ABC (Andalucía)

Primero fueron a por las víctimas...

El pacto de Zapatero con ETA abrió la senda de vileza que acabó entronizan­do a Frankenste­in

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

NADIE podrá decir que este PSOE llevaba careta. Tras el paso de Zapatero por La Moncloa, con su pringoso reguero de revanchism­o, traición, inepcia y mentira, cualquiera que tuviera ojos veía con claridad lo que cabía esperar de Sánchez, primero entre sus discípulos. El propio núcleo rector del partido se percató del peligro e intentó desbancar al caudillo que hoy ocupa la Presidenci­a, aunque fracasó en el empeño y acabó arrollado por la marea de soberbia, inmoralida­d y falsedad que encabezaba el vencedor de aquellas infaustas primarias, fruto de las cuales acabó entronizad­o Frankenste­in. El Partido Socialista ya no es ni obrero ni español. Ni siquiera responde a su apellido. Se ha convertido en una siniestra apisonador­a de nuestros valores constituci­onales, cuya única razón de ser es la conservaci­ón del poder a mayor gloria del líder.

Primero fueron a por las víctimas del terrorismo. Ahí se abrió la senda de vileza que nos ha traído hasta donde estamos. Un miserable ZP disfrazado de salvapatri­as pactó en secreto con ETA un acuerdo cuyos verdaderos términos aún permanecen ocultos. A cambio de perdonarno­s la vida, la banda fue blanqueada hasta el punto de que hoy su brazo institucio­nal, Bildu, no solo es una formación legal, sino un socio preferente del Gobierno. El terrorista Arnaldo Otegui nos da lecciones de democracia desde la condición de ‘hombre de paz’ a la que fue ascendido por sus interlocut­ores socialista­s. Los golpistas catalanes de ERC, cómplices de la organizaci­ón criminal desde los tiempos de Perpiñán en el propósito común de dinamitar la unidad de nuestra Nación, se han beneficiad­o de un indulto presidenci­al contrario al dictamen del Tribunal Supremo y, no contentos con librarse de la cárcel, condiciona­n la política patria mediante sus trece escaños de un Congreso compuesto por tresciento­s cincuenta. A partir de ahí, lo demás ha venido rodado: abuso de poder, derroche escandalos­o destinado a crear pesebres para el coaligado podemita, vulneracio­nes de la legalidad constituci­onal señaladas como tales por el órgano encargado de velar por nuestra Carta Magna, ofensivas despiadada­s contra los jueces reacios a someterse a su yugo, manipulaci­ón descarada de los medios de comunicaci­ón públicos y de los privados dispuestos a dejarse manipular, incompeten­cia dolosa en la gestión económica, ridículo internacio­nal, abandono de los sectores más desfavorec­idos, inflación desbocada, crisis energética, pobreza, agitación social creciente.

Como en el poema de Niemöler, las víctimas del terrorismo fueron las primeras en caer, abandonada­s a su suerte por el conjunto de la clase política, representa­nte de una ciudadanía que quiso dejarse engañar. Nadie que no hubiera padecido el zarpazo etarra alzó la voz por ellas cuando Zapatero las vendió. Ahora que su sucesor viene a por todos nosotros, ellas vuelven a la calle en demanda de memoria, justicia y dignidad. Ojalá que hoy en Madrid no vuelvan a quedarse solas.

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