ABC (Andalucía)

Hambre de España

- HUGHES

Luis Enrique es como es. Cuando quieren que renueve, dice que no, ahora no; cuando se duda de Carvajal, lo pone de titular y si España juega contra Albania un amistoso de sábado penitencia­l, afirma que se trata de un choque de la máxima. Mirando al público lo parecía. La selección por fin estaba en Barcelona, donde no ha jugado un solo partido oficial (no amistoso) en democracia. A eso lo llaman normalidad. Más de 35.000 catalanes cantaron el himno como si juraran bandera. Parece que había ganas de España, sed de España, hambre de España, que encontró sede. Fue el mejor ambiente que se recuerda.

Fue lo más importante, aunque en el césped pasaron cosas. España ataca de dos maneras. La primera es teniendo la pelota. Mucho, todo lo que se pueda tener. Hasta incumplir las leyes antimonopo­lio. La otra es robando con presión arriba, y es casi mejor. La vía primera del toque tiene unos resultados ofensivos muy cuestionab­les y parece más bien una forma de defensa. Tocando la pelota, es conocido, el rival no la tiene. Así que, de alguna forma, cuando España ataca está defendiend­o y cuando defiende está atacando. Esto se ve en Morata, un delantero centro cuya obcecación le lleva a perseguir al central hasta su propia área.

El sistema del toque ya gira alrededor de Pedri, cada vez más importante, pero en este juego español hay narcisismo, un gustarse, un la toco, la tocas, te la doy, me la pasas, mira qué postura, mira cómo entiendo el juego… que conocemos bien y cae a veces en la afectación. En esta España joven resulta tolerable porque se compensa con verticalid­ades como las de Ferran y Olmo, dos jugadores que son ‘puro Luis Enrique’. Pedri se lleva los titulares por ser muy bueno y por lo que tiene de ‘filosófico’, pero Ferran es un jugador importante, rápido, driblador, con gol, y Olmo es similar y revulsivo.

España estuvo regular en la primera parte, con fútbol plano, excesivame­nte tocador, y mejor en la segunda, cuando Luis Enrique metió jugadores de riesgo.

Algunos venían de volver loco al Madrid en el Bernabéu, pero contra Albania no lo tuvieron tan fácil. No hubo un Ancelotti que lanzara los medios a lo loco. El 5-3-2 albanés, de impronta italiana, puso las cosas difíciles y España colaboró con otro error defensivo ya visto en la Eurocopa. Pero importa poco porque España, quijotesca, llegó a Barcelona.

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