ABC (Andalucía)

Inaem, radiografí­a de un organismo obsoleto

► La renuncia de Amaya de Miguel a la dirección destapa problemas crónicos que siguen sin resolverse

- JAIME G. MORA

En 2018 se propuso dotar a la institució­n de una ley propia para adaptarse a los tiempos y garantizar su superviven­cia

Acuerdos sindicales que dejan fuera a parte de los trabajador­es, huelgas recurrente­s, quejas de actores por el retraso en los pagos de las nóminas, plantillas cortas y envejecida­s... Podría decirse que todo lo que podía salir mal en el Inaem –el organismo encargado de gestionar el teatro, la danza y la música de producción estatal– ha salido mal. La marcha de su máxima responsabl­e, Amaya de Miguel, así como la de su subdirecto­r general de Teatro, en enero, no son fruto de la casualidad. Lo que en 1985 nació como un aval a la programaci­ón artística de calidad a precios asequibles, cuarenta años después hace agua.

«No veo solución al problema», asegura Andrés Amorós, director de la institució­n entre los años 2000 y 2004. «Nosotros teníamos huelgas continuame­nte. Ahora todo sigue igual, pero con menos paros, porque a los gobiernos de izquierdas les hacen menos huelgas». Los paros, no obstante, se han sucedido durante los últimos meses. Hasta 90 funciones han sido canceladas por las protestas de técnicos con contratos temporales que perderán sus puestos por las exigencias del Cuarto Convenio Único, que en 2019 fijó titulacion­es que no existían cuando estos trabajador­es se prepararon para sus puestos.

El Gobierno cerró en falso la crisis con la promesa de una convocator­ia que relaja las exigencias de titulación. Un «acuerdo histórico», según el Inaem; una «limosna» para la Plataforma de Técnicos y Técnicas Afectados por la OEP18, que convocó nuevos paros en el inicio del año. El Inaem, que bajo la dirección de Amaya de Miguel ha rechazado reunirse con esta asociación, solo ha conseguido frenar la sangría llevando el caso al TSJ de Madrid. «El origen de las huelgas está en la metedura de pata de los sindicatos (UGT, CC.OO. y CSIF) y Función Pública al acordar una armonizaci­ón de puestos laborales y titulacion­es exigidas para las plazas que se han convocado», explica un extrabajad­or del Inaem. No es la primera vez que desde otro ministerio se ponen trabas al organismo. La queja reciente de actores y directores por cobrar sus nóminas con casi dos meses de retraso viene de 2014, cuando Hacienda equiparó el trabajo del elenco artístico con una prestación de servicios y precarizó aún más el trabajo de estos profesiona­les.

Reforma fracasada

«Cuando me marché del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), en 2018, dije que el problema del Inaem era Hacienda», afirma Antonio del Moral, exdirector de la unidad fundada en 2010 para proteger y difundir el patrimonio musical español. «En los ocho años que yo estuve, la problemáti­ca fue incrementá­ndose año tras año. En el Inaem hay músicos de orquesta, técnicos, administra­tivos... muchos trabajador­es con signos distintos. La administra­ción tiene una estructura muy cerrada. No depende solo de Cultura, también están Hacienda y Administra­ciones Públicas; se tiene que solucionar desde arriba».

Pocas entidades públicas son tan consciente­s de sus necesidade­s como el Inaem. En 2006 se planteó su conversión en una agencia estatal, pero Hacienda frenó la operación: en 2012 la Ley de Presupuest­os cerró la puerta a esta alternativ­a. Cuando Guirao llegó al Ministerio de Cultura, en 2018, marcó entre sus prioridade­s reformar el Inaem. «La organizaci­ón administra­tiva no está a la altura de los tiempos y amenaza con sofocar a nuestras unidades de producción», dijo, y constituyó un grupo de trabajo para dotarlo de una ley propia. Los catorce directores de los centros de creación artística y representa­ntes del ministerio y de los sindicatos concluyero­n que solo una ley especial permitiría al Inaem «establecer los fines y los medios para desarrolla­r su actividad», igual que el Museo del Prado o la Biblioteca Nacional de España. Entre los problemas a resolver, según el grupo de trabajo: conflictos laborales, brechas de género, reducción de giras de producción propia, multiplici­dad de regímenes jurídicos, no disponer de ingresos propios, trabas presupuest­arias, un marco laboral desfasado… Todo ello requería de una solución que tuviera en cuenta «un planteamie­nto integral».

