Tesoros líquidos invisibles bajo tierra Hidrogeología Las reservas subterráneas son estratégicas para garantizar el suministro en periodos de sequías
Escondidas bajo nuestros pies, las aguas subterráneas constituyen un tesoro oculto que enriquece nuestras vidas. No en vano, casi la totalidad del agua dulce del mundo se encuentra bajo tierra y representa la base del suministro de agua potable, los sistemas de saneamiento, la agricultura y es decisiva para el buen funcionamiento de ecosistemas como los humedales y los ríos. Por ello, Naciones Unidas celebra este Día Mundial bajo el lema «Aguas subterráneas: hacer visible lo invisible» destacando los problemas a los que se enfrentan. En España, el 40% de las masas de agua subterránea no se encuentran en buen estado. A pesar de los avances de los últimos años, los índices de explotación de acuíferos siguen siendo muy elevados, y persisten problemas de contaminación difusa por nitratos y plaguicidas, así como de salinización.
Jaime Gómez-Hernández, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Valencia, lo tiene claro: «La protección del medio ambiente pasa por la protección de las aguas subterráneas. Son un agente clave en la lucha contra el cambio climático». Pocos como él saben de lo que habla. La revista ‘Forbes’ le define como «eminencia en la investigación sobre aguas subterráneas». Hace dos años recibió el premio Prince Sultan bin Abdulaziz International Prize for Water (PSIPW), el más importante a nivel mundial en ingeniería hidráulica y la medalla William Christian Krumbein, considerada como el equivalente al Premio Nobel en el campo de investigación sobre matemáticas aplicadas a las ciencias de la Tierra.
«Son invisibles porque no se ve dónde se encuentran, de dónde proceden, cómo circulan en el subsuelo y cómo emanan a la superficie. Son las reservas más importantes de agua dulce en el planeta, si quitamos la que hay congelada en los Polos que representa el 69 % del total, el 30 % está en el subsuelo y el 1 % restante en embalses, ríos y lagos. Debemos realizar un mayor esfuerzo para explicar a la sociedad que el agua que bebemos, en muchas ocasiones, es agua subterránea, que con ella se riegan cientos de millares de hectáreas y, además, es soporte de muchos de los ecosistemas acuáticos y zonas húmedas», señala Gómez-Hernández.
En España, el volumen de reservas de aguas subterráneas se evalúa en más de 300.000 hm3. «Una cantidad casi seis veces superior a la capacidad de almacenamiento de todos los embalses superficiales. Estas reservas, repartidas por todo el territorio, deben jugar un papel estratégico para mejorar la regulación y garantía de suministro para hacer frente a los periodos de sequía». En estos momentos Gómez-Hernández lidera el proyecto «Gestión sostenible de las aguas en el Mediterráneo», en el
que junto a seis países del entorno se busca desarrollar herramientas para intentar que el agua subterránea sea gestionada «de la manera más eficiente y más sostenible posible» y que se realiza en el acuífero valenciano de Requena-Utiel. No en vano, la Comunidad Valenciana es la autonomía que más agua subterránea utiliza de toda España: aproximadamente el 46 % del agua que se emplea para abastecimiento y riego viene de los acuíferos, del subsuelo, y no de los ríos Turia o Júcar.
Este experto señala que en España es necesario mejorar el conocimiento de las aguas subterráneas y se están realizando muchos estudios pioneros para la recarga artificial de acuíferos: «Somos un país puntero en investigación del agua», sentencia.
Falta de hidrogeólogos
En este conocimiento e investigación sobre el agua, los hidrogeólogos juegan un papel esencial. Las asociaciones relacionadas con la hidrogeología han realizado un manifiesto que será presentado hoy en el que alertan de que «la falta de de profesionales en la gestión administrativa del agua incide en la falta de gobernanza de los recursos hídricos, en general y de las aguas subterráneas en particular, lo que ocasiona que crezcan y se agudicen los problemas». Por ello, advierten de que es preciso tener en cuenta e invertir en las aguas subterráneas y, sobre todo, ejecutar las medidas tendentes a su regeneración al buen estado, ya que sin ellas es difícil, e incluso imposible, garantizar el suministro y las dotaciones necesarias cuando la escasez y la sequía merman los recursos de aguas superficiales disponibles. Así proponen una investigación sistemática del ciclo hidrológico, y recuerdan que para saber dónde se encuentran, explorarlas, caracterizarlas y ponerlas a disposición de los diferentes usos y usuarios, se necesitan unos conocimientos que solo los hidrogeólogos poseen.
En esa línea, desde el Colegio de Geólogos (ICOG), también se aboga por la presencia de más hidrogeólogos y pide que no se dé crédito a zahoríes, radiestesistas, poceros o varilleros para la búsqueda, localización o diseño de las captaciones de aguas subterráneas. «En tiempos de sequía, erosión de los suelos y desertización emerge la figura de los zahoríes y de personas que dicen tener poderes paranormales para encontrar agua», reconoce el ICOG, que lamenta que se de credibilidad a estas personas que utilizan «métodos pseudocientíficos engañosos, basados en supersticiones y que no poseen ninguna preparación técnica tanto por parte de la sociedad, los medios de comunicación e incluso algunas administraciones públicas. «En muchos casos, se paga a este personal con dinero de los contribuyentes cuando no dispone de ninguna cobertura ni calificación profesional, y podría suponer además un peligro de salud pública y el buen estado del medio ambiente», advierte el ICOG, que deja claro que los hidrogeólogos tienen un papel activo en los planes especiales de sequías y del riesgo de inundación, en la planificación hidrológica y en la calidad de las aguas, incluyendo contaminación de aguas subterráneas y superficiales, tratamiento de aguas potables y depuración de aguas residuales.
