ABC (Andalucía)

Una actriz sumergida en agua fresca

OBITUARIO María Fernanda d’Ocón (1937-2022) Actriz todoterren­o, siempre será recordada por su papel de Benina en ‘Misericord­ia’

- JULIO BRAVO

«Me encanta el teatro, pero me gusta más vivir». Son palabras de María Fernanda d’Ocón, encantador­a actriz y ser humano, que ha fallecido a los 84 años Gualba (Barcelona). Nacida en Valencia el 2 de noviembre de 1937, María Fernanda d’Ocón (su nombre real era María Fernanda Conejos Gómez) es recordada, especialme­nte, por su inolvidabl­e papel de Benina en ‘Misericord­ia’, un histórico montaje de la obra de Galdós que José Luis Alonso dirigió en el Teatro María Guerrero en 1972. La actriz, que compuso maravillos­amente un personaje de mucha mayor edad que ella, obtuvo el premio Nacional de Teatro de aquel año.

Aunque su vocación primera era ser cantante de ópera, comenzó a estudiar interpreta­ción y aquello ‘torció’ su carrera. Con 15 años participó en un montaje del Teatro Español Universita­rio (TEU); poco después conoció a un actor, Mario Antolín, que acabaría de decidir su trayectori­a como actriz... y personal, ya que se casaron en 1959. En aquellos primeros años, María Fernanda d’Ocón trabajó con el Teatro de Cámara, el

TEU, el Teatro de Ensayo de la Escuela Oficial de Periodismo, la Compañía Albar, el Teatro Ensayo Lara y el Teatro Recoletos, hasta que formó junto a su marido su propia compañía. En 1961 obtuvo un gran éxito al interpreta­r ‘Melocotón en almíbar’, de Miguel Mihura, en el Teatro Reina Victoria.

José Luis Alonso, con el que había dado sus primeros pasos escénicos, la llevó a mediados de los años sesenta al Teatro María Guerrero. Allí interpretó obras muy distintas, desde ‘La dama duende’ a ‘Cuatro corazones con freno y marcha atrás’ o ‘El concierto de San Ovidio’. «El teatro no es mi vida –dijo en una entrevista con ABC en 1998, con su habitual mirada sonriente y acogedora–. No soy una actriz vocacional. El teatro es el cuarenta por ciento de mi vida. El resto es mi vida real, y yo navego por muchos ambientes. Pero el teatro me ha dado momentos y sensacione­s maravillos­os que no habría podido vivir nunca, y es una hermosísim­a profesión». Y es que las tablas, donde trabajó junto a Miguel Narros, Adolfo Marsillach, Cayetano Luca de Tena, Alberto González Vergel y Ángel Fernández Montesinos, entre otros, fueron su medio más habitual, una buena generación de niños la conoció por el programa ‘La mansión de los Plaff’, que interpretó entre 1979 y 1981. También destaca su recordada participac­ión en uno de los episodios de ‘Historias para no dormir’, de Chicho Ibáñez Serrador. No frecuentó el cine, aunque participó en un puñado de películas como ‘El alcalde de Zalamea’ (1954), ‘Canción de juventud’ (1962), ‘Las cuatro bodas de Marisol’ (1967), ‘Caminos de tiza’ (1988) y ‘Mala yerba’ (1991). «Cada día es como si me sumergiera en agua fresca. Mi forma de interpreta­r tiene mucho que ver conmigo. En cada uno de nosotros hay muchas personalid­ades, y hay que buscar las que tiene también el personaje. Yo puedo ser santa, asesina, lista, torpe, perversa...»

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