ABC (Andalucía)

‘El cuidador’, viaje a los orígenes de Pinter

∑ Antonio Simón dirige a Joaquín Climent, Álex Barahona y Juan Díaz

- JULIO BRAVO

En 1960, Harold Pinter era un incipiente dramaturgo con un par de obras estrenadas y un éxito desigual. Faltaban cuarenta y seis años para que la Academia sueca le concediera el premio Nobel de Literatura. Fue, precisamen­te, en aquel 1960 cuando empezó a cimentarse su prestigio con el estreno de ‘The Caretaker’, una obra que fue además el primer éxito comercial del autor.

Considerad­a como un estudio psicológic­o de la confluenci­a del poder, la lealtad, la inocencia y la corrupción entre dos hermanos y un vagabundo, la obra llega ahora al Teatro Bellas Artes en una producción que dirige Antonio Simón e interpreta­n Joaquín Climent, Álex Barahona y Juan Díaz.

«La acción se desarrolla en nuestros días, en una ciudad –cuenta el director–. Al inicio vemos a Micke, el hermano menor, cuidador de su hermano mayor Aston que tiene una leve discapacid­ad psíquica. Micke, solo, medita, se levanta, toma una decisión y se va. Más adelante entenderem­os que lo que acontece a continuaci­ón ya se ha producido en el pasado temporal. Aston llega a la buhardilla de Micke, acompañado de Davies, un viejo sintecho, un aristócrat­a de intemperie; le ofrece calor y un lugar para dormir, lo ha salvado de un posible intento de agresión.

La sombra del absurdo

Como toda la obra temprana de Harold Pinter, la sombra del teatro del absurdo y de Samuel Beckett planean sobre el texto de ‘El cuidador’. Simón apunta otras influencia­s. «El humor y la ironía circulan con comodidad en este texto que bebe mucho de la portentosa tradición de la comedia británica. De una manera sutil e intrigante, la obra va desvelando cómo detrás de la risa y la actitud de los personajes se descubre una crítica lúcida y humana a lo absurdas y crueles que pueden llegar a ser las circunstan­cias y condicione­s de nuestra existencia».

El dramaturgo británico John Arden dijo de ‘El cuidador’: «Tomada puramente en su valor nominal, esta obra es un estudio de la fuerza inesperada de los lazos familiares contra un intruso». Habla también de la comunicaci­ón o, más bien, de la incomunica­ción. «El título –completa el director de la función– hace referencia de una manera ambigua tanto a la posibilida­d de cuidar a otra persona como a la de cuidar un piso. Los tres personajes de la obra intentarán cuidarse y cuidar la propiedad de una manera que, vista desde fuera, parece un desastre propio de una comedia clásica en blanco y negro dentro de una película de intriga y suspense. Una de las preguntas que plantea la obra es el papel de la confianza en el otro: ¿En quién se puede confiar? ¿Se puede vivir sin confiar en el otro, en la vida, etcétera? Plantea también la paradoja de la dificultad de la comunicaci­ón. Hasta qué punto intentar conectar con el otro implica esfuerzo, no siempre recompensa­do».

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// MIGUEL ANGEL DE ARRIBA Joaquín Climent y Álex Barahona, en un momento

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