Javier Figueroa, de UGT, estuvo en aquellas mesas de trabajo: «No hubo más de cuatro reuniones. Se elevó la propuesta al ministerio y no hemos tenido más noticias». Han pasado más de tres años. «La gestión del Inaem se está ex

ternalizan­do gota a gota. No es una política como modelo, no: como no hay gente, se externaliz­a. Ya casi no hay giras propias, se hacen mediante convenios con productora­s. Ahora vamos a hacer una gira con nuestros recursos por toda España con ‘El Golem’. Hacía más de diez años que no ocurría».

Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del CDN entre 1996 y 2004, comenta que «en Barcelona dicen que el Centro Dramático Nacional es la compañía de Madrid» por la escasa presencia de las unidades de producción del Inaem fuera de la capital. «Lo normal sería tener sedes en más ciudades. Tampoco tenemos ningún peso en los festivales internacio­nales. Y ahí fallan todos los objetivos por los que se creó el Inaem. Debí de ser el último director con el que se hicieron giras por toda España», señala. A diferencia de la Royal Shakespear­e, las compañías estatales no están en citas claves como Aviñón, Buenos Aires, Bogotá o Nueva York.

Nuevo director

«Las giras se suspenden por las exigencias de los sindicatos», añade Amorós: «Para representa­r una obra en Toledo, por ejemplo, hace falta un día de viaje (porque el día que se viaja no se puede trabajar), otro de montaje, un día de representa­ción, un día de desmontar y otro de viaje de vuelta». Las giras del Inaem son más caras que las de las empresas privadas, entre otros motivos, porque se sigue el convenio de origen del personal laboral de teatros nacionales, de 1996. «Función Pública no ha querido renegociar las condicione­s, con complement­os salariales, como hemos propuesto», asegura Figueroa, de UGT.

La realidad, según este portavoz sindical, es que el organismo se ha quedado anquilosad­o: «No sabemos si no hay voluntad política por parte de la dirección o es que no tiene capacidad de presión». Amaya de Miguel no ha conseguido arreglar estos problemas, pese a que con ella se dieron los primeros pasos para la ansiada reforma. Desde el Inaem aseguran a ABC que las circunstan­cias políticas de 2019 –prórroga de presupuest­os y dos elecciones generales– y el impacto del Covid impidieron avanzar. Cultura, añaden, retomó el proceso a finales de 2021 y ha mantenido reuniones con Función Pública.

Iceta, no obstante, ha evitado incluir el proyecto entre sus prioridade­s. Se refirió de pasada a él en septiembre, pero no ha vuelto a mencionarl­o, salvo para referirse a las huelgas de los técnicos. Unos paros, según el ministro, convocados por un «sindicato minoritari­o» que de todos modos iban a «respetar». Entre estas declaracio­nes y la demanda presentada hace unas semanas media un abismo. Esta semana, en la que se celebra el Día Mundial del Teatro, varios colectivos han organizado nuevos actos para demandar soluciones. Los «urgentes» remedios planteados en 2006 y 2018 siguen lejos de implantars­e. Joan Francesc Marco, el elegido por Iceta para enderezar el rumbo, tendrá que arreglar todos esos problemas que empezaron a gestarse entre 1990 y 1995, cuando estuvo al frente del Inaem.

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// LUZ SORIA Una imagen de ‘La lengua madre’, en el Teatro Valle-Inclán

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