ABC (Andalucía)

Habitación 528

Lo que hubo alrededor de Roldán fue disparatad­o, siendo la corrupción tan vulgar

- ROSA BELMONTE

ERAN sorprenden­tes las buenísimas críticas a ‘El hombre de las mil caras’, la película sobre Paesa. Claro que más extraordin­arias me parecieron, una vez vista, las de ‘Madres paralelas’, espanto que me reconcilió con ‘Los amantes pasajeros’. Por lo menos era de coña, como los artículos del vendedor ciego en ‘Top Secret’ (el que no trabajaba los zurullos). No contaba ‘El hombre de las mil caras’ nada que no hubiéramos leído en los periódicos (y visto en ‘Interviú’) como quien ve ‘Falcon Crest’. Con la boca abierta. Entonces los periódicos eran más divertidos. Pasa algo parecido con Isabel Pantoja. Ninguna película o serie podría igualar lo que hemos estado disfrutand­o o sufriendo en platós y realities. A ver, los personajes alrededor de Pantoja (hijos, julianes, maytes, pepisvalla­dares, foskis, mellis, laurascuev­as o encarnas) no se le ocurren ni al guionista más chiflado. Lo que hubo alrededor de Luis Roldán fue disparatad­o, siendo la corrupción tan vulgar. Y él, también. Siendo lo de inflar un currículo tan corriente. Pero imaginen, recuerden, un ministro del Interior que dimite por la huida de Roldán cuando se destapan las sinvergonz­onerías. Un ministro del Interior dimitiendo. Ni que lo hubiera escrito Ursula K. Le Guin.

Se fugó Roldán a París, salieron las fotos del director general en calzoncill­os, lo detuvieron en Bangkok, le dijo a Paesa que le guardara los millones, Paesa, agente secreto, los guardó tan bien que se los quedó, se publicó una esquela de Paesa con Paesa vivito. Y además apareció en la historieta un capitán Khan. Ojalá hubiera sido un capitán Tan. Con Locomotoro y Valentina.

No sería ni ingeniero ni economista, pero sí capaz de saquear el dinero público, que no es de nadie, aprovechan­do las reformas en los cuarteles de la Guardia Civil. Y tirando de los fondos reservados. Millones aparte, un patrimonio inmobiliar­io que incluía casoplones en París y en las Antillas francesas. Pero son las fotos del hotel Victoria de Palma lo que queda. La habitación 528. Y la gran duda. El bicho hinchable que sujetaba, ¿era una foca?

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