Más trabajar y menos intervenir
En lugar de actuar para rebajar los precios de la energía, el Gobierno busca fórmulas para congelar los alquileres por decretazo
EL coste medio de la vivienda, para alquiler o compra, es hoy más caro que cuando PSOE y Unidas Podemos llegaron al Gobierno. Sus recetas intervencionistas para el mercado inmobiliario no han servido para bajar los precios y la nueva Ley de Vivienda está ahuyentando a inversores. Los ‘okupas’, por su parte, lo tienen más fácil que nunca.
Ahora, ante una inflación galopante, el Ejecutivo vuelve a las andadas. En lugar de trabajar duro para controlar la causa, los elevados precios energéticos, Pedro Sánchez opta por irse de gira europea mientras Yolanda Díaz se afana en buscar nuevas fórmulas intervencionistas para impedir que los alquileres inmobiliarios recojan la inflación. Aunque ello implique imponerlo por decretazo.
El PSOE le sigue el juego y estudia de qué manera hacerlo para que no le tachen de bananero. Pero la medida es dudosamente legal, atenta contra la seguridad jurídica y puede poner a los pequeños propietarios contra las cuerdas. Entre ellos, por ejemplo, a los ancianos que pagan el coste de su residencia con los ingresos del alquiler de su piso. PSOE y Unidas Podemos pretenden impedir que los alquileres suban conforme a la inflación pero no se plantean interrumpir las subidas del IBI, de las tasas de basuras o del IRPF a los pequeños propietarios que, en su mayoría, han visto crecer sus gastos de comunidad por el alza del salario mínimo. Pueden ir echándose a temblar todos aquellos arrendadores que tengan que realizar alguna obra o reforma tal y como están los precios de los materiales, o los que tengan que cambiar algún electrodoméstico. Y más aún los que hayan contraído una hipoteca para pagar el inmueble que arriendan porque todos sabemos que se avecina una subida de los tipos de interés. Por supuesto, los seguros de hogar seguirán elevando sus primas y los que tengan pequeños pisos en altos bloques pueden ir asumiendo que los facturones de electricidad de los ascensores han venido para quedarse. Pero al Gobierno no le importa nada de eso.
Roza la sinvergonzonería que Pedro Sánchez pida a los pequeños emprendedores –ya sean transportistas, taxistas, agricultores o arrendadores de vivienda– que hagan un esfuerzo y paguen el pato de la guerra en Ucrania cuando él y su equipo viven en una burbuja anti-inflación. Les pagamos desde el chófer a las comidas pasando por la gasolina y la ropa. Y a pesar de ello no han tenido el mínimo gesto de renunciar a la subida generalizada de sueldo que se han aplicado este año o reducir el estratosférico gasto público en ministerios, asesores y altos cargos.
Hace falta un Gobierno que sienta empatía ante las angustias de los ciudadanos en lugar de añadir zozobras. Un Ejecutivo, a fin de cuentas, que se dedique mucho más a bajar los impuestos y mucho menos a intervenir en los mercados.