ABC (Andalucía)

Sánchez intenta sortear la sombra de los ajustes sin atarse a UP ni PP

▶ El presidente se prepara para resistir una crisis económica desde la épica de Zapatero, pero eludiendo sus recortes ▶ El acuerdo en la UE le da aire político para presentar un plan que no podrá satisfacer ni a socios ni a oposición

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

Pedro Sánchez afronta un momento trascenden­tal en la legislatur­a. Lo cierto es que en su todavía corto mandato las excepciona­lidades se acumulan. Y pueden ser muchos los momentos o las decisiones que en el futuro serán recordadas como hitos determinan­tes. Pero sin duda alguna la semana que queda atrás y la que se abre desde mañana conforman un periodo de tiempo que será recordado. Y que por su ubicación temporal puede ser clave para determinar la duración de la legislatur­a y las condicione­s en que se puede gobernar el país en el tiempo que reste hasta la convocator­ia con las urnas.

El presidente del Gobierno insistió hace unas semanas en su vocación de agotar la legislatur­a. Lo hacía en el marco de la crisis del PP. Pero de eso han pasado ya semanas, que parecen meses. Y en todos los actores políticos empiezan a activarse alertas y expectativ­as de que las consecuenc­ias económicas de la guerra echan por tierra cualquier previsión. «La fecha de las elecciones ya no la sabe ni Sánchez», mantiene un dirigente de uno de los partidos que ha venido sustentand­o al Gobierno estos más de dos años. Desde luego se entierra la estrategia de La Moncloa, que dibujaba una segunda parte de la legislatur­a de recuperaci­ón económica.

Más bien al contrario, ante Sánchez se abre un momento con paralelism­o con aquel mayo de 2010 en el que todo cambió bajo la presidenci­a de José Luis Rodríguez Zapatero: reducción del salario de los funcionari­os, recortes de pensiones, freno a la aplicación de la ley de Dependenci­a y supresión de ayudas a la maternidad. Un hachazo sobre el plan de gasto social que llevaba seis años desarrollá­ndose. Después de aquellos anuncios el vuelo no se levantó. Apenas un par de meses después Zapatero solemnizar­ía ante las Cortes su intención de resistir en las medidas que llegaban dictadas desde la Unión Europea. Lo hacía con una frase para posteridad: «Voy a seguir ese camino cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste». La fe del converso siempre es de una resistenci­a especial.

Los cambios

Muchas cosas han cambiado. La UE no es la misma que entonces. Pero el presidente Sánchez ya ha emprendido el cambio de registro retórico hacia la excepciona­lidad, como en los primeros momentos de la pandemia: «España va a estar donde debe estar y va a hacer lo que deba hacer». Las últimas semanas ya han dado muestra de que Sánchez está dispuesto a dar un volantazo si la situación lo requiere: envío de armas a Ucrania, aumento del presupuest­o militar, posibilida­d de rebajas fiscales y cambio en la posición histórica sobre el Sahara Occidental.

Todos esos movimiento­s han cogido con el pie cambiado a Unidas Podemos. En un primer momento, antes de que Sánchez rectificas­e respecto a las armas, los morados creían tener a Sánchez muy amarrado. Tanto Yolanda Díaz como Ione Belarra habían recibido garantías personales de que el envío de armas se haría solo mediante mecanismos comunitari­os. Pero el presidente vulneró ese entendimie­nto en la coalición al comprobar que se quedaba muy solo en esa posición en la UE. Desde ese momento en Unidas Podemos se arquearon las cejas. A ese cambio de posición siguieron el resto de movimiento­s. Especialme­nte cruento fue el relacionad­o con Marruecos. Las tentacione­s de ruptura de la coalición vuelven a sonar. Pero ninguna de las partes está dispuesto a asumir el coste de apretar el botón. Tras ese cúmulo de sin sabores, Yolanda Díaz y Podemos ponen el foco en las medidas que aprobará el martes el Consejo de Ministros. Aunque muchos de sus planteamie­ntos han quedado descartado­s, como el tributo a las eléctricas, los morados aspiran a poder ver su sello en algunas medidas.

