LAS ARMAS DE UNA GUERRA ASIMÉTRICA QUE DESGASTA AL KREMLIN
La falta de un buen sistema de comunicaciones es uno de los grandes contratiempos del Ejército ruso. «Obliga a que los generales tengan que exponerse al campo de batalla»
La guerra desigual que libran Rusia y Ucrania tras la invasión de la primera el pasado 24 de febrero tiene, desde el punto de vista del armamento, dos versiones principales. Los primeros realizan sobre todo ataques con artillería pesada y bombardeos ante el empantanamiento de sus tropas tras un mes de guerra en el que ha habido errores sustanciales en la estrategia del Kremlin. Los segundos se han constituido en una auténtica ‘guerra de guerrillas’ que ha sorprendido a las tropas rusas, centrando sus esfuerzos en el uso de armas anticarro y de drones, y además han sabido emplear sus unidades de operaciones especiales de un modo eficaz en la misión de frenar el avance ruso en este primer mes.
Evidentemente, ha habido más durante este mes de guerra. Máxime cuando ha habido algunos enfrentamientos aéreos por parte de los Mig-29 ucranianos, defendiendo posiciones y para frenar la escasa fuerza aérea rusa utilizada (helicópteros o cazas) y el uso de carros de combate rusos, aunque la inmovilización de las columnas ha sido su gran hándicap.
Por parte rusa, y como parte de esa ‘estrategia siria’ de destrucción lanzada contra las ciudades, se emplea principalmente el lanzador de cohetes múltiple TornadoS -en servicio desde 2020y su variante menos avanzada BM-30 Smerch junto a los lanzacohetes BM21 Grad. Estas son la punta de lanza de los bombardeos vía terrestre por ‘fuego de saturación’.
Este plano tierra-tierra se completa con el uso del sistema TOS-1, que tiene capacidad para lanzar 24 cohetes con carga termobárica (similares a los empleados en Siria), con misiles de corto alcance Iskander-M (a 320 kilómetros) o la artillería de tubo rusa autopropulsada y remolcada.
Desembarco anfibio
Desde el mar, los bombardeos rusos también se han efectuado. Con los buques apostados en el mar Negro y que amenazan a Odesa con un próximo desembarco anfibio. Así, los misiles Kalibr son los empleados para castigar los objetivos seleccionados. Pueden alcanzar una distancia de 2.000 kilómetros. Este misil es el equivalente ruso al Tomahawk estadounidense.
En cuanto a aviones, los más capaces de la fuerza aérea rusa para bombardear son el caza Sukhoi Su34 y el bombardero estratégico Tupolev Tu-22M, aunque del empleo de éste último no hay constancia aún.
La lógica militar dice que el empleo masivo de los Sukhoi sería lo más efectivo para Rusia en esta nueva
fase de la guerra. Con los Su-25, Su-34 o Su-30SM mientras los Su35S y otros Su-30 dan cobertura aérea, pero esto es justo lo que no se ha visto hasta ahora.
Desde un avión se habría lanzado también el misil hipersónico Kinzhal. Se trata de un misil balístico que puede ser lanzado desde un avión Mig-31 para destruir objetivos terrestres. Alcanza objetivos a 500 kilómetros.
Las teorías
Sobre el escaso empleo de la aviación rusa hay varias teorías que se condensan en:
1. Aún los reservan: a la espera de una nueva fase de la guerra en Ucrania y como elemento disuasorio contra la intervención directa de fuerzas aéreas de países de la OTAN. 2. No hay suficientes bombas guiadas: el escaso número de cazas rusos que pueden emplear y contar
con municiones guiadas de precisión de manera efectiva.
3. No quieren perder los costosos cazas: el mando estaría reservando estos sistemas de defensa (en torno a los 70-100 millones de dólares cada uno) debido a su coste. No querrían asumir el riesgo de las pérdidas.
4. Incapacidad del mando para llevar a cabo grandes operaciones aéreas: así, la fuerza aérea rusa carecería de la capacidad institucional para planificar, informar y volar complejas operaciones aéreas.
Por parte ucraniana, dos han sido las armas principales para frenar el avance de las tropas rusas en este primer mes de guerra: misiles anticarro y antiblindado (en sus múltiples variantes, conforme han llegado de países de la UE y la OTAN, principalemente) y los drones.
Una de las tácticas de contraataque empleadas por las fuerzas especiales de Ucrania consiste en permanecer escondido hasta que el enemigo te supere y después atacar su retaguardia: «Un clásico de operaciones especiales contra la doctrina soviética, de la que beben los actuales mandos militares del Ejército ruso», explican.
El posterior empleo de armas anticarro NLAW (Next generation Light Anti-tank Weapon) y Javelin y también antiblindados o contra vehículos AT4, RPG-26 o las españolas C-90 están siendo igualmente decisivas.
Buscador de infrarrojos
Los sistemas defensa de misiles tierra-aire portátil (Manpad) Stinger o 9k38 Igla también están siendo muy útiles para el Ejército ucraniano frente a la aviación rusa. El primero, que ya fue utilizado por los afganos en su guerra contra la URSS en los 80, utiliza un buscador de infrarrojos para fijar el calor del escape del motor del helicópero o avión en cuestión. Es muy certero por debajo de los 3.000 metros de altura. Los drones también han servido al ejército ucraniano para castigar las columnas de blindados y de carros de combate rusos.
Fuentes militares españolas consultadas por ABC describen como «fracaso total del Ejército ruso, tanto por tierra, como por aire y mar, y en la guerra de la información».
«Estancamiento del cerco a Kiev en el que los ucranianos empiezan a contraatacar y la falta de suministros amenaza a las unidades rusas. Solamente en los territorios prorrusos se han conseguido los objetivos militares, y de forma parcial», valoran. «Una de las claves de este desastre, y que pocos analistas tienen en cuenta, es la ausencia de un cuerpo profesional de suboficiales en el
Ejército ruso, haciendo muy difícil la transmisión de órdenes, el mando y control, así como el cumplimiento de los programas de mantenimiento preventivo, produciendo como hemos visto el deterioro de los vehículos rueda y cadena», explican las mismas fuentes.
La falta de un buen sistema de comunicaciones es por tanto uno de los grandes handicaps de la fuerza rusa desplegada en Ucrania: «Obliga a que los mandos de alto nivel, los generales, conocedores de los planes, tengan que exponerse al campo de batalla, con el resultado que ya hemos visto».