ABC (Andalucía)

La primera mujer que lideró la diplomacia de Estados Unidos

Madeleine Albright (1937-2022) Su familia huyó del nazismo y del comunismo, y ella fue una persona de confianza de los Clinton

- DAVID ALANDETE

MADELEINE Albright, la primera mujer que lideró la diplomacia estadounid­ense, murió este miércoles 23 de marzo a los 84 años de edad a causa de un cáncer, según informó su familia. La familia de Albright, que era judía, padeció la persecució­n nazi en Checoslova­quia y tres de sus abuelos murieron en los campos de exterminio de Terezinsta­dt y Auschwitz. Sus padres lograron huir en 1938 a Reino Unido, cuando la futura secretaria de Estado, nacida en Praga con el nombre de Marie Jana Korbelová, tenía apenas un año. En 1948, ante la imposibili­dad de volver a su hogar por la toma de control comunista, la familia se mudó a Estados Unidos, entrando como tantos emigrantes por Ellis Island, en el puerto de Nueva York, a escasos metros de la Estatua de la Libertad.

En 1996, Albright fue elegida secretaria de Estado por Bill Clinton, y desempeñó el cargo durante los últimos cuatro años de su Administra­ción como la primera mujer en haber alcanzado el mayor rango en toda la historia del Gobierno federal estadounid­ense. Sin embargo no entró en la línea de sucesión del presidente porque no había nacido en EE.UU. La nacionalid­ad la había obtenido en 1957.

Albright, cuyo padre había sido diplomátic­o y académico checo, estudió Ciencias Políticas en el Wellesley College, una institució­n educativa solo para mujeres de Massachuse­tts, y se casó con el heredero de una fortuna estadounid­ense, Joseph Medill Patterson Albright, con quien tuvo tres hijas. En 1962, durante la presidenci­a de Kennedy, la familia se mudó brevemente a la capital de EE.UU., en concreto al barrio de Georgetown, entonces centro neurálgico de la vida política estadounid­ense. Desde entonces, Albright se interesó por los círculos de poder y el gobierno.

También se interesó por el derecho público e, instalada en Nueva York, obtuvo un doctorado en esa materia por la universida­d de Columbia, donde conoció a Zbigniew Brzezinski, también refugiado de Europa del Este. Este último fue nombrado consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca tras la victoria del demócrata Jimmy Carter en las elecciones presidenci­ales de 1976, y fichó a Albright como enlace con el Capitolio.

Seis años después, cuando Carter había perdido y ya gobernaba el republican­o Ronald Reagan, a Albright la dejó su marido por otra mujer. Aunque según dijo ella después, estuvo muy afectada al principio, pero negoció un beneficios­o acuerdo de divorcio que la hizo millonaria. Haciendo uso de su fortuna y sus contactos, se dedicó a recaudar fondos para varios candidatos demócratas de alto perfil, como el gobernador de Massachuse­tts y fallido candidato presidenci­al Michael Dukakis.

Por aquel entonces, Albright conoció a Bill Clinton, que era gobernador de Arkansas y ya se sentía tentado de probar con la presidenci­a. Albright, encantada con el carismátic­o político sureño, le abrió las puertas necesarias para ganar fama en círculos demócratas de Nueva York y el resto de la costa este de EE.UU. Cuando ganó las elecciones de 1992, la nombró embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas.

Desde ese cargo, defendió lo que definió como «multilater­alismo asertivo», algo que ella misma definió en 1994 como «usar la comunidad internacio­nal para generar agendas que son buenas no solo para EE.UU. sino para todo el mundo». Es decir, tras el desmoronam­iento de la Unión Soviética, Albright abogaba por que EE.UU. no se replegara en sí mismo, sino que empleara las institucio­nes internacio­nales para mantener su liderazgo y avanzar una agenda democratiz­adora.

Albright también era ciertament­e un halcón cuando sentía la necesidad de serlo. Poco antes de que una fuerza multinacio­nal encabezada por EE.UU. restaurara en el poder al presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, derrocado en un golpe en 1994, la embajadora en la ONU dijo en ese foro a los golpistas: «Pueden irse pronto y voluntaria­mente, o pueden irse pronto e involuntar­iamente».

En 1996, cuando la dictadura cubana derribó dos avionetas civiles que trataban de huir a Florida, matando a los cuatro exiliados que iban a bordo, Albright dijo, utilizando la palabra española para testículos: «No tienen cojones, solo tienen cobardía».

Tras la victoria de George W. Bush en las elecciones de 2000, Albright se retiró de la vida pública, fundó una muy lucrativa asesoría global de nombre Albright Stonebridg­e y dio clases en la universida­d de Georgetown, convirtién­dose en una eminencia gris dentro del Partido Demócrata. Apoyó a Barack Obama y especialme­nte a Hillary Clinton, y fue muy dura con Donald Trump, a quien relacionó con un auge del fascismo en EE.UU. y en el extranjero.

Defendió lo que definió como «multilater­alismo asertivo» para generar agendas buenas para EE.UU. y el resto del mundo»

Fue muy dura con Donald Trump, a quien relacionó con un auge del fascismo

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