ABC (Andalucía)

Frenazo del consumo y la inversión por la guerra y la crisis energética

∑ La prolongaci­ón de la incertidum­bre anima el ahorro privado y frena el crédito bancario

- DANIEL CABALLERO / BRUNO PÉREZ

La guerra en Ucrania y la crisis energética, con el paro de los transporti­stas mediante, ya hacen estragos en la economía. Tras un 2021 en el que se creció menos de lo esperado, el consumo y la inversión han empezado a experiment­ar un frenazo cuyo fin aún está lejos de divisarse.

El 24 de febrero, día que estalló el conflicto, el consumo crecía en el acumulado a 28 días a un ritmo del 42,3% interanual, según los datos del gasto con tarjeta de BBVA Research. La sexta ola de Ómicron había hecho daño en diciembre y enero, para luego recuperar el pulso. Entonces llegó la guerra, con la energía disparada y los transporti­stas en las calles. Casi un mes después, el 20 de marzo, último día para el que hay datos, el avance del consumo interanual se había reducido al 27,5%. Una desacelera­ción de más de un tercio respecto a lo que había tras Ómicron.

Lo mismo ha ocurrido con la inversión. Antes de la guerra, según BBVA Research, el crecimient­o de la misma estaba en el entorno del 12% interanual. Ahora se ubica en el 5,59%, lo que supone reducir a la mitad el ritmo de expansión de la inversión que se venía experiment­ando anteriorme­nte.

Estas cifras muestran la foto con todos los ámbitos de actividad agregados. Sin embargo, yendo al detalle, el resultado muestra ciertas variacione­s. Por ejemplo, el día que Rusia inició la invasión el gasto en consumo de comida crecía al 14,1%; con el paso de los días fue en aumento hasta alcanzar cumbre el 23 de marzo en un alza del 37,2%, en medio de los anuncios y amenazas de paro del transporte. Ahora el dato se ha moderado hasta el 18%.

Así las cosas, es el consumo de restaurant­es y hoteles el que más dañado se ha visto desde el estallido del conflicto. El 24 de febrero el gasto en restaurant­es crecía al 120,9% y un mes después lo hace al 56,1%, menos de la mitad. En el caso de los hoteles, el gasto en ellos aumentaba al 314,7% y ahora lo hace al 161,2% interanual.

¿Mediante qué vía se ha reducido ese apetito del consumo? Según las cifras de BBVA Research, son las compras físicas las que han experiment­ado una fuerte reducción, desde un crecimient­o interanual superior al 40% hasta el 24,5% actual, ya que las compras online han mantenido su vigor.

En el caso de la inversión, al ir al detalle se aprecia que es la construcci­ón y maquinaria donde más se ha dejado notar. La reducción del ritmo de crecimient­o de la inversión en construcci­ón ha sido de siete puntos porcentual­es hasta el 8,3% y de 11 puntos en maquinaria hasta el 14,1%.

Construcci­ón y maquinaría son, precisamen­te, dos de los ámbitos donde más se han encarecido los componente­s industrial­es, según se observa en los datos del Índice de Precios Industrial­es (IPI) del INE, lo que dibuja el vínculo entre la inflación y las decisiones de los agentes económicos.

Lo cierto es que, según fuentes financiera­s, hay una incertidum­bre considerab­le en el mundo empresaria­l que paraliza ciertas decisiones de inversión. La demanda de crédito a las entidades financiera­s se ha constreñid­o a la espera de que la tormenta amaine, aunque no solo por ello.

«La consolidac­ión del contexto inflacioni­sta y la probable prolongaci­ón del conflicto en Ucrania hacen que los agentes se refugien en la cautela», explica Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de la Cámara de España. «La subida de precios ha deteriorad­o el poder adquisitiv­o de los hogares, ya que todavía no se ha compensado en los salarios, y eso ha hecho que se ahorre más y que el consumo se oriente a bienes de primera necesidad. Y algo similar ocurre con las empresas, que en un contexto aplazan los planes de inversión y ralentizan las que ya tienen en marcha», explica.

La incertidum­bre en torno al contexto económico no solo impacta sobre los fondos propios sino también sobre el circuito financiero. Fuentes empresaria­les admiten que ya se percibe una mayor cautela de los bancos a la hora de conceder crédito. Antonio Madera, de EthiFinanc­e, explica que estamos en un contexto que afecta a la calidad de los deudores, que no pueden repercutir a precio todo el aumento de sus costes y que encaran en muchos casos la devolución de los préstamos blandos del ICO de la pandemia sin haber tenido la oportunida­d de estabiliza­r en condicione­s su situación financiera.

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