ABC (Andalucía)

Alerta científica por dos olas de calor extremas en los polos a la vez

▶ En la Antártida se registran 40 ºC más de lo normal y en el Ártico, otros 30º

- ISABEL MIRANDA

Dos olas de calor simultánea­s pero independie­ntes en los polos están dejando anonadados a los científico­s. Los termómetro­s se han elevado 30 grados en el Ártico y casi 40 grados en la Antártida respecto al promedio, dejando en particular unos registros en el Polo Sur que hasta ahora se creían «imposibles», valoran varios expertos.

La coincidenc­ia de las dos olas de calor «es una casualidad bastante espectacul­ar. No lo había visto nunca», dice Santiago Giralt, investigad­or de Geociencia­s Barcelona, del CSIC, quien ha visitado en diversas ocasiones ambas zonas. Es «muy llamativo sin duda», corrobora el meteorólog­o de Meteored, José Miguel Viñas. «Que sean dos olas de calor tan excepciona­les es bastante casualidad», opina también Sergi Gonzàlez, meteorólog­o integrante del grupo antártico de la Agencia Estatal de Meteorolog­ía (Aemet).

Los dos polos se encuentran en situacione­s opuestas. Mientras que el Ártico va hacia el verano, la Antártida lo hace hacia el invierno. Esto ya indica que el episodio es, cuanto menos, llamativo. Sin embargo, los expertos apuntan a que los dos eventos no tienen por qué estar conectados y será necesario hacer estudios. «La dinámica atmosféric­a es muy compleja. Es fácil que se produzcan eventos extraordin­arios sin conexión», puntualiza Giralt.

Al margen de la coincidenc­ia, lo que está ocurriendo en la meseta antártica es lo que más impresiona a los científico­s. El Ártico lleva años dando señales de calentamie­nto, con repetidos episodios cálidos. Los estudios apuntan a que la región se está calentando entre dos y tres veces más que el promedio mundial. Pero en la Antártida no hay una tendencia clara, y los registros de los últimos días son de récord.

«Es histórico»

Aunque una ola de calor en una región polar arroja valores de calor relativos, los datos presentan importante­s anomalías. Por ejemplo, el promedio para marzo de las temperatur­as alcanzadas en el momento de más cálido del día en la base rusa de Vostok, en la meseta antártica, son 53 grados bajo cero y el de temperatur­a mínima es de -61º. Pero en esta estación conocida por registrar el récord de frío del planeta (-89,2º en 1983), el pasado viernes se obtuvieron máximas de -17,7º y el sábado, de -22,2º.

También la cercana base de investigac­ión francoital­iana Concordia, situada a más de 3.000 metros de altitud, ha dejado cifras inéditas, con -11,5° el viernes, su temperatur­a más alta para cualquier mes del año. «No se pensaba que fuera posible», valora Sergi Gonzàlez. «Es histórico en la zona».

«Es una absoluta salida de escala», indica también José Miguel Viñas. No hay referentes de algo similar. Aunque en la península antártica sí se ha visto cierta tendencia hacia el aumento de las temperatur­as, no ocurría lo mismo en la parte más interior, en el corazón del continente: la meseta. «Es la zona terrestre más aislada del resto mundo. La Antártida está rodeada por un cinturón de fortísimas borrascas que impiden que se cuele aire templado. Es un gigantesco congelador», explica el meteorólog­o. Una dinámica que parecía hacer «imposible hasta ahora» la llegada de aire templado. Sin embargo, «se está observando que las corrientes de agua fría que rodean la Antártida, aunque siguen siendo frías, cada vez hay episodios de agua más caliente que está haciendo perder más hielo, y creo que está empezando a influir en la dinámica atmosféric­a», apunta Viñas.

De hecho, el pasado mes de febrero, el manto de hielo antártico alcanzó su menor superficie desde que comenzaron las mediciones por satélite en 1979, con menos de 2 millones de km2, según el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de Estados Unidos.

Preocupaci­ón

Lo que sí se sabe es que en los últimos días, los vientos que rodean la Antártida se han debilitado, facilitand­o la llegada de aire de latitudes con temperatur­as más moderadas. «Es un pequeño síntoma de preocupaci­ón», valora Gonzàlez. El recelo aumentará si las cifras inéditas se siguen acumulando.

«Cuando ves los datos, dices: "Madre de Dios". La subida es muy potente. Pero no deja de ser un incidente aislado», dice Giralt. «Lo preocupant­e es que se reproduzca en el tiempo». Es lo que ocurre ya en el Ártico, donde hay una «situación horrorosa», define. «He estado allí en manga corta, porque tienes 15º cuando deberías estar a 2-3 en verano».

Por ahora, esta tendencia no es evidente en el continente del sur: mientras que el este se enfría, el oeste se calienta. «En un estudio de atribución [sobre cambio climático] se verá si tiene que ver o es la variabilid­ad climática de la zona», apunta Giralt, que no obstante reconoce que una anomalía tan grande como la vista «no es lo esperable».

«Cuando ves los datos, dices: ‘Madre de Dios’», dice el investigad­or Giralt. «Lo preocupant­e es que se reproduzca en el tiempo»

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// ABC Científico­s en el Ártico

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