ABC (Andalucía)

El cántaro roto del presidente

- YOLANDA GÓMEZ

SOÑABA el presidente Sánchez con la cantidad de cosas que podría hacer con los miles de millones de euros que España iba a recibir de los fondos europeos. Calificaba de antipatrio­ta a todo aquel que osara protestar por la mala gestión y la falta de transparen­cia que, sin duda, se estaba produciend­o en la selección de los proyectos y en el reparto de los primeras ayudas que vinieron de Europa.

No importaba, ya se callarán. Con el dinero recibido –fabulaba Sánchez– tendremos para favorecer a los nuestros –obras para las sedes sindicales, para renovar las Marismilla­s, para hacer Erasmus literarios, dar bonus culturales a los jóvenes...–; callaremos la boca a los empresario­s que se beneficiar­án con la adjudicaci­ón de proyectos; la economía crecerá sí o sí al menos en el corto plazo por el impacto de las inversione­s millonaria­s; el empleo se disparará..., la oposición se quedará sin argumentos y ganaremos de corrido las próximas elecciones. Y en esas estábamos cuando Rusia invade Ucrania y el escenario cambia de la noche a la mañana. Los problemas que ya existían, como la fuerte subida en los precios de los combustibl­es y la luz, que el Gobierno preveía transitori­os y que se diluirían con la llegada del maná europeo se agravan. Y la calle, a pesar del silencio de los sindicatos amigos, tan solo roto en la tarde de ayer por seudomanif­estaciones convocadas más por hacer el paripé que por exigir soluciones al Gobierno, estalla. Y en su soberbia, el Ejecutivo, con su presidente a la cabeza, en lugar de adoptar medidas de forma inmediata, aunque fueran transitori­as, y de negociar con los pequeños transporti­stas que salieron con sus camiones a las carreteras a pedir soluciones, se dedica a insultar a los manifestan­tes, calificánd­olos de ultraderec­histas, y a aplazar la toma de medidas en espera de que Europa le saque las castañas del fuego. Y por si esto fuera poco, en medio, de la noche a la mañana y sin encomendar­se ni a Dios ni al diablo, a Sánchez se le ocurre cambiar la posición de España sobre el Sahara. Mucho me temo que las fantasías de Sánchez se han ido por la alcantaril­la como la leche derramada de la lechera. La pregunta es si será capaz de dejar de soñar y tomar las riendas de un país que se desmorona.

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