La industria se queda sin aceite de girasol para fabricar dulces, conservas y frituras
∑ Las empresas españolas buscan alternativas en otros mercados y con productos sustitutivos
La invasión rusa en Ucrania ha acabado de golpe con la llegada del aceite de girasol a España, que recibe de este país más del 60% del total que utiliza para la elaboración industrial y para venta al público. No solo se racionan las botellas de este producto en los supermercados, sino que también escasea en la industria. Empresas de aperitivos, frituras, bollería o conservas aseguran que siguen utilizando las reservas acumuladas antes de que comenzara la guerra, pero el ‘stock’ está a punto de agotarse. También hay compañías que no llenaron los almacenes y que podrían verse abocadas al cierre hasta que encuentren alternativas de producción.
En concreto, las empresas fabricantes de conservas de pescado pasan por apuros en los últimos días. El secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados (Anfaco-Cecopesca), Juan Vieites, afirma que el sector sufre una «tormenta perfecta» por el coste y escasez de las materias primas, la resaca de la pandemia y los paros del transporte. Consecuencia de los meses de problemas acumulados, muchas plantas conserveras de Galicia se han visto abocadas al cierre temporal. «Hay mucha incertidumbre y preocupación, se está atacando al sector conservero y no vemos que se tomen medidas adecuadas para salvar la situación», critica Vieites.
«Utilizamos aproximadamente el 55% de girasol y el 45% de oliva en las conservas; pero hasta que llegue la próxima campaña en agosto y septiembre, en España sufriremos una escasez importante y los precios se han casi triplicado a estas alturas», apostilla Vieites.
Mientras, las compañías alimentarias buscan urgentemente otras alternativas viables, entre las que se encuentran la compra de aceite de girasol producido en Argentina, Brasil o Sudáfrica. También investigan con productos vegetales sustitutivos, como el aceite de oliva o el de soja. El director de la Asociación de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites (Anierac), Primitivo Fernández, se muestra optimista y cree que las empresas españolas encontrarán una solución a corto plazo. «Estamos empezando a localizar aceites en Argentina y en Sudáfrica; al mismo tiempo, se empieza a desbloquear el transporte de mercancías por barco que viene de Rumanía y Bulgaria a través del mar Negro», indica.
En Patatas Fritas La Azucena también sopesan traer aceite de Argentina y Sudáfrica. La responsable comercial de la compañía madrileña, Lidia de La Hija, indica que el proceso es complejo: «La UE debe autorizar las exportaciones y la cosecha de Argentina no sale hasta dentro de dos meses. Además, gran parte de este aceite de girasol ya está apalabrado con otros países».
Al respecto, Vieites recuerda que las empresas españolas tienen que competir en el mercado global y que hay normas comunitarias que no permiten traer aceite de determinados países. Por ello, exige flexibilidad a Bruselas: «En una situación excepcional, hay que tomar medidas excepcionales y lo que no se puede hacer es desabastecer al mercado porque, si no, faltarán algunos productos para la venta final», sentencia.
Desde el Ministerio de Agricultura se centran en acciones orientadas a a aumentar la producción en suelo nacional. Así, el titular del ramo, Luis Planas, aprobará el próximo martes un paquete de medidas para que la mayor parte de las siembras que se detraigan de la superficie dedicada a barbecho o a cultivos de interés ecológico se destinen a incrementar la siembra de materias primas que antes se importaban de Ucrania, como el girasol o el maíz.
Un as en la manga
Ante este escenario de escasez, España cuenta con un as en la manga: el aceite de oliva. «Somos el primer productor mundial de aceite de oliva y este año hemos tenido una buena cosecha», remarca Fernández. La solución para utilizar este oro líquido estaría en usar aceite de oliva refinado para evitar que solape el sabor de diferentes productos como las patatas fritas o los dulces o bollería. «El aceite de oliva no nos sirve de sustituto para muchos productos por su sabor, que no es neutro, y por su consistencia», dice, por su parte, el secretario general de Produlce, Rubén Moreno.
En la asociación Produlce ya trabajan en encontrar recetas que se parezcan lo máximo posible a las que incluían aceite de girasol. «Llevamos tres o cuatro semanas con la gente del Departamento de I+D para encontrar otras fórmulas alternativas», relata el secretario general de Produlce, Rubén Moreno. Además, el escenario de paros del transporte suponen una rémora a este proceso de búsqueda de fórmulas alternativas: «No llegan las materias primas y no sabemos cómo vamos a capear las dos semanas siguientes».
Otro problema añadido en un escenario global plagado de incertidumbres reside en el riesgo de que la escasez del aceite de girasol trastoque el mercado de los ingredientes que se usan como alternativa. Es decir, que el aceite que se fije como sustitutivo se dispare de precio o sufra desabastecimiento por una demanda desmedida. «Más adelante tendremos que buscar otras opciones en caso de que se agoten los aceites sustitutivos. Por eso, estamos haciendo pruebas con varios productos a la vez», explica Moreno.
A esto se une que el escenario actual de cuellos de botella podría derivar en una aumento de precios que añada presión a la espiral inflacionista. Aunque Moreno no confirma que la escasez de materias primas conllevará un encarecimiento de los precios, sí responde que «las perspectivas no son buenas».