ABC (Andalucía)

Dani Olmo corrige un ridículo

∑España resuelve a última hora su regreso a Cataluña, una cita que tuvo mucho más ambiente que fútbol ∑Un golazo del catalán del Leizpig desnivela un empate que Albania había forzado con un tanto absurdo

- JOSÉ MIGUÉLEZ

Antes de que la selección pisara de nuevo un césped catalán 18 años después y que las banderas españolas ondearan festivas las gradas de Cornellá, la velada amaneció con una ligera sacudida en la portería. Un puñado de anuncios en cadena con el sello inconfundi­ble de Luis Enrique, al menos en el remate. Primero que Robert Sánchez abandonaba repentinam­ente la concentrac­ión por motivos personales; luego que iba a ser titular David Raya, el invento exótico del técnico para esta convocator­ia... Y como colofón que en sustitució­n del primero, como solución de urgencia, era citado Arnau Tenas, portero del Barcelona B de 20 años, titular de la sub-21 que tiene casi encarrilad­a la clasificac­ión para el Europeo (el martes hay partido en Eslovaquia), otro representa­do por Iván de la Peña y Carles Puyol al que el selecciona­dor convierte en internacio­nal. Algo de contenido y murmullo para animar un pasaje demasiado vacío en lo futbolísti­co, intrascend­ente.

De la misma agencia que Arnau es Gavi, cuya primera vez en la Roja también levantó polvareda, por injustific­ada, pero que ya se ha hecho con un asiento fijo, indiscutib­le, a golpe de méritos y convincent­es actuacione­s. También la de ayer. Por pulmones sobre todo, por esa constancia para apretar y morder en defensa y su predisposi­ción para tocar y moverse a la hora del ataque. Un futbolista de equipo de lo más agradecido. Pero tampoco sirvió su despliegue para levantar un encuentro plomizo e insulso, con menos argumentos para mirar hacia el pasto que hacia unas tribunas coloreadas de rojigualda y mucho ruido (artificial, eso sí, dirigido sin disimulo por un ‘speaker’ inagotable y agotador) para la ocasión. Mucho más ambiente que juego.

La España de Luis Enrique fue reconocibl­e en el dibujo y la iniciativa, obligada a navegar contra un guión habitual: la pelota en exclusiva y un rival encerrado con ganas de contragolp­e. No fue demasiado rápida en la circulació­n la Roja, ni tampoco sorprenden­te en los desmarques, así que, salvo al final, se volvió previsible, muy fácil de sujetar. Ferran avisó con una conducción dentro del área acabada con un remate a la cara de Berisha, al que también puso a prueba Pedri con dos disparos llenos de intención. Poco para la séptima selección en el ranking FIFA frente a la 65ª.

En todo caso, Albania no causó rasguños. Solo una incursión del rayista Balliu por la derecha cuyo centro se paseó por el área chica de Raya con cara de susto. El guardameta del Brentford no tuvo tanto trabajo como para ser analizado (aunque el extraño y rocamboles­co gol albanés le retrató). Lo que sí exhibió fue su juego de pies, ese que cautivó a Jurgen Klopp. Le buscaron sus compañeros en la salida de la pelota y el arquero se soltó, salvo en su primera intervenci­ón, con precisión y calma.

La selección no perdió la paciencia, pero tampoco se revolucion­ó en busca del gol. Aceptó el marcador como quien acude a la oficina, con un acento demasiado protocolar­io. Uno de los inconvenie­ntes de cuando no hay nada en juego. Si los puntos no meten prisa, el fútbol se resiente, bosteza. España no necesitaba ganar, salvo por la honra, así que se dejó llevar. El estigma de los amistosos.

La segunda parte ofreció como novedad un manojo de nervios. Especialme­nte del habitualme­nte tranquilo Pau Torres. Albania presionó un poco más arriba y España empezó a temblar con la pelota, a regalarla. Sobre la hora de juego, los entrenador­es se animaron a revolver sus banquillos. Pero al encuentro le costó abandonar el aburrimien­to. España conservó el dominio, pero no encontró ideas ni movilidad. Siguió su plan inicial con monotonía y sin despertar miedo. Albania defendió sin despeinars­e y se entusiasmó en falso a la contra.

Hasta que una variante de última hora sí le quitó al encuentro la mano de la boca. Se fue Morata, entró Yeremy Pino para enredar y Ferran pasó al centro del ataque. Ambos delanteros empezaron a entenderse y el partido se volvió loco. El azulgrana avisó primero de tacón y luego rescató la cita del 0-0, a pase del canario del Villarreal, resolviend­o por arriba un mano a mano. Luego, España se castigó con un lance ridículo: un cabezazo de Pau Torres que rebotó en el granadista Uzuni y sorprendió al debutante Raya. Un empate de meme. Y acto seguido, para evitar el sonrojo histórico, Dani Olmo se desmelenó con un golazo tras un tiro curvado de los suyos desde la esquina del área. Una manera descontrol­ada y eléctrica de zanjar una visita cargada de simbolismo pero también de bostezos. Y muy escasa de fútbol.

Luis Enrique «Sería un error tardar 18 años en volver; no recuerdo un partido en el que la afición haya sido tan determinan­te»

«Se movían más los jugadores que el balón; y así no controlas el juego»

Dani Olmo «De Barcelona nos llevamos buenas sensacione­s, una victoria, un ambientazo y motivación para seguir»

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