ABC (Andalucía)

«Durante el Covid éramos héroes y ahora radicales»

Un camión es pasar días enteros fuera de casa para ganarse la vida. Ahora, sin embargo, la crisis energética ha hecho que los números no salgan y merezca más la pena parar el motor

- DANIEL CABALLERO / ANNA CABEZA

«Te juegas la vida día y noche para ganar nada. Ahí piensas: ¿soy tonto o tonto y medio?», se queja el camionero Óscar Prieto

Ser camionero es una forma de vida. Más que un simple oficio, un negocio o una forma de ganarse el pan. Jornadas maratonian­as en una cabina, ver poco a la familia y vuelta a empezar. Así todas las semanas, una tras otra, con el consuelo al menos de tener un sueldo digno a final de mes.

Esa es la historia dentro de un camión que podía darse antes de la crisis energética. Entonces llegó el precio desatado de los carburante­s, junto a la inacción del Gobierno, y el terremoto no es que estuviera en los cálculos futuros sino que era ya una realidad.

«Para ganar 200 euros tengo que pagar 300. Como esto no tiene sentido, prefiero dejar el camión en casa». Miguel Ángel Maqueda, uno de los centenares de transporti­stas que hace días puso el freno de mano de su vehículo, en su caso en los accesos del puerto de Barcelona, para protestar por la situación insostenib­le del sector, compara constantem­ente las dificultad­es económicas de su trabajo con las de un agricultor, al que le pagan escasos céntimos por cada kilo de su producto mientras que en el mercado se despachan a más de 2 euros.

El aumento descontrol­ado del precio de los carburante­s ha sido la gota que ha colmado el vaso para este joven de 33 años de Hospitalet de Llobregat (Barcelona), que explica a ABC que solo lleva dos años en el sector. «Dudaba sobre si coger un taxi o un camión. Me di de alta de autónomo el 3 de marzo de 2020 y a los pocos días llegó el estado de alarma. Pensé que había elegido bien porque no tuve que parar de trabajar pero ahora la situación es insoportab­le. Además, entonces éramos héroes y ahora somos radicales», lamenta.

Miguel recuerda que hasta hace poco llenaba el depósito del tráiler con remolque que conduce, de hasta unos 550 litros junto con otros 60 de aditivos para neutraliza­r los contaminan­tes (el conocido AdBlue), por 450 euros al mes, IVA aparte. A principios de marzo le empezó a costar unos 600 euros. Y el día 7 puso 520 litros, y sin AdBlue, por 715 euros. Viendo el panorama, el 14 de marzo se sumó a las movilizaci­ones sin dudarlo.

Pérdidas semanales

«Con los precios actuales yo cada semana pierdo 300 euros, que antes llegaban a mi casa. Me faltan más de 1.200 euros al mes. Para eso, me sale más a cuenta estar parado», insiste. «Hasta ahora solíamos vivir con pérdidas e íbamos tirando, pero con la subida bestial del precio del gasóleo esto se ha hecho insostenib­le», denuncia. Los números, en efecto, no les salen y sin contar con los costes de trabajar con un camión. Su última revisión, de finales de diciembre, se saldó con una factura de 1.500 euros más IVA, por cambios en las suspension­es del vehículo. Paga más de 3.500 euros al año por el seguro de camión y remolque, sin contar con el de responsabi­lidad civil. Reparacion­es de urgencia, cuotas de autónomos o dietas por sus viajes, entre otros gastos, hacen que los números no salgan a los transporti­stas autónomos.

El problema es, para Miguel, que muchos de sus compañeros han llegado a poner dinero de sus bolsillos para tirar adelante. «Hay quienes están pagando con su patrimonio, pero quizás llegue un momento en que se empezarán a embargar camiones. ¿Entonces quién moverá las mercancías?», se pregunta.

El relato de Miguel Ángel Maqueda se repite por toda España. En Cataluña, como es su caso, y también en la capital, pasando por la costa mediterrán­ea, el norte, el sur... Óscar Prieto tiene 50 años. Vive en Madrid, tiene amplia formación como transporti­sta y acumula más de 20 años sobre las ruedas de un camión. Trabaja su propio vehículo y tiene alguno más con trabajador a su cargo, pero en definitiva es un autónomo. Un autónomo que se ve asfixiado por los costes que tiene que soportar cada vez que llena el tanque.

Se le nota cansado ya de la profesión, pero esto no evita que salga a manifestar­se. No busca culpables, en realidad, sino soluciones. «No puedes trabajar de domingo a viernes fuera de casa para que a final de mes no ganes nada, que cobres 500 euros», relata a ABC, desde la movilizaci­ón frente al Ministerio de Transporte­s del pasado viernes.

Este mes ha tenido averías en uno de sus camiones, que le fuerzan a gastar 25.000 euros imprevisto­s. No puede más. La asfixia económica en un negocio que no da de sí es enorme. «Te juegas casi que la vida día y noche con carreteras que están de pena, porque dan asco en ocasiones. Y, total, para ganar nada. Cuando llegas a ese punto, piensas: ¿soy tonto o tonto y medio? La realidad es muy cruda. Trabajas toda la semana fuera de casa para traer menos de un sueldo», cuenta, mientras suenan bocinas a su alrededor.

Las protestas seguirán en los próximos días «porque no podemos tirar la toalla ahora», arengaba el líder de la plataforma convocante de los paros este sábado en un comunicado tras la fallida reunión del viernes.

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// INÉS BAUCELLS Miguel Ángel Maqueda, un joven camionero de 33 años de Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

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