Tu cadáver
El desabastecimiento, como argumento de presión, es un crimen
También esta huelga de transportistas ha acabado siendo corporativa, una pistola en la sien del conjunto de la ciudadanía, cautiva y desarmada. El derecho de huelga es anacrónico. Toda huelga es un piquete. Toda huelga es un chantaje. Toda huelga te usa de carnaza para que otros derechos prevalezcan mientras los tuyos son brutalmente pisoteados. España es un país que ofrece todo tipo de convenios y negociaciones colectivas –que por cierto tanto atraso causan a nuestra economía y tanta pobreza a nuestras familias–. Estamos dotados de toda clase de sindicatos, liberados sindicales, cauces, arbitrajes y garantías para que el extremo de la huelga –es decir, tomar a los españoles de rehenes– sea completamente innecesario e inaceptable. Las calles cortadas son un atentado al más elemental derecho de cualquier contribuyente de ir a trabajar, al hospital o al cine. El desabastecimiento con premeditación, como argumento de presión, es un crimen y los que lo están provocando tendrían que responder penalmente por ello. O por lo menos es lo que uno esperaría de un país civilizado y verdaderamente justo. En el caso de los transportistas, que tantas simpatías están despertando por ir contra Pedro Sánchez, se ha visto que les rige el mismo ‘qué hay de lo mío’ de todos los huelguistas, la misma arrogancia corporativista y mezquina de los maestros de Cataluña vinculados al sindicato Ustec. La Plataforma por la Defensa del Transporte se negó ayer a deponer su deplorable paro a pesar de que el Gobierno había llegado a notables acuerdos con las patronales del sector. Es esa mezcla de afán de protagonismo y de dialéctica de abusón que la derecha tendría que rechazar de plano aunque ahora crea que le beneficia porque va contra los socialistas.
Cuando alguien cree que sus derechos valen más que los tuyos suele pensar también que su vida vale más que la tuya. La excusa de ‘visibilizar nuestro problema’ es la que usan las causas que recurren al terrorismo para lograr sus objetivos. Efectivamente, nada hay tan visible como un cadáver. Sobre todo para tu familia, cuando es el tuyo. Si crees que esta metáfora es exagerada sólo tienes que pensar que lo más fácil tras ponerte la pistola en la sien es dispararla.