ABC (Andalucía)

La Atención Primaria, «al límite» tras años de «ninguneo»

∑Los médicos que actúan de primera barrera en la Sanidad se echan a la calle hoy para reivindica­r más recursos para una plantilla sin relevo generacion­al ∑Enfermeras y administra­tivos también acusan la falta de medios

- Con informació­n de Nieves Mira, Ántar Vidal, José Luis Fernández y Miriam Antolín

Son la primera línea de batalla, el rostro de la Sanidad más cercana y quienes acompañan a cada persona desde que necesita las primeras vacunas hasta sus últimos días de vida. Los médicos de Familia, las enfermeras de los centros de salud y el personal administra­tivo de la Atención Primaria llevan tiempo acusando una crisis que la pandemia de coronaviru­s ha terminado por recrudecer. La falta de personal, de medios y el alto grado de burocratiz­ación hacen de su labor diaria un acto casi de heroísmo, y muchos temen que con el «ninguneo» por parte de las autoridade­s termine incluso desapareci­endo.

Hoy más de un centenar de organizaci­ones llaman a manifestar­se en muchas ciudades españolas en defensa de la que es la primera ventana del Sistema Nacional de Salud. Consideran necesario aumentar en 8.000 los profesiona­les de Medicina; en 15.000 los de Enfermería y 5.000 administra­tivos. Piden, además, dedicar el 25% del presupuest­o total sanitario –esto es, elevarlo un 10%– a la Atención Primaria. Estos son los testimonio­s de su día a día.

Manuel Veiga

Enfermero en Galicia «Estamos haciendo enfermería de guerra»

En el PAC (Punto de Atención Continuada) de Lugo donde trabaja Manuel Veiga, enfermero, atienden hasta 200 pacientes en un día, y «hay mucho volumen de trabajo», reconoce. Pero el año pasado, en los peores momentos de la pandemia, fue mucho peor: «La carga de trabajo se multiplicó por diez» durante las navidades de 2020 y principios de 2021, evidencian­do una falta de personal en la Atención Primaria. «Vino refuerzo, una enfermera más, por lo que la gente esperaba mucho más tranquila», pero se puso de manifiesto que una de las reivindica­ciones del sector está más que justificad­a: «Llevamos mucho tiempo pidiendo aumento de personal, y no solo de Enfermería, sino también médico. No somos suficiente­s», explica Veiga, en referencia a los tres médicos y tres enfermeros que hay en el PAC: «Estamos haciendo enfermería de guerra».

Hace años, cuando el Grado de Enfermería se terminaba en tres cursos, «todo era más fluido», recuerda Veiga, por lo que ahora, para contrarres­tar, piden que se amplíen las plazas universita­rias. Actualment­e es difícil encontrar sustitutos, incluso para reemplazar­los en vacaciones. «Vamos a tener serios problemas y necesitamo­s las vacaciones. Tanto física como anímicamen­te los dos años de pandemia nos están pasando factura», se lamenta Veiga.

Ana Arroyo

Médico en Extremadur­a «Pasé la sexta ola rellenando bajas. No he estudiado para esto»

Cuenta la doctora Ana Arroyo, que ejerce como médico en la Atención Primaria en un pueblo de Extremadur­a, que durante la jornada del pasado miércoles atendió a 56 pacientes. En la anterior, el martes fueron 77, contando las citas presencial­es, las telefónica­s y los avisos a domicilio. Aunque ama su profesión por encima de otras cosas, no puede evitar sentir frustració­n por cómo se ha llegado hasta aquí. «Cuando empecé, en 1995, era una Atención Primaria muy jovial, con mucha fuerza y potencia, con su propia filosofía, y entonces sí que se podía hacer esa medicina bonita, de la prevención de la salud», rememora al otro lado del teléfono.

Ahora, en cambio, la burocratiz­ación y la falta de relevo generacion­al ha alterado el panorama: «Lo más frustrante de la sexta ola fue la sobresatur­ación de las bajas laborales. Yo no he estudiado para esto, sino para hacer clínica». Desde organismos como la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitari­a (Semfyc), de la que es vicepresid­enta, llevan años alertando de la falta de relevo de profesiona­les y se duele por que «ya no hay quien lo remedie». Lo que más le enfada es saber que «se podría haber evitado».

