El feminismo ‘Motomami’
La igualdad se demuestra andando y Rosalía es un buen ejemplo del falso discurso actual
L Asociedad líquida que denunciaba Bauman se ha derramado ya por todos los sumideros. Los grandes ‘ismos’ modernos son un negocio que tras hacerse fuerte en la política han apestado lo demás, también las artes. El caso de Rosalía es paradigmático, por ejemplo, del falso discurso feminista. La catalana es una buena muestra de cómo en este tiempo se puede alcanzar el éxito de forma prefabricada, usando clichés ideológicos en la escalada, y, sin embargo, no aprovechar esa repercusión para hacer verdadera justicia social. Su nuevo disco, ‘Motomami’, tiene un truco que paso a describir de forma estrictamente técnica antes de llegar a conclusiones severas. Resulta que los palmeros de la nueva estrella de la música española la elogian por su compromiso con la igualdad, pero casi toda la obra publicada hasta ahora por Rosalía está tomada de mujeres que sí padecieron el machismo a las que ella ni siquiera cita. La bulería del nuevo disco tiene un fragmento cuya melodía pertenece a la Paquera de Jerez, una mujer libérrima que se hizo un nombre en el flamenco frente a todos los atavismos de mediados del siglo XX contra las personas de su clase, raza y condición. La música de otro de los pasajes de este tema es obra de la Perla de Cádiz. Busquen en Youtube la bulería «Duérmete, Curro mío» y comparen. Lo único que ha hecho Rosalía es cambiar la letra. Sin embargo, en ningún sitio ha dicho aún que se trata de un homenaje a ellas, por lo que los aduladores, cobistas y alabanceros de la nueva diva pueden pensar, por silencio administrativo, que todo es fruto de su genialidad. La Paquera y la Perla se sobrepusieron a una sociedad que les intentaba poner sordina. Lo hicieron además sin necesidad de destaparse la rodilla. Lo feminista habría sido sacarlas a relucir en el título del tema aprovechando la gran difusión que tiene Rosalía, no tomar prestado su legado para utilizarlo ante un público ecléctico que desconoce la verdadera maternidad de esas piezas. Pero también hay en su propuesta ‘innovadora’ fragmentos de la tradicional bulería de Cádiz conocida como ‘Machaca mechero’ que popularizó, entre otros muchos, Camarón de la Isla. Esto ya tiene mérito porque se trata de patrimonializar a dios sin que te pillen. Es el típico caso en el que tomas prestado algo de otros y sólo si te cogen dices que, por supuesto, se trataba de un tributo por tu compromiso con la causa. Decía Eugenio D’Ors que todo lo que no es tradición es plagio. Y Paco de Lucía añadía que todos los artistas copian salvo los genios, que directamente roban. Si se aplica esta máxima, Rosalía está en la cima de la música española, pero no del feminismo. Una cosa o la otra.
Ella es digna de alabanza como producto. Hay que aclarar que no es flamenca –ni siquiera vocaliza, todo lo ganguea y eso no se perdona en el género jondo–, pero bien está que se haga de oro. Lo que ya no cuela es que nos la vendan como icono progre y como heroína del feminismo. Celebramos su triunfo en este tiempo líquido, pero si no les importa esperaremos a Rosalía en el futuro escuchando a la Paquera de Jerez. No hay prisa.