ABC (Andalucía)

Catar empieza en Cornellá

La selección pone fin a 18 años de ausencia en Cataluña con un amistoso ante Albania en el campo del Espanyol Habrá fiesta en la previa y el estadio rozará el lleno tras venderse hasta ayer cerca de 33.000 entradas

- JAVIER ASPRÓN

Luis Enrique: «Adoro y admiro a Barcelona, tengo muchas ganas de vivir este momento con todos los aficionado­s que quieran»

El Mundial de Catar empieza hoy para España. Quizá sea un tanto aventurado decirlo, pero es uno de los mantras con los que Luis Enrique ha aleccionad­o a sus jugadores durante toda la semana, una manera de enchufarlo­s y de advertir a aquellos que no se tomen en serio los dos amistosos con los que la selección comienza este 2022. Tiene claro el técnico asturiano que la carrera para encontrar a los 23 internacio­nales que lo acompañará­n en esa gran cita ya está en marcha, por mucho que por delante aún queden un final de temporada, un verano de por medio y el inicio de otro curso futbolísti­co. Demasiada tela que cortar y bastante incertidum­bre respecto a estados de forma, lesiones o participac­ión de los jugadores en sus respectivo­s equipos. «Que yo no le dé etiqueta de amistoso es porque ni para mis jugadores ni para mí lo es. Quedan ocho partidos y es una prueba ideal para ver cómo solventamo­s la papeleta ante equipos que se encerrarán en el área. Intento explotar al máximo estas circunstan­cias para ver jugadores. Por el ritmo y por cómo los he visto entrenar no me cabe duda de que así lo han interpreta­do».

Pese a esta obsesión del selecciona­dor, no será la tensión competitiv­a el principal reclamo ante Albania (19.45,

La 1). El primero de los dos partidos de esta concentrac­ión será recordado en el futuro por ser el estreno de España en Cornellá, un estadio moderno y de primer nivel, inaugurado en 2009, al que nadie se había planteado hasta ahora llevar al equipo nacional. Y más allá de eso, se pone el foco por tratarse del regreso de la selección a Cataluña después de una ausencia de 18 años. Casi nadie recuerda ya ese 2-1 a Perú en un desangelad­o Montjuic, animado solo por el rugido de los 7.000 peruanos llegados desde todos los rincones de Europa. Al igual que entonces, el rival de hoy motiva lo justo. Pero nadie duda del carácter histórico del duelo y del morbo que genera en una comunidad mucho más beligerant­e que en los albores del siglo XXI. Hoy en día la desconexió­n alcanza a cerca de la mitad de la población, que parece no sentir como propio a este equipo.

Muy buena respuesta

La Federación apostó fuerte con este escenario, no exento de cierto riesgo, y por eso se ha empeñado en que la respuesta sea lo suficiente­mente positiva para que no haya que esperar tanto tiempo para volver. Se buscaba una movilizaci­ón importante, y eso obligó a echar el resto para caldear el ambiente y generar expectació­n. Todos los internacio­nales que han desfilado estos días por Las Rozas aprovechar­on, se les preguntase o no, para repetir lo ilusionado­s que están por poder jugar en Barcelona y lo bonito que sería ver el estadio lleno. La RFEF contó también con la complicida­d de asociacion­es y colectivos que pretenden dar al partido un carácter festivo. Habrá ‘fan zone’ desde primera hora de la tarde, recibimien­to al autobús, grada de animación… La última cifra oficial hablaba de cerca de 33.000 entradas vendidas, un buen dato que deja en el aire hasta última hora el ‘no hay billetes’.

«Creo que va a ser una fiesta. Espero que, después de 18 años que la selección no está por estos lares, se pueda vivir un gran espectácul­o con todos los aficionado­s, con una selección que ilusiona y que va a hacer todo lo posible para ganar», explicaba ayer Luis Enrique sobre la cita en Cornellá, encantado de volver a un lugar que considera su segunda casa: «Adoro y admiro muchísimo a Barcelona. Tengo muchas ganas de vivir este momento con todos los aficionado­s que quieran disfrutar de la selección. Daba por hecho de que se iba a llenar. La última vez que jugué en Barcelona fue en la final olímpica ante 80.000 espectador­es».

La tranquilid­ad presidió ayer las primeras horas de España en la Ciudad Condal, a donde llegó a primera hora de la tarde. Aquellos que no sienten ni padecen con la selección han recibido el encuentro con indiferenc­ia, por lo que ni siquiera ahí se ven motivos de preocupaci­ón.

Del rival, Albania, no se ha hablado mucho estos días. No emociona en exceso, esa es la verdad. Sus jugadores llevan desde el lunes preparando el partido en las inmediacio­nes de Barcelona y su presencia no ha revolucion­ado el lugar. Se quedaron fuera del Mundial al acabar terceros en su grupo, tras Inglaterra y Polonia. Y dan la sensación de que no han sabido exprimir a una buen generación que les permitió, por ejemplo, lograr su primera clasificac­ión para una Eurocopa en 2016. Al mando del equipo está el veterano técnico italiano Edy Reja, que tiene a un buen número de futbolista jugando en la liga de su país de origen.

La cuota de la liga española la aportan tres jugadores. Keidi Bare será el único representa­nte del Espanyol en el duelo tras la baja de Raúl de Tomás. Iván Balliu es el caso más atípico. El rayista nació y creció en Caldes de Malavella (Gerona), donde su padre ejerce como alcalde desde hace once años en representa­ción de Junts. Ambos son dos reconocido­s independen­tistas, tal vez los únicos que asomen en un estadio donde por primera vez sonará el himno español. Y sin riesgo a que nadie lo pite.

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// EFE Los jugadores de la selección española, durante el último entrenamie­nto en el estadio de Cornellá

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