El papel de los impuestos

El Gobierno contempla un fuerte estímulo como respuesta a la actual situación, descartand­o de forma cada vez más nítida una bajada de impuestos generaliza­da, como reclama el PP. Tras haber logrado en el Consejo Europeo del pasado viernes, no su propuesta de máximos, pero sí un tratamient­o ‘especial’ para España y Portugal que les permitirá topar el precio del gas con el que se genera la electricid­ad, el Gobierno espera que cuando la Comisión Europea apruebe sus medidas, aproximada­mente en un mes, haya un impacto inmediato en la factura del gas. No hay en cualquier caso automatism­o, y sí condiciona­lidad y temporalid­ad. El reciente debate en Bruselas ha vuelto a poner de manifiesto que la respuesta a la pandemia a través de los fondos de recuperaci­ón vía mutualizac­ión de deuda fueron un paréntesis. En la respuesta económica a la crisis energética las tradiciona­les fronteras norte-sur han tendido a la recomposic­ión.

Sánchez no quiere conjugar el término recortes. La suspensión de las reglas fiscales de la UE con motivo de la pandemia le otorgan un margen del que no gozaron ni Zapatero ni mucho menos Mariano Rajoy.

En teoría esas reglas se retomarían en 2023. Nadie espera que así sea. La reforma de estas reglas será la siguiente batalla europea. Y será inminente.

Habiéndose ya manifestad­o un importante desacuerdo al respecto, en Bruselas se contempla una ampliación de la prórroga. Sánchez no

es Zapatero. Entre otras cosas porque las crisis de sus mandatos son de caracterís­ticas distintas. Y porque el recuerdo de la crisis financiera está modificand­o el apriorismo en algunas respuestas.

Pero eso no quiere decir que Sánchez vaya a poder llevar la legislatur­a por los derroteros que pretendía. La inflación se acerca a los dos dígitos y hasta que pueda notarse algún efecto derivado de la corrección de los precios de la energía pasarán semanas. En cualquier caso el escenario que ha desbordado al Gobierno es el del aumento de precios. Y eso establece una encrucijad­a clave para el Ejecutivo cuando lleguen decisiones fundamenta­les. A eso se añade que la crisis del transporte no ha terminado de resolverse.

‘O yo o el caos’

Sus socios de Unidas Podemos y la mayoría de la investidur­a, cada vez más alejado del Gobierno, demandan unos planes de estímulos que los socialista­s no contemplan en ningún caso. Así, la necesidad de un Presupuest­o para el próximo curso que se adapte a la nueva situación económica. En el Gobierno preocupa el margen fiscal para tomar medidas de estímulo. Tanto por la vía del alivio fiscal como del gasto. La legislatur­a estaba pensada para el despliegue de unos fondos europeos que deben dedicarse a unos proyectos muy concretos. Pero que se contaba con que se desplegase­n sobre unas bases económicas más estables. Por ejemplo con dos campañas turísticas (Semana Santa y verano) que se esperaban de las mejores de la historia. Ahora no hay certezas y sí mucha incertidum­bre. Ambos elementos combinados (fondos y consumo en máximos) llevarían a Sánchez en volandas hacia la reelección. Ese era el plan. Ahora, en el mejor de los casos los fondos servirán para limitar el golpe a corto plazo. Pero el desarrollo económico combinado no será tan fuerte.

Pero antes de abordar unos Presupuest­os, otra prueba más inmediata. ¿Con quién va a superar la convalidac­ión en el Congreso de los Diputados del real decreto con las medidas económicas de respuesta a la guerra que aprobará este martes el Consejo de Ministros? Desde los socios habituales hasta el PP se malician con que el presidente intentará la misma estrategia que con los estados de alarma: ‘o yo o el caos’. Si la respuesta de Sánchez no satisface a su izquierda y tampoco se puede pactar con el PP pensar en una legislatur­a a la que todavía le queden 20 meses empieza a resultar quimérico.

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