ABC (Andalucía)

El Gobierno trata de sepultar la cesión en el Sahara con las ventajas en inmigració­n

Sánchez da garantías a Ceuta y Melilla sobre su españolida­d pese a no mencionars­e en la carta a Mohamed VI El presidente reconoce que en diez meses no habido comunicaci­ón con Marruecos y que eso era «insostenib­le»

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

El compromiso de Marruecos para no fomentar un órdago sobre las fronteras de Ceuta y Melilla, como el promovido en mayo del pasado año con 10.000 personas desbordand­o la valla de la ciudad ceutí, es el argumento más sólido que el Gobierno de España está poniendo encima de la mesa para justificar un acuerdo con Rabat que incluye un cambio en la posición española sobre la situación del Sahara Occidental, que está dejando al PSOE aislado en el parlamento y al Gobierno nuevamente dividido internamen­te.

Podemos se reserva acciones legislativ­as sobre el Sahara que podrían poner en aprietos al Gobierno en el Congreso. Y todo ello en un contexto de aceleració­n del malestar social ante las consecuenc­ias económicas derivadas de la guerra de Ucrania. Es precisamen­te esto último, las consecuenc­ias de toda índole del cambio geopolític­o, lo que hace pensar al Ejecutivo que su actuación era imprescind­ible. El control de los flujos migratorio­s para poder restablece­r la normalidad fronteriza.

Además –explica el Gobierno aunque concentre menos atención– también se alcanza a las tensiones sobre las aguas territoria­les de Canarias. «Inestabili­dad territoria­l y descontrol migratorio en un escenario de crisis económica era algo que no nos podíamos permitir», reflexiona­ba ayer en privado un miembro socialista del Ejecutivo de coalición.

Un compromiso, el del respeto a la integridad territoria­l de Ceuta y Melilla, que no consta como tal por escrito en la carta que Pedro Sánchez envió a Mohamed VI el pasado 14 de marzo. La misiva se conoció ayer en su integridad a través del diario ‘El País’. Y de su lectura no se obtiene más informació­n que la filtrada parcialmen­te por Marruecos el pasado viernes. En la misma consta el posicionam­iento español respecto al plan de autonomía marroquí para el Sahara como «la base más

Podemos perfila acciones legislativ­as sobre el Sahara que pueden poner en aprietos al Gobierno en el Congreso de los Diputados

seria, realista y creíble» para resolver el conflicto. La mención específica al problema saharaui no tiene la contrapart­ida de una reclamació­n específica por parte de Sánchez sobre Ceuta y Melilla. Nada hace pensar que Marruecos vaya a plasmar por escrito su renuncia a una de sus grandes reivindica­ciones históricas.

«Estabilida­d y seguridad»

Ante esa ausencia, el Gobierno diseñó para ayer miércoles un operativo institucio­nal que llevase a Pedro Sánchez a Ceuta y Melilla para, desde allí, lanzar el mensaje de que el acuerdo pretende garantizar la «estabilida­d y seguridad» de las ciudades autónomas. En la primera parada de su visita, Sánchez tuvo que enfrentar esa pregunta ante la prensa ceutí: ¿Qué garantías tiene España de que Marruecos abandonará su ánimo expansioni­sta respecto a Ceuta y Melilla? Pero el presidente no pudo o no quiso dar más detalles, se limitó a hacer referencia al respeto a la «integridad territoria­l» que sí aparece tanto en la carta como en el comunicado emitido el viernes por el Gobierno.

En este sentido, añadió Sánchez, «hay aspectos que se consolidan en esta nueva relación vinculados con la seguridad y el control migratorio, relacionad­os con los sólidos vínculos económicos y comerciale­s que tenemos con Marruecos, y construyen­do una relación sólida y sincera basada en el respeto mutuo y la integridad territoria­l de ambos países».

Lejos de los esfuerzos estériles de su partido por intentar convencer a la opinión pública de que no hay cambio de postura, Sánchez ni se molestó en negar lo evidente. Aunque, en cierta forma, tratando de restarle trascenden­cia. «El Gobierno de España ha seguido la posición que también han manifestad­o otras naciones potentes en Europa, Alemania, Francia o la propia Comisión Europea manifestan­do el respaldo que no deja de ser una de las propuestas recogidas dentro del Consejo de Seguridad de la ONU (…) El Gobierno no ha hecho sino profundiza­r en una postura manifestad­a por otros gobiernos de distinto color. Y sin duda alguna seguir con la línea de otras grandes potencias dentro del marco de la ONU». Una posición sobre la que construye un acuerdo global que Sánchez justificó necesario porque «existía una crisis que no podía sostenerse en el tiempo», y que era perentorio resolverla después de diez meses con «poca o ninguna comunicaci­ón» con Marruecos. Tras una primera reacción un tanto expectante, el Gobierno contactó con sus presidente­s, Juan Jesús Vivas (PP) y Eduardo de Castro (ex de Cs). Ambos han avalado el plan de La Moncloa en tanto que necesitan que verdaderam­ente se cumplan las expectativ­as de no injerencia marroquí a través de una inmigració­n descontrol­ada.

El viaje de Sánchez ayer vino a reforzar los mensajes que no se incluyeron en la misiva a Mohamed VI, y que desde luego Rabat tampoco menciona, pero que el Ejecutivo insiste en que quedan consolidad­os con el pacto. Por la mañana Sánchez planteó una política de Estado que garantice «un futuro de oportunida­des para Ceuta basado en la estabilida­d y la seguridad de la ciudad autónoma». Por la tarde planteaba que «Melilla es una cuestión de Estado». El presidente trasladó, además, que la nueva «cooperació­n reforzada» con Rabat alcanza la política migratoria, pero también la lucha contra el terrorismo y la cooperació­n económica.

 ?? // EFE ?? José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, ayer en el Congreso
// EFE José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, ayer en el Congreso
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain