Ya te digo
Zelenski es actor de verdad. Las bombas, el éxodo, los cadáveres y las ciudades destruidas también son de verdad
MENUDO engorro Zelenski. ¿Puedes creer que va invocando nuestros propios principios por todos los parlamentos de Occidente? En pantalla, pero metiéndoselos en el bolsillo, sin distingos, y con más intensidad que si estuviera ahí mismo multiplicado, hablándole a cada diputado por su nombre de pila, mirándole a los ojos. Ni una chorrada, ni un latiguillo, ni palabras fetiche ni tropos detectables. Todo chicha. Todo apelación directa a la integridad última, sin la cual somos una mierda que habla. Y nadie quiere ser eso, y el cabrón se mete en tu pasado y en tu conciencia y en tu sentido, y te das cuenta de que es la hora de la verdad: ya no habrá modo de mantener la cara y el tipo si le fallas a él. Los niños quieren ser Zelenski. De ahí la sesión de Sánchez en una especie de guarida, y lo de Macron en plan demacrón. Se valora la camiseta y el aspecto de dormir vestido. Yo experimentaba a los siete ese mimetismo con héroes de ‘western’, entiendo bien a los jabatos del Elíseo y La Moncloa.
A ver, Zelenski es actor de verdad. Las bombas, el éxodo, los cadáveres y las ciudades destruidas también son de verdad. También que se quedó en su lugar en vez de volar con los helicópteros de Biden o Borrell. Coño, es que lo tiene todo a favor. Bueno, en contra, pero ya me entiendes. Macron solo es un amateur que posa y tal, pero como modelo fotográfico. Te habría servido en una fotonovela de los sesenta, de las que leía el servicio. Johnson es otra cosa, de entrada parece que esté como un cencerro. Al pueblo le llega porque va despeinado, y para eso hay que ser muy hombre y muy libre. Luego está la erudición, que el personal no se esperaba. Si leyera la carta de Sánchez a Mohamed, con sus aberraciones bien vertidas al inglés, con sus atentados a la sintaxis y a la sindéresis, se partiría el pecho. Como yo, español hasta las cachas y por tanto acostumbrado al analfabetismo funcional –el gran logro socialista y popular– y a la conversión del libro en negocio de modelos, futbolistas, ganapanes catódicos y chistosos estomagantes de Movistar.
A Scholz no le teníamos tomada la medida, el europeo medio no lo reconoce por la calle, de ahí su puñetazo sobre la mesa el otro día, cuando el fin del fin de la historia. Apunta: estudiar lo de Alemania; gran lideresa de la derecha europeísta deja como herencia inviabilidad energética, dependencia de una cleptocracia expansionista, más política de puertas abiertas con la que no se atrevería ni Echenique en un día de multiculturalismo desatado. Sigue apuntando: llega el canciller de la ensaladilla progreliberal y da la vuelta a dos calcetines: energía y defensa. Toque de color: Schröder, socialdemócrata venal y agradaor de Putin, no ve necesario disimular y va por Berlín en traje tradicional ruso, como harían Hernández y Fernández. Lamento: más de un cuarto de siglo con Alemania completamente extraviada y al timón de Europa.