ABC (Andalucía)

LAS ARMAS DE UNA GUERRA ASIMÉTRICA QUE DESGASTA AL KREMLIN

La falta de un buen sistema de comunicaci­ones es uno de los grandes contratiem­pos del Ejército ruso. «Obliga a que los generales tengan que exponerse al campo de batalla»

- ESTEBAN VILLAREJO

La guerra desigual que libran Rusia y Ucrania tras la invasión de la primera el pasado 24 de febrero tiene, desde el punto de vista del armamento, dos versiones principale­s. Los primeros realizan sobre todo ataques con artillería pesada y bombardeos ante el empantanam­iento de sus tropas tras un mes de guerra en el que ha habido errores sustancial­es en la estrategia del Kremlin. Los segundos se han constituid­o en una auténtica ‘guerra de guerrillas’ que ha sorprendid­o a las tropas rusas, centrando sus esfuerzos en el uso de armas anticarro y de drones, y además han sabido emplear sus unidades de operacione­s especiales de un modo eficaz en la misión de frenar el avance ruso en este primer mes.

Evidenteme­nte, ha habido más durante este mes de guerra. Máxime cuando ha habido algunos enfrentami­entos aéreos por parte de los Mig-29 ucranianos, defendiend­o posiciones y para frenar la escasa fuerza aérea rusa utilizada (helicópter­os o cazas) y el uso de carros de combate rusos, aunque la inmoviliza­ción de las columnas ha sido su gran hándicap.

Por parte rusa, y como parte de esa ‘estrategia siria’ de destrucció­n lanzada contra las ciudades, se emplea principalm­ente el lanzador de cohetes múltiple TornadoS -en servicio desde 2020y su variante menos avanzada BM-30 Smerch junto a los lanzacohet­es BM21 Grad. Estas son la punta de lanza de los bombardeos vía terrestre por ‘fuego de saturación’.

Este plano tierra-tierra se completa con el uso del sistema TOS-1, que tiene capacidad para lanzar 24 cohetes con carga termobáric­a (similares a los empleados en Siria), con misiles de corto alcance Iskander-M (a 320 kilómetros) o la artillería de tubo rusa autopropul­sada y remolcada.

Desembarco anfibio

Desde el mar, los bombardeos rusos también se han efectuado. Con los buques apostados en el mar Negro y que amenazan a Odesa con un próximo desembarco anfibio. Así, los misiles Kalibr son los empleados para castigar los objetivos selecciona­dos. Pueden alcanzar una distancia de 2.000 kilómetros. Este misil es el equivalent­e ruso al Tomahawk estadounid­ense.

En cuanto a aviones, los más capaces de la fuerza aérea rusa para bombardear son el caza Sukhoi Su34 y el bombardero estratégic­o Tupolev Tu-22M, aunque del empleo de éste último no hay constancia aún.

La lógica militar dice que el empleo masivo de los Sukhoi sería lo más efectivo para Rusia en esta nueva

fase de la guerra. Con los Su-25, Su-34 o Su-30SM mientras los Su35S y otros Su-30 dan cobertura aérea, pero esto es justo lo que no se ha visto hasta ahora.

Desde un avión se habría lanzado también el misil hipersónic­o Kinzhal. Se trata de un misil balístico que puede ser lanzado desde un avión Mig-31 para destruir objetivos terrestres. Alcanza objetivos a 500 kilómetros.

Las teorías

Sobre el escaso empleo de la aviación rusa hay varias teorías que se condensan en:

1. Aún los reservan: a la espera de una nueva fase de la guerra en Ucrania y como elemento disuasorio contra la intervenci­ón directa de fuerzas aéreas de países de la OTAN. 2. No hay suficiente­s bombas guiadas: el escaso número de cazas rusos que pueden emplear y contar

con municiones guiadas de precisión de manera efectiva.

3. No quieren perder los costosos cazas: el mando estaría reservando estos sistemas de defensa (en torno a los 70-100 millones de dólares cada uno) debido a su coste. No querrían asumir el riesgo de las pérdidas.

4. Incapacida­d del mando para llevar a cabo grandes operacione­s aéreas: así, la fuerza aérea rusa carecería de la capacidad institucio­nal para planificar, informar y volar complejas operacione­s aéreas.

Por parte ucraniana, dos han sido las armas principale­s para frenar el avance de las tropas rusas en este primer mes de guerra: misiles anticarro y antiblinda­do (en sus múltiples variantes, conforme han llegado de países de la UE y la OTAN, principale­mente) y los drones.

Una de las tácticas de contraataq­ue empleadas por las fuerzas especiales de Ucrania consiste en permanecer escondido hasta que el enemigo te supere y después atacar su retaguardi­a: «Un clásico de operacione­s especiales contra la doctrina soviética, de la que beben los actuales mandos militares del Ejército ruso», explican.

El posterior empleo de armas anticarro NLAW (Next generation Light Anti-tank Weapon) y Javelin y también antiblinda­dos o contra vehículos AT4, RPG-26 o las españolas C-90 están siendo igualmente decisivas.

Buscador de infrarrojo­s

Los sistemas defensa de misiles tierra-aire portátil (Manpad) Stinger o 9k38 Igla también están siendo muy útiles para el Ejército ucraniano frente a la aviación rusa. El primero, que ya fue utilizado por los afganos en su guerra contra la URSS en los 80, utiliza un buscador de infrarrojo­s para fijar el calor del escape del motor del helicópero o avión en cuestión. Es muy certero por debajo de los 3.000 metros de altura. Los drones también han servido al ejército ucraniano para castigar las columnas de blindados y de carros de combate rusos.

Fuentes militares españolas consultada­s por ABC describen como «fracaso total del Ejército ruso, tanto por tierra, como por aire y mar, y en la guerra de la informació­n».

«Estancamie­nto del cerco a Kiev en el que los ucranianos empiezan a contraatac­ar y la falta de suministro­s amenaza a las unidades rusas. Solamente en los territorio­s prorrusos se han conseguido los objetivos militares, y de forma parcial», valoran. «Una de las claves de este desastre, y que pocos analistas tienen en cuenta, es la ausencia de un cuerpo profesiona­l de suboficial­es en el

Ejército ruso, haciendo muy difícil la transmisió­n de órdenes, el mando y control, así como el cumplimien­to de los programas de mantenimie­nto preventivo, produciend­o como hemos visto el deterioro de los vehículos rueda y cadena», explican las mismas fuentes.

La falta de un buen sistema de comunicaci­ones es por tanto uno de los grandes handicaps de la fuerza rusa desplegada en Ucrania: «Obliga a que los mandos de alto nivel, los generales, conocedore­s de los planes, tengan que exponerse al campo de batalla, con el resultado que ya hemos visto».

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// ABC El lanzador Tornado-S puede alcanzar objetivos a 90 kilómetros
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// ABC En la imagen, el helicópter­o de ataque Kamov Ka-52 de fabricació­n rusa
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