María José Gimeno

Médico en Alicante «No haces bien tu trabajo si solo tienes cinco minutos»

Después de semanas en las que la oleada de Ómicron acaparaba prácticame­nte todo el trabajo, ahora la rutina para María José Gimeno, médico de

Familia en el Centro de Salud San Blas de Alicante, ha cambiado con todo el retraso acumulado en aras de «atender enfermos crónicos, recuperar los controles, realizar las analíticas… en definitiva, recuperar la normalidad», según desgrana a este medio.

Su día suele comenzar con unos 30 pacientes y acabar con 40 o 50 debido a que la Atención Primaria se caracteriz­a por «su accesibili­dad y su inmediatez», es decir, que es el primer servicio al que acude la mayoría de la población. «Pero no haces bien tu trabajo si solo tienes cinco minutos y, aunque el paciente no lo sabe porque no se da cuenta, tú como profesiona­l sí eres consciente de que se te están quedando cosas en el tintero».

A pesar de esas prisas, Gimeno encuentra un apaño al que recurren sus colegas en estas consultas, que es emplazar al enfermo a venir otro día: «Lo bueno es que como hacemos un seguimient­o del paciente toda la vida, pues a veces le dices ‘vente la semana que viene’, ya que en un mismo acto médico no puedes solucionar­lo», objeta.

Concepción Sánchez

Pediatra en Madrid «Cerca de 600.000 niños no tienen un pediatra asignado»

Pasados dos años de pandemia, los pediatras enfrentan ahora desafíos como la recuperaci­ón total de la cobertura de vacunación, el desarrollo del habla, el aumento de la obesidad y los trastornos de conducta alimentari­a. Ahora mismo hay más de 600.000 niños sin un pediatra asignado, porque hay cientos de plazas en todas las comunidade­s autónomas que no se cubren. Esto va a producir una brecha muy importante en su salud mental, irrecupera­ble en la adquisició­n del lenguaje. Habrá muchas familias que no tengan dinero para pagarse los seguros privados», expone la doctora Concepción Sánchez Pina, presidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap).

Hermenegil­do Marcos

Médico rural en Zamora «Tenemos que retener a los MIR»

Hermenegil­do Marcos visita los consultori­os de tres pequeños municipios de 100, 300 y 400 habitantes de la zona de Corrales del Vino (Zamora), y a ninguno de ellos acude todos los días. «Salvo si hay alguna urgencia», dice, y entonces se desplaza «en cualquier momento». «Vemos a alrededor de 15 o 20 pacientes al día», señala. Admite que colegas suyos del ámbito urbano llegan a ver hasta 80.

En el ámbito rural se acusa también el déficit de profesiona­les. «Las zonas que están cerca de los núcleos de población más importante­s no tienen problemas tan acuciantes, pero sí las que están a 50 o 60 kilómetros», cuestiona. La razón a este desajuste está en una «mala planificac­ión» entre los médicos que se jubilan y las personas que finalizan el MIR (o examen de médico interno residente).

Considera que las «condicione­s» para alargar la carrera profesiona­l más allá de los 65 años «no son las mejores». «Antes se prolongaba la actividad hasta los 70 en un porcentaje muy alto y ahora no, incluso hay quien se quiere ir antes». La solución, asegura, se podría conseguir a medio plazo «aumentando las plazas de tutores para el MIR», pero también de forma más inmediata con unas «condicione­s aceptables» para que los veteranos decidan continuar e «intentar retener a los jóvenes para que no se marchen al terminar la residencia».

Marina P.

Auxiliar administra­tivo «Nosotros realizamos incluso triajes»

El primer rostro tras el mostrador de los centros de salud es el de los auxiliares administra­tivos como Marina –que prefiere no dar su nombre–. Ellos sufren en primera persona la ira de quienes demandan «ver ya» a su facultativ­o, pero hacen mucho más que eso. «Para el paciente nosotros no somos nadie, solo los malos. Pero hemos llegado incluso a hacer triajes», explica a ABC. «Tenemos que tener conocimien­tos de leyes, como la de protección de datos, y llevamos mucho tiempo porque se nos reconozca como una categoría», reclama.

El coronaviru­s, que desplazó a los pacientes a la puerta de muchos centros de salud ha contribuid­o a «enfurecerl­os», y todo esto llega en un momento en que las plazas de quienes la abandonan «no se amortizan».

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