Por mis hijas ucranianas
Me parece increíble que llevemos un mes rasgándonos las vestiduras por la invasión del Ejército ruso en Ucrania, más aún cuando Putin comenzó su particular guerra en 2014 anexionando Crimea. Europa cometió el gran error entonces de mirar hacia otro lado y ahora lo estamos pagando.
A principios del mes de septiembre de 2004, durante la campaña electoral, Viktor Yushchenko, nacido en
Suny, la misma región que mi hija pequeña, competía en las elecciones presidenciales con el candidato favorito de Rusia y representante de la Ucrania del este rusófana, Viktor Yanukovych. Se confirmó que Yúschenko había ingerido cantidades peligrosas de la dioxina TCDD. Todo apuntaba a que fue envenenado por orden de Vladímir Putin. Yúschenko quería que Ucrania pasase a formar parte de la UE, opción que Putin nunca ha querido.
Para el dictador ruso, la expansión de la OTAN siempre ha supuesto una amenaza militar muy cercana a sus fronteras.
Las sanciones económicas no han amedrentado a Putin, todo lo contrario; además, por desgracia, el pueblo ruso está acostumbrado a pasar penurias.
Ningún país europeo ni EE.UU. ha querido plantarle cara llevando a sus ejércitos a tierras ucranianas, y esto el exdirector del Servicio Federal de Seguridad lo sabe, de ahí su mensaje: «Cualquiera que intente interferir o incluso amenazar a nuestro país, a nuestro pueblo, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y les acarreará consecuencias que no han experimentado nunca antes en la historia».
Hay que recordar que Putin fue reclutado por la extinta KGB, actual FSB, por sus características psicopáticas y frialdad.
La vía diplomática sigue sin funcionar, la única opción viable es que el Ejército ruso se subleve contra este loco dictador.
Mientras los mandatarios europeos siguen cobrando sus sueldos, dietas y comiendo caliente todos los días, Volodímir Zelenski, un actor/político y actual héroe internacional, intenta mantener la independencia de su país sin abandonar Kiev.
A Ucrania siempre le estaré agradecido, me dio a mis dos hijas.
ALFONSO CLARIMÓN DE LA LAMA-NORIEGA MADRID