Especies a pie de acuífero
Mientras por un lado se solicita una mayor profesionalización, por otro, los científicos piden más investigación. Un grupo de expertos en biología subterránea de varios centros de investigación de
España, Estados Unidos, Italia y Finlandia vienen solicitando que los ecosistemas subterráneos sean considerados en las agendas internacionales de conservación de la biodiversidad y mitigación del cambio climático. El investigador Ramón y Cajal del departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia y experto en biología subterránea, David Sánchez-Fernández, es el autor principal de este escrito: «Los acuíferos del subsuelo son importantes porque suponen un recurso clave para la sociedad, pero estos ecosistemas son más que agua. Los ecosistemas y la biodiversidad subterránea participan de forma clara en el funcionamiento de los ecosistemas superficiales, se utilizan en biorremediación contra contaminantes para purificar las aguas, para secuestrar carbono... y se utilizan en biotecnología y en medicina. Se investigan con ellos enfermedades como el autismo o la diabetes, porque al vivir en un medio estable tienen propiedades únicas y diferentes», explica este experto.
A excepción del medio marino, los ecosistemas subterráneos son los más abundantes en nuestro planeta y, sin embargo, solo el 7% gozan de alguna figura de protección. «Se protege la superficie y no se tiene en cuenta que todo lo que pasa debajo de nuestros pies afecta a los ecosistemas que están encima. Tendemos a verlos separados pero, por ejemplo, lo que ocurre en los acuíferos influye en los ríos, si no llueve o se sobreextrae el agua, se secan y afecta a todos los ecosistemas que sustentan. En los acuíferos hay ya descritas más de 7.000 especies estrictamente subterráneas. Son muy interesantes desde el punto de vista ecológico y evolutivo, lo más típico son crustáceos, escarabajos... que suelen ser ciegos y despigmentados. Junto con los microorganismos subterráneos participan en procesos de purificación del agua y son indicadores de su calidad. Un dato preocupante es que más del 20% de las aguas subterráneas incumplen la legislación en materia de calidad, hay que hacer esfuerzos en estudiar y conservar los acuíferos para que puedan seguir usándose de forma sostenible», sentencia Sánchez-Fernández.
Y para llevar a cabo esa gestión sostenible de la que habla este investigador la lucha contra la contaminación y la sobreexplotación resultan imprescindibles. Para ello, poner freno a la extracción ilegal es otro de los pilares. En España se riega con agua extraída ilegalmente de zonas de las Tablas de Daimiel, Los Arenales, el Mar Menor y Doñana unas 88.000 hectáreas, o el equivalente a la superficie similar a 1,5 veces la ciudad de Madrid, según denuncia WWF en un estudio.
Zonas críticas
«Las administraciones responsables desconocen cuánta agua se extrae de pozos por encima de lo autorizado, ya que no tienen capacidad de medir todas las extracciones, ni suficiente personal para controlarlo y se han concedido derechos de uso de agua con unas previsiones de escenario que han sido alterados por el cambio climático y en el que todos los modelos apuntan a que habrá menos recurso disponible», explica Rafael Seiz, técnico de política del programa de agua de WWF, quien alerta de que incluso con años como el pasado, con lluvias cercanas a la normalidad climática no se recuperaron los niveles ni en embalses ni en acuíferos.
«Nosotros hemos utilizado imágenes por satélite con técnicas de teledetección que revelan dónde se está regando y no. Cuando contrastas esas zonas con el perímetro de aquellas que tienen derechos de extracción se comprueba con facilidad cuáles están fuera de los límites», explica Seiz. El problema es que estas imágenes no pueden ser presentadas como pruebas ante un juez. Para este experto, la extracción ilegal del agua además genera una grave situación de competencia desleal entre los agricultores que cuentan con todos los permisos y están comprometidos con la gestión sostenible de este recurso, frente los que lo hacen sin autorización y sin reparo alguno a cómo afectan al resto de productores.
WWF denuncia que Daimiel es el epicentro del robo del agua y el caso más dramático: 51.465 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente, el equivalente a 62.300 campos de fútbol. En Doñana, espacio clave para la biodiversidad, es de más de 4.700 hectáreas, 8.500 en el Mar Menor y casi 24.000 en el acuífero de los Arenales en la meseta castellanoleonesa.
Seiz puntualiza que, además, se obvia que el aumento de la temperatura provocará una mayor evapotranspiración y las plantas y los cultivos necesitarán más aguas y los ríos llevarán menos. Por ello, insiste en que las aguas subterráneas son claves para poder hacer frente a las consecuencias del cambio climático. «Estamos consumiendo nuestros ahorros para el futuro», sentencia Seiz.
Toda una serie de problemas visibles que afectan a unas aguas que todos los expertos esperan se hagan más visibles que nunca para garantizar la disponibilidad y la resiliencia frente al calentamiento global.