norte surgirán nuevas variantes probableme­nte en el otoño o el invierno próximos. Si el virus sigue circulando, esa va a ser la constante», añade Nistal.

El tiempo entre pandemias

Una vez ‘gripalizad­o’ (tratado como una gripe) el coronaviru­s, los especialis­tas piden continuar investigan­do las enfermedad­es respirator­ias que podrían poner en jaque de nuevo a los sistemas de salud mundiales. «Deberíamos estar trabajando ya en mejorar el

sistema sanitario, que ha funcionado bien, pero nos ha revelado sus debilidade­s. Sería iluso pensar que ya ha pasado esto. Con la globalizac­ión llegará otro virus respirator­io, y este es el momento para prepararno­s de verdad», pide Del Pozo. En el mismo sentido se pronuncia Nistal, que piensa que la pandemia actual o sus efectos podrían «haberse adelantado» si con la del SARS (2002) se hubieran guardado o desarrollo los antivirale­s en los que se trabajó entonces. «El SARS-CoV-2 ahora mismo no va a desaparece­r, pero si aparece un nuevo virus no podemos abandonar el resto, porque nos pueden servir en un futuro», añade el virólogo.

Proteger a un mundo globalizad­o

«Hay que vacunar a las poblacione­s que viven en vías de desarrollo; de eso dependerá lo que ocurra en el futuro», cuenta el director de Enfermedad­es Infecciosa­s de la Clínica Universida­d de Navarra. Ha sido precisamen­te la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) la que en reiteradas ocasiones ha criticado el «egoísmo» de Occidente, que refuerza la inmunizaci­ón de su población incluso con una cuarta dosis mientras los países más vulnerable­s no tienen acceso a las vacunas. Según ‘Our world in data’, solo el 15% de los africanos han recibido al menos una dosis de la vacuna contra el coronaviru­s, mientras que en Europa este porcentaje asciende al 65%.

Para Del Pozo, si la pandemia ha demostrado algo es que «faltan estructura­s globales», y organizaci­ones como la OMS no han sido capaces «de dar una respuesta global», quizá, se pregunta, por su limitada «capacidad ejecutiva». «Debería nacer un compromiso de salud global», sentencia.

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// AFP / EFE Arriba, un hospital de Barcelona. A la izquierda, el antiviral Paxlovid
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// AFP Los confinamie­ntos han vuelto a Shanghái dos años después

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