Frenazo del consumo y la inversión por la guerra y la crisis energética
∑ La prolongación de la incertidumbre anima el ahorro privado y frena el crédito bancario
La guerra en Ucrania y la crisis energética, con el paro de los transportistas mediante, ya hacen estragos en la economía. Tras un 2021 en el que se creció menos de lo esperado, el consumo y la inversión han empezado a experimentar un frenazo cuyo fin aún está lejos de divisarse.
El 24 de febrero, día que estalló el conflicto, el consumo crecía en el acumulado a 28 días a un ritmo del 42,3% interanual, según los datos del gasto con tarjeta de BBVA Research. La sexta ola de Ómicron había hecho daño en diciembre y enero, para luego recuperar el pulso. Entonces llegó la guerra, con la energía disparada y los transportistas en las calles. Casi un mes después, el 20 de marzo, último día para el que hay datos, el avance del consumo interanual se había reducido al 27,5%. Una desaceleración de más de un tercio respecto a lo que había tras Ómicron.
Lo mismo ha ocurrido con la inversión. Antes de la guerra, según BBVA Research, el crecimiento de la misma estaba en el entorno del 12% interanual. Ahora se ubica en el 5,59%, lo que supone reducir a la mitad el ritmo de expansión de la inversión que se venía experimentando anteriormente.
Estas cifras muestran la foto con todos los ámbitos de actividad agregados. Sin embargo, yendo al detalle, el resultado muestra ciertas variaciones. Por ejemplo, el día que Rusia inició la invasión el gasto en consumo de comida crecía al 14,1%; con el paso de los días fue en aumento hasta alcanzar cumbre el 23 de marzo en un alza del 37,2%, en medio de los anuncios y amenazas de paro del transporte. Ahora el dato se ha moderado hasta el 18%.
Así las cosas, es el consumo de restaurantes y hoteles el que más dañado se ha visto desde el estallido del conflicto. El 24 de febrero el gasto en restaurantes crecía al 120,9% y un mes después lo hace al 56,1%, menos de la mitad. En el caso de los hoteles, el gasto en ellos aumentaba al 314,7% y ahora lo hace al 161,2% interanual.
¿Mediante qué vía se ha reducido ese apetito del consumo? Según las cifras de BBVA Research, son las compras físicas las que han experimentado una fuerte reducción, desde un crecimiento interanual superior al 40% hasta el 24,5% actual, ya que las compras online han mantenido su vigor.
En el caso de la inversión, al ir al detalle se aprecia que es la construcción y maquinaria donde más se ha dejado notar. La reducción del ritmo de crecimiento de la inversión en construcción ha sido de siete puntos porcentuales hasta el 8,3% y de 11 puntos en maquinaria hasta el 14,1%.
Construcción y maquinaría son, precisamente, dos de los ámbitos donde más se han encarecido los componentes industriales, según se observa en los datos del Índice de Precios Industriales (IPI) del INE, lo que dibuja el vínculo entre la inflación y las decisiones de los agentes económicos.
Lo cierto es que, según fuentes financieras, hay una incertidumbre considerable en el mundo empresarial que paraliza ciertas decisiones de inversión. La demanda de crédito a las entidades financieras se ha constreñido a la espera de que la tormenta amaine, aunque no solo por ello.
«La consolidación del contexto inflacionista y la probable prolongación del conflicto en Ucrania hacen que los agentes se refugien en la cautela», explica Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de la Cámara de España. «La subida de precios ha deteriorado el poder adquisitivo de los hogares, ya que todavía no se ha compensado en los salarios, y eso ha hecho que se ahorre más y que el consumo se oriente a bienes de primera necesidad. Y algo similar ocurre con las empresas, que en un contexto aplazan los planes de inversión y ralentizan las que ya tienen en marcha», explica.
La incertidumbre en torno al contexto económico no solo impacta sobre los fondos propios sino también sobre el circuito financiero. Fuentes empresariales admiten que ya se percibe una mayor cautela de los bancos a la hora de conceder crédito. Antonio Madera, de EthiFinance, explica que estamos en un contexto que afecta a la calidad de los deudores, que no pueden repercutir a precio todo el aumento de sus costes y que encaran en muchos casos la devolución de los préstamos blandos del ICO de la pandemia sin haber tenido la oportunidad de estabilizar en condiciones su situación